VÍCTOR MANUEL ARBELOA
La Peña del Saco
Cuaderno de Bitácora VMA, 31 de Marzo 2025
Sábado nuboso frío, con el frío del último invierno, con
que se ha estrenado la primavera, y con sol a ratos. Sigue soplando el
cierzo de los últimos días con los carrillos llenos.
Nos detenemos un rato en Caparroso para participar en el
homenaje nacional a Joaquín Luqui, el hombre navarro de la radio, que llena la
Casa de Cultura bautizada con su nombre. Antes hemos pasado junto a un
mercadillo, donde hemos visto a varias mujeres árabes en un puesto de chilabas.
Nos perdemos, sin mucho pesar, el parcial eclipse de sol.
Cuando llegamos a la Ribera, vemos por vez primera los
perales y los melocotoneros florecidos. Al entrar, antes de llegar a Fitero,
por el camino del Círculo de las Roscas, tenemos delante toda una nube baja de
flores de pera, corimbos pentámeros y blancos, con estambres purpúreos, que
para eso pertenecen al la familia de las rosáceas. No sé de qué especie
de las 3000 existentes son, pero no son muy diferentes de la llamada peral de las nieves. En el
regadío fiterano se cultivan, además, cardos, acelgas, lechugas, cebollas… y
otros árboles frutales como melocotoneros, higueras, manzanos, nogales… Algunas
fincas están baldías. Un paisano nos dice que una próxima a la suya, todo un
rodal de perales, está abandonada. Algunas huertas se han convertido en sernas
de cereales, y las más lejanas al pueblo en olivares.
Pasamos delante de la Cueva de la Mora, de la que
hablé en ocasión anterior, y vamos directamente hasta el pequeño sendero
que, por el flanco meridional, asciende la Peña del Saco por entre romerales.
tomillares y aliagales, con algún que otro escambrón. Esta vez topamos con dos
montañeras estellesas, que bajan por el sendero con sus bastones de la cima: no
saben nada del castro y algo les decimos. Como no quiero repetir lo que ya dije
la última vez, solo deseo explicar nuestra afición a este poblado prerromano,
porque es uno de los primeros y mejor estudiados por algunos de nuestros mejores
arqueólogos, y porque, la vez anterior, se nos echó el tiempo encima y no
pudimos llegar al final. Para que no se enfade nadie, conviene decir de
antemano, cosa que no hice a tiempo, que el poblado celtíbero-pelendón,
probablemente, no está situado hoy en día en el término de Fitero, sino de
Cervera del Río Alhama, río que baja hoy como en sus mejores tiempos, nutrido
también por su afluente riojano el Añamaza, a unos
pasos de los Baños, y que tampoco nombré cuando debía.
Pero esta vez, y ya subidos a la cumbre, y habiéndonos
acercado al poblado, tras franquear los dos primeros fosos transversales, que
dificultaban el acceso al oppidum, no es el
tiempo relojero el que nos impide rematar la tarea, sino el ventarrón, que está
a punto de volcarnos contra algunas de las peñas huecas o cortadas de
conglomerados, areniscas y calizas oolíticas del cretácico inferior que
componen la espina dorsal, estrecha y alargada de la Peña. No hay manera de
avanzar, No hay manera de sujetar la visera. No hay manera de hablar ni de
entendernos. No hay manera de hacer nada.
Yantamos románticamente a la vera del río y nos acercamos a
los Baños, desde donde aquel cliente catalán ilustre, Juan Cabré Aguiló,
descubrió el castro en la peña llamada entonces Quiebracabras. Pero no
tenemos de nuevo suerte y, aunque el balneario Gustavo Adolfo Bécquer ya está
abierto, ya no es hora de cafés, lo que, tras contemplar la catarata de agua
cálida que se despeña estos días por las rocas, entre los cactus rupícolas, nos
empuja a tomarlo en la villa. Y en medio del camino, vemos por fin en el
horizonte la silueta del castro que nos queda por ver, y que llevábamos un rato buscándolo: el castro Sancho Abarca, que
tenemos en frente, al otro lado del río; un castro que guarda restos
celtibéricos, visigóticos y árabes, y que tampoco fuimos capaces de encontrar
en el viaje anterior.
Gozosos por nuestro hallazgo, que dejamos para hollarlo
otro día, tomamos café nada menos que en el teatro-cinema Calatrava, dentro del
antiguo recinto del Monasterio, solo que en el bar del vestíbulo y servidos por
un camarero magrebí. Al penúltimo sol de la tarde, y resguardados de la
ventolera, recorremos el amplio Paseo de San Raimundo de Fitero, patrón de la
villa, a espaldas de su enhiesta escultura (1946), obra del escultor fiterano
Fausto Palacios, que fue, además, alcalde de la villa (1955-1967).
Un canto coral de gratitud
(una síntesis) víctor manuel arbeloa
Cada día son más los filósofos y escritores europeos y no
europeos, que consideran el viejo lema de nuestros padres y abuelos, Dios y Patria, más nuevo y progresivo
que nunca. Tomando en serio a Dios y a la Patria, se evita el convertir a los
seres humanos en diosecillos e ídolos que hacen imposible la convivencia, y se
aprende a servir a la Comunidad en la que se vive, sin esperar solo,
interesadamente, sus servicios.
Navarra, que no es mejor ni peor que ningún otro país,
pueblo, región o nación; que es distinta pero muy parecida a otras tierras, es
una de nuestras patrias, de nuestras matrias y fratrias, de la que nosotros somos patriotas, matriotas y fratriotas. Y a ella debemos conocimiento,
amor y gratitud.
Hace muchos años nos alertó Ortega con aquel “yo soy yo y mi
circunstancia. Y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Somos, exterior e
interiormente, también el espacio y tiempo que habitamos, vivimos y cultivamos.
Somos, en buena parte, su historia y su geografía, desde sus éxitos a sus
fracasos; desde los alimentos hasta los paisajes. Somos de la Comunidad en la
que vivimos y ella es también de nosotros mismos.
Si nosotros dos hubiéramos sido unos genios, hubiéramos
escrito un libro genial sobre Navarra, o dos probablemente. Pero ignoramos
mucho, sabemos muy poco de todo, y hemos preferido que 134
autores -algunos de ellos sí geniales-
digan entre unos y otros lo que nosotros no hubiéramos sabido decir. A todos
ellos se añaden centenares de imágenes, fotografías, colores, mapas y gráficos,
que hablan con tanta viveza como los textos.
Había que elegir y hemos elegido. No están todos los que son,
pero son todos los que están. Podían ser muchos más los autores y podían ser
otros, como los temas que tratan. En otros muchos libros excelentes sobre
Navarra sucede lo mismo. Hemos buscado la justicia y la variedad en los
autores, y la sencillez y claridad en los escritos. En los puntos más sensibles
y polémicos de nuestra penúltima historia, v.g., hemos elegido un prestigioso
historiador medieval, que ha redactado páginas equilibradas y serenas. Para los
últimos años que estamos viviendo hemos preferido los expertos a los políticos
partidistas.
Tenemos que agradecer especialmente a los autores
contemporáneos vivos a quienes pedimos la colaboración sobre un asunto
determinado: Josetxo Beriain, Vicente Blasco, Juan Ramón Corpas, Javier Igal, José
María Muruzabal y Aurelio Sagaseta.
No hemos metido el dedo al ojo de nadie. Solo, siguiendo la recomendación del Lazarillo de
Tormes, hemos quebrado el ojo al diablo
del sectarismo, del fanatismo, y del
odio y de la mentira que los nutren.
Nuestras claves han sido la “Navarra” (avant la lettre) romanizada de los vascones, los íberos, celtas y
celtíberos, y de otros muchos pueblos desconocidos; la “Navarra” como reino
hispano romano cristiano, según el Código de Albelda; la Navarra, muy desunida
entre sí, unida a Castilla y después a España, tras la conquista “con furto y
engaño”, al fin más hispánica que gálica, a pesar de sus reyes vasallos del rey
de Francia; y la Navarra democrática, foral y constitucional del Amejoramiento.
Pero entre esas
claves, nuestra ubérrima geografía, suelo común de nuestra historia: nuestras
creencias y devociones; nuestros usos y costumbres; nuestras lenguas; nuestras
ciencias, artes y letras; nuestros diversiones y deportes; nuestros conflictos
y luchas; nuestras glorias y nuestras miserias.
Este libro es solo eso: un acto de reconocimiento a Navarra.
Una muestra de amor hacia ella. Un canto coral de gratitud a su nutricia
maternidad-paternidad.
Nadie mejor para expresarlo que los poetas, que no solo cantan lo que hay, sino también lo que debiera haber, lo que ellos quisieran que hubiera. Aunque sea un poeta tenido como menor y local, como Alberto Pelairea, hijo de tudelana y roncalés, nacido en Bilbao; hijo adoptivo de Tudela y de Fitero, en la letanía gloriosa de su poema Navarra, premiado en 1918:
En la cresta más alta y
más bravía
de la Sierra de Andía…
(hasta “Madre amorosa y santa”)
Semblanza
Por Jesús Bozal Alfaro
Revista Fitero
Víctor Manuel Arbeloa (Mañeru, 1936) es, y ha sido
siempre, una personalidad al servicio de la sociedad democrática (navarra,
española y europea). Riguroso en sus convicciones, ha escrito, durante toda su
vida, páginas necesarias de dignidad política, cultural, social y religiosa.
