Juan Larrea Luis

                                                      Juan Larrea Luis

                                                (1848-1929)

 FAMILIA LARREA

Tanto Juan Larrea como su sobrino Simón participaron en el proyecto y construcción de la enorme sacristía del Monasterio.

En la construcción de la Biblioteca de dicho Monasterio, último aporte decorativo de la remodelación barroca de la primera mitad del siglo XVIII, Juan Larrea, uno de los grandes arquitectos del barroco navarro, dirigió el primitivo entablamiento.

Como dato curioso en la construcción de dicha Biblioteca, fechada en 1607, un vecino de Inestrillas (La Rioja), de nombre Alfonso Vallejo, trajo de Talavera de la Reina 120 arrobas de azulejos para la construcción de la bogada y para afianzar el edificio se trajeron 60 carretadas de piedra. 

COSAS DE MI ABUELO JUAN LARREA LUIS (1848-1929)

Por Jesús Sanz Larrea

Construyó junto con su hijo Saturnino el panteón de la familia Huarte Francés en el cementerio de Fitero. Un panteón muy artístico y que llama siempre la atención.

Contaba mi abuelo que en los trabajos de ese panteón, entre los obreros que llevaba, había uno de Cintruénigo que le decían “el Caín”. Una tarde verano, después de la siesta, el buen “Caín” no aparecía. Todo el mundo preguntaba por él. Cuando al fin apareció, mi abuelo le preguntó que en dónde se había metido. “Caín” le dijo que había estado dentro de un ataúd para personas pobres sin caja y, como le molestaban las moscas, se tapó con la tapa. Mi abuelo le recriminó por el peligro de posible infección.

Reparando un altar en una iglesia de Corella, apareció un cajón y, avisado mi abuelo, les dijo a los obreros que lo abrieran, encontrando en su interior el cuerpo de un sacerdote vestido con la ropa de liturgia.

Construyendo una carretera en Pamplona, una noche que estaba durmiendo en una cabaña de la obra, llamaron a la puerta y, al abrirla, se encontró con dos hombres en plan agresivo. Uno de ellos reconoció a mi abuelo, pues estuvo trabajando algún tiempo para él, y le dijo que gracias a que lo había reconocido le respetaban, pues en caso contrario los hubieran atado para robarles. Le pidieron además una manta y pan y le dijeron que les estaba siguiendo la guardia Civil y que por favor no les dijeran que les habían visto. Efectivamente, a las horas, aparecieron los guardias. Mi abuelo, en la puerta de la cabaña, les dijo que por allí no habían pasado (por la puerta, claro). De esa manera no mintió mi abuelo que era muy católico.

Una de las precauciones que tomaban en verano, en los días de tormenta, consistía en refugiarse en la caseta, sacando las barras de hierro que tenían para su trabajo, clavándolas en la tierra alejadas de la cabaña y de esa manera protegerse de las chispas, a modo de pararrayos eléctricos.

 

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La imagen de San Juan de los Larrea de Fitero y apuntes genealógicos de sus poseedores

                                                              Por Ricardo Fernández Gracia, 2016

En 1741 fallecía en Pamplona uno de los grandes maestros arquitectos que trabajaron en Navarra durante la primera mitad del siglo XVII: Juan de Larrea, natural de Durango en Vizcaya. Había casado con Ana de Aliaga, que posiblemente fuese de Fitero, en donde había una larga línea de los Aliaga desde el siglo anterior. Las obras y actividad de Juan de Larrea se localizan a lo largo de la geografía foral: Tafalla, Baztán, Pamplona, Sorlada, Artajona, Durango, Puente la Reina, Caparroso, Mendavia, Lodosa, Miranda de Arga, etc., destacando sus informes y diseños para grandes conjuntos arquitectónicos, como la torre del santuario de San Gregorio Ostiense o la ampliación de la parroquia de Santa María de Tafalla. De su pericia y buen hacer dan fe las expresiones elogiosas con que le calificaban sus coetáneos, al afirmar que era “persona práctica e inteligente en las obras de arquitectura y cantería”, “maestro de todo crédito y de la mayor aprobación”, así como de “uno de los primeros maestros que se conocen en este reino.

En la década de los treinta del Siglo de las Luces estuvo residiendo en Fitero, dirigiendo, con toda seguridad, el proyecto constructivo de la capilla de planta combinada de la capilla del Santo Cristo de la Guía[1] (1732-1736), panteón del abad don Plácido del Corral y Guzmán. En Fitero dictó su testamento definitivo en 1732, en el que legaba a su hermano Martín su extensa biblioteca y las herramientas de trazar o diseñar, en tanto que dejaba a su sobrino Simón de Larrea toda la herramienta relacionada con la carpintería y la cantería.

          Simón de Larrea, hijo de Cristobal de Larrea y Rosa Cortés, residía en Larraga y llegó a Fitero en los momentos en que su tío residía en esta última localidad. En Fitero casó Simón, en 1733, con Magdalena de Yanguas, hija de Miguel de Yanguas y Ana María Carrillo. Del matrimonio partió la línea de esa rama de los Larrea en Fitero, denominándose desde entonces en la localidad como los “canterillos”, apelativo o mote familiar que ha llegado hasta nuestros días. La familia se avecindó en la calle de San Juan y poseyó de generación en generación una pequeña escultura de San Juan Bautista niño, vestido con las pieles y acompañado del corderillo, siguiendo los usos de la escultura de pequeño formato de época barroca. A fines del siglo XIX sufrió una restauración según los usos del momento.

Simón trabajó en su especialista, como cantero, en numerosos lugares y proyectos, entre ellos la propia capilla del Cristo a la que nos hemos referido (1732-1736) y la cátedra del púlpito del Monasterio (1733), realizada con piedra negra de Igea (La Rioja) y con sillares de la cantera de Calatorao, propiedad del cabildo del Pilar de Zaragoza, la misma que se utilizó en obras tan señeras como el trono y capilla de Santa Ana de Tudela.


La imagen a que nos hemos referido se guardó en el domicilio familiar de la Calle de San Juan hasta hace un siglo y hoy es propiedad de Jesús Sanz Larrea, a donde ha llegado de generación en generación. Es posible que la es cultura perteneciese a Juan de Larrea, por llevar el nombre del santo precursor y haber legado todo el utillaje de su profesión a su sobrino Simón. El hecho de que Simón heredase, como veremos, no sólo las herramientas de su oficio sino también la ropa de su tío Juan, hace sospechar que junto al ajuar también llegarían los objetos de la casa.

Se trata, con toda seguridad, de la imagen más antigua de las que se veneraban en la calle San Juan y que se exhibían en el día de su fiesta, entre las que había otra de posterior cronología propiedad de la familia del obispo fiterano Miguel de los Santos Díaz y Gómara (1885-1949).


Juana Burgos Yanguas (1856-1929)

Simón de Larrea quedó establecido en Fitero y en noviembre de 1741 reconocía que estaba en posesión de los vestidos y herramientas que le había dejado su tío Juan. Le sucedió su hijo Francisco Larrea Yanguas nacido en 1742, que casó en 1763 con Gertrudis Gómez. Siguió Vicente Anselmo Larra y Gómez, nacido en 1765, que contrajo matrimonio con Ignacia Ramos en 1796. Ambos procrearon a Simón Larrea Ramos (1818-) que mantenía su oficio de cantero y contrajo matrimonio en 1824 con Juana María Luis (1820-). Hijo de éstos fue Juan Clