martes, 3 de julio de 2018

Superconductividad, Fernando Aznar Pérez


SUPERCONDUCTIVIDAD

Por Fernando Aznar Pérez

Hace unos días estuve en Madrid en un simposio organizado por la fundación Ramón Areces donde un grupo de investigadores de todo el mundo nos hablaron de los últimos avances conocidos sobre este fenómeno físico.
La Superconductividad es una propiedad que se observó al principio en la materia a muy baja temperatura, en torno a los 273 grados bajo cero. En esas condiciones, la resistencia eléctrica de la materia desaparece y la corriente eléctrica circula por ella casi sin oposición; es decir, sin resistencia. Entonces, la corriente eléctrica que circula por un material con dicha propiedad no lo calienta como a veces sucede en los hilos de la luz. Así, la electricidad que se perdería, en forma de calor, en el transporte desde la Central hasta nuestras casas sería muy poca, como pequeño sería el “consumo de luz” en nuestras casas y en la industria, con lo que “el recibo de la luz” se reduciría también en una cantidad importante.
Esta propiedad de la materia ya se nos explicaba en clase hace casi 40 años. Pero también se nos decía que conseguir utilizarla en provecho humano, lograr materia supercoductora a temperaturas superiores a cero grados nos llevaría unos cuantos años más. Desde entonces, los investigadores han intentado conseguir materiales con superconductividad estable a temperaturas superiores a los cero grados, por ser esas las temperaturas en las que se desarrolla la vida de los humanos.

En el simposio antes mencionado, se habló de cómo estaba la cuestión del aprovechamiento humano de la superconductividad, si ya había materiales superconductores, naturales o artificiales, estables a temperaturas por encima de cero grados y con qué tipo de materiales concretos se habrían conseguido semejantes avances.
Pero, por lo dicho allí, la pretensión de conseguir superconductividad estable por encima de los cero grados todavía no se ha conseguido. Solo se ha observado durante un tiempo pequeñísimo, en unos materiales de diseño, conseguidos artificialmente, llamados cupratos, constituidos a partir del cobre. Pero la oportunidad de conseguir esa estabilidad deseada a temperaturas por encima de los cero grados, está cada vez más cerca.
No obstante, el proceso de investigación hacia la obtención de nuevos materiales, alguno de los cuales ha mostrado unas propiedades magnéticas singulares, conlleva un gran avance en el conocimiento y aplicación del magnetismo de alta intensidad.
El logro más famoso obtenido sobre la aplicación del magnetismo de alta intensidad es, hasta el momento, el Mag-lev (del inglés: Magnetical levitation). Un tren colgado de un carril que discurre por encima del techo o bien circula en el aire sobre raíles convencionales de material magnético a causa, en ambos casos, de fuerzas magnéticas de elevada intensidad.
Lo sorprendente es que dicho tren cuelga pero sin estar en contacto con el carril, ni con los raíles del suelo, en cada caso. El vehículo se mueve en contacto con el aire, por lo que su rozamiento es prácticamente nulo. Lo que significa otro ahorro energético más. Consultar en Wikipedia la entrada Maglev.                                                                                                                
En el proceso de investigación mencionado, además de la composición química de los materiales y la temperatura –de las que veníamos hablando–, se han introducido conocimientos como la estructura cristalina de la materia y sobre todo de la presión, que han permitido, si no conseguir el objetivo planteado –superconductividad estable a temperaturas sobre cero–, si obtener una gran cantidad de nuevos materiales artificiales –superconductores y no– que aplicados al estudio de nuevos tipos de Campo Magnético. Creo que es el futuro. ¿Qué otra cosa que levitación supuestamente magnética, no es la tracción de los platillos volantes que observamos en nuestras sesiones infantiles en el cine?.
¡Vamos! Como nos decía nuestro profesor al explicarnos dicha materia, “el día que se pueda utilizar la superconductividad por las personas, merecerá mas la pena tirar los aparatos de casa a la basura y sustituirlos por otros nuevos con material superconductor”. Tal vez entonces, hace cuarenta años, se hubieran podido vislumbrar las cosas así. Pero en estos momentos, por lo que se dijo en el simposio, la cosa no será “ni tanto ni tan calvo”.

sábado, 17 de marzo de 2018

EL SOBRECLAUSTRO

Foto: Eduardo Aznar Martínez 


"Ni por fuera ni por dentro hay concesión alguna a la figuración, adornos o elemento alguno que aporte amenidad al conjunto, sino la casi total lisura de paredes, columnas y bóvedas. Su encanto se reduce a la sencillez y armonía de sus líneas estructurales, que recuerdan mucho a la extrema austeridad de El Escorial, y de alguna manera simboliza en el plano estético el ideal de máxima disciplina y sobriedad que procuraron imponer los abades posteriores a los Egüés." Del libro "El claustro del Monasterio de Fitero", Eduardo Aznar Martínez, 2018.