Como político, contribuyó al paso de la dictadura a la democracia, participó
activamente en la transición, y protagonizó, desde la presidencia del
Parlamento de Navarra (1979-1983), Parlamento Europeo (1987-1994), Senado
(1979-1986), y Asamblea del Consejo de Europa, una larga etapa de consolidación
de nuestro sistema democrático actual. Le faltó presidir el Gobierno de
Navarra, para el que estaba perfectamente preparado y capacitado. Hubiera sido
un Presidente normal, responsable, tenaz en sus expresiones de poder y
competente en el desempeño de su digna tarea.
En su faceta de escritor, Víctor Manuel Arbeloa mantiene
siempre una absoluta claridad machadiana: rigor en la expresión, generosidad en
el esfuerzo consentido. Además de sus numerosas conferencias, charlas e
intervenciones en radio y televisión, colaboraciones periodísticas (El País,
Diario 16, El Correo Catalán, El Día, El Correo Español, Diario Vasco, ABC,
Diario de Navarra,…), ha escrito casi un centenar de libros personales o
colectivos (poesía, historia, ensayo, viajes, aforismos): “Cuarenta y ocho horas”
(1989), “Por Navarra” (7 volúmenes), “Desde Navarra” (2003), “De andar y
pensar” (Sahats, 2004). Ha participado, así mismo, en la creación de numerosas
entidades culturales: Sociedad de Estudios Vascos, Ateneo Navarro, revista de
poesía RÍO ARGA (de la que fue muchos años director), Amigos del Quijote,
Sociedad de Estudios Históricos de Navarra, Amigos del Cister,... Ha sido,
además, párroco, capellán en la emigración, director de residencia,… Y, ahora,
aprovechando las nuevas tecnologías, bloguero recomendable: http://www.vmarbeloa.es Su última
colaboración pública tuvo lugar en 2007, cuando fue nombrado comisario de la
magnífica exposición: “Navarra: un futuro entre todos.”
Todas sus actividades han buscado siempre la complicidad
plural, y abierta, de sus lectores y de la historia. De los primeros, porque su
compañía le es indispensable. De la historia, porque cree en la trascendencia,
que solo se obtiene con respeto y rigor. Y esa trascendencia, ese lugar de
referencia fiable, es lo que un intelectual comprometido como Víctor Manuel
Arbeloa ha ofrecido siempre a la sociedad en la que ha vivido, y de la que ha
aprendido todo lo que sabe.
Durante muchos años, Víctor Manuel Arbeloa mantuvo una
valiente postura en relación con el tema vasco. La historia - defiende
justamente - no puede ser el relato fantasioso o novelesco de hechos pasados,
sino la verdad de los mismos a la luz del rigor científico/contrastable. El
historiador no está para idealizar, manipular, desvirtuar el pasado, sino para hacérselo
comprensible al ciudadano libre. En ese campo, ha defendido, durante muchos
años, una postura firme y responsable, que forma parte del legado de una etapa
de la historia de Navarra que no podría comprenderse sin su aportación.
El tono crítico, contundente en muchos casos, sin
ambigüedades, no ha estado nunca ligado a una subjetividad intelectualmente innecesaria,
sino al deseo de refutar tesis que la grandilocuencia pretendía convertir en
doctrina: un relato postizo que pretende convertir el discurso fantástico en
historia. Pues, Víctor Manuel Arbeloa conoce, reconoce, y admira la cultura
vasca, la cultura navarra, el saber popular, que, como Machado, ha vivido y
sentido antes de recoger ampliamente sus manifestaciones en textos que
desbordan de poesía, respeto y amor.
Víctor Manuel Arbeloa ha visitado Fitero en numerosas
ocasiones. Y ha escrito páginas preciosas de lo que pasa en nuestra villa
abacial: Fiestas, Barranco,... También ha recorrido Soria evocando a Bécquer,
junto a los álamos del amor del Duero. Su vocación de decir ha estado siempre
asociada al Estado (Navarra, España, Europa), a ese compromiso con la sociedad
en la que ha vivido, y que le ha permitido dejar su huella sin renunciar a
ninguna de sus creencias ni de sus vocaciones.
Septiembre, 1989
I Encuentros de Abadías Cistercienses en el Monasterio de Fitero
Jesús Bozal: Comentando
antes con el señor Arbeloa el tema del hermanamiento, de la colaboración entre
todas las abadías cistercienses, le preguntaba, y le pregunto ahora, cómo
podría llevarse a la práctica esta colaboración entre las abadías habitadas y
las no habitadas, y entre todas ellas y la Comunidad Europea.
Víctor Manuel Arbeloa:
“Bueno, muchas gracias. Pero, si me dejas, antes de contestar a eso, me
gustaría preguntar a los expertos una cosa que a mí me preocupa mucho como
ciudadano y como cristiano. Antes que nada, como somos amigos desde hace muchos
años, quiero felicitar al Ayuntamiento de Fitero y a sus colaboradores,
asesores, comenzando por D. Manuel García Sesma, por la organización de estos
encuentros.
Creo que es una
iniciativa que a toda persona a quien interesa la cultura, la historia, la
realidad de nuestro pueblo, llena de alegría y emoción. Yo, cuando veo un
sábado por la tarde, este salón lleno y, me está diciendo Ricardo, que ayer
había todavía muchas más personas, realmente me quedo aturdido. Esto quiere decir
que en el Ayuntamiento de Fitero; que en el pueblo de Fitero hay imaginación,
hay sensibilidad y hay un gran amor a su propia historia religiosa, patriótica,
a la identidad de su pueblo.”
“En segundo lugar, como
se ha dicho antes, soy aficionado a la historia, soy amigo y gran admirador del
Císter -como sabe el padre Mariano – y, en general, de la vida monástica. Yo,
personalmente, le debo mucho en mi vida.”
A continuación, planteó
el problema de saber cómo, siendo fieles a las fuentes tradicionales del Císter
(San Bernardo, etc.) “adaptarse a las circunstancias donde viven.” Porque “el
monje cisterciense no es un contemplativo, un aislado, un tío raro… Un
cisterciense es un cristiano que quiere serlo plenamente.”
El movimiento
cisterciense es un movimiento “ecuménico, que ha salido hacia afuera.” “Un
movimiento que está implantado tanto en el mundo rural como en las ciudades.”
Es decir, pequeños grupos trabajando en cosas muy elementales, en silencio,
simplemente dando testimonio de vida, metidos en ciudades pequeñas o grandes.”
Y, luego, continuó el señor Arbeloa está esa enorme experiencia, que saben muy
bien todos, de la acogida… la hospitalidad que siempre ha dispensado un buen
benedictino a miles de personas, que estamos confusos, aburridos, cansados, con
problemas de fe…, que nos acogen, nos atienden, estamos con ellos…”
Víctor
Manuel Arbeloa. “Bueno. Me dicen que continue porque no
he contestado a la primera pregunta. Creo que era importante decir esto. Voy a
hablar ahora en general de cómo veo yo el problema, de cómo desarrollar la
cooperación, el hermanamiento, el fomento de las visitas, las posibles ayudas
-dentro del contexto de la Comunidad Económica Europea, de la iniciativa
privada, etc., voy a decir algo de lo que me parece a mí todo esto. En general,
lo que importa -y lo sé por experiencia- es hacer cosas teniendo un sentido
claro de lo que se hace y luego pensar qué se va a hacer con ellas. Si nos ven
dudar mucho y nos ven que no sabemos qué hacer, pues nadie nos ayudará nunca.
Ahora bien, si se restaura el monasterio, si hay personas que estamos cerca de
él, si hay -como luego voy a proponer, de una manera muy personal, fuera del
marco de las conclusiones un interés que por parte de mucha gente, distinta,
diferente, venida de cualquier capa social, religiosa o política, y se hacen
cosas concretas, entonces todo irá bien. Luego podremos pensar qué se hace con
estas cosas hechas. Por ejemplo: el hermanamiento, la colaboración entre todos.
Nos acaba de hablar el señor Monreal y Tejada (representante de Hispania
Nostra) de una cosa muy concreta, que yo le agradezco mucho y en la que nunca
había pensado: la instalación en Fitero de un centro de documentación
cisterciense.
Estamos
dando una enorme importancia a la economía del ocio, a la economía del turismo.
Dentro de muy poco tiempo vamos a trabajar todos muy poco en el sector
primario. El sector secundario va a menos, también. Y entonces nos encontramos
con el auge del sector terciario. Millones de personas vamos a estar viajando,
yendo y viniendo, subiendo y bajando. Ese es el gran reto del futuro. Nosotros
hemos estudiado en el Parlamento Europeo los itinerarios culturales y su
entorno. Por eso es tan importante lo que decís aquí, en las conclusiones, del
fomento de las visitas al Monasterio de Fitero, las rutas turísticas que
conduzcan hasta aquí. Todo esto es muy importante.
Y
el turismo del futuro no será solamente para achicharrarse en la playa; habrá,
cada vez más, gente que quiera conocer la historia de tal o cual monumento, que
quiere ver el arte. Y ahí está lo nuestro, este Monasterio, por ejemplo.
Entonces,
y yendo a lo concreto, el hermanamiento sería muy importante, muy interesante.
Un hermanamiento con el pueblo cercano al Monasterio de l´ Escaledieu (Francia)
podría ser muy interesante. Esto consiste en enviar niños de un país al otro,
hacer intercambios deportivos, culturales, aprender lenguas. Todo esto es hacer
Europa.
Eso
otro que decía también en las conclusiones: una asociación, un patronato que se
encargue, desde el punto de vista oficial, con el Ayuntamiento, el Gobierno de
Navarra, etc., de plantearse el problema de saber qué se hace con el Monasterio
de Fitero, me parece importantísimo. Y una vez que lo tengamos (el patronato),
ya nos iremos imaginando qué podemos hacer.
Nos
estaba contando este joven sobre lo que han hecho en Aguilar de Campoo
(Palencia). ¡Qué maravilla! Clases, un colegio, charlas, conciertos, un centro
cultural… Por qué no una rama de los Festivales de Navarra, o de la Universidad
pública de Navarra, o de la Universidad de Navarra, charlas, coloquios, para
hacerlos aquí. En fin, muchas cosas.
Lo
importante es que haya personas, con entusiasmo, que tengan sentido de lo que
es eso, el Monasterio, el Císter, Fitero. Y, una vez que hay amor, cariño y
entusiasmo, a mucha gente se le ocurren muchas cosas. Y para eso están también
los poderes públicos, para dar el dinero que es de todos, a iniciativas que se
le ocurren a cualquiera. No vamos a estar esperando siempre que el Gobierno de
Madrid o de Navarra, hagan todo. Organicemos, pues, cosas como la de hoy los
poderes públicos tenemos la obligación moral y económica de ayudar a hacer lo
que se nos pide.
Leo
aquí, en el guión que habéis preparado para este coloquio, que os preguntáis en
qué medida la iniciativa privada puede colaborar en la recuperación de estos
monasterios.
Yo
creo que es una idea muy importante. Ahora, por ejemplo, los Festivales de
Navarra han organizado muchas cosas con el apoyo de la iniciativa privada.
Ahora
bien, lo mejor sería -y lo sabe mejor que yo el representante de Hispania
Nostra- que hubiera en España una ley de mecenazgo, pagarían menos impuestos, o
se les deduciría de los impuestos esas cantidades que la iniciativa personal
quiere invertir para salvar un monumento, para comprar cuadros o para dar
libros a una biblioteca, etc. Así se hace hoy en EE.UU., en Inglaterra, etc.
Quiero
terminar con lo que podemos hacer en el Parlamento Europeo. Desgraciadamente,
la educación y la cultura -donde se inscribe la restauración de los
monasterios- todavía son facultad exclusiva de los gobiernos nacionales. Por lo
tanto, La Comunidad Europea hace sugerencias, propuestas, quiere coordinar
ideas, pero no puede obligar todavía a los gobiernos porque, repito, los
gobiernos no nos han dado todavía ese poder para que nos metamos en esos
asuntos. Pero, por ejemplo, los Amigos del Monasterio de Fitero o Hispania Nostra,
etc. podrían constituirse en eso que se llama una organización no
gubernamental, como es Cáritas o la Cruz Roja. Organismos internacionales que
tienen una audiencia continuamente.
Por
otra parte, así como en Francia existe la ruta de los Castillos del Loire, las
rutas turísticas de las abadías -algunas de ellas preciosas- en las que se
encuentran museos, exposiciones de muchas cosas, conciertos, etc., aquí también
se podría fomentar alguna ruta de Monasterios cistercienses; podría ser una
ruta, en pequeño, del Camino de Santiago. Ruta que vive un gran esplendor
económico, turístico y cultural. Esta idea podría ser muy interesante.
También
os animo a que, cuando se hagan otras jornadas como éstas, invitemos en
concreto a algunas personas del Consejo de Europa, que es una asociación que
tiene más proximidad con estos temas. Una institución europea que se ocupa de
estos temas. Invitar a algún miembro de este organismo supondría el que esta
persona viera con sus propios ojos los problemas que hay aquí, y esto es muy
importante. Pues, ojos que no ven, se suele decir, corazón que no siente.
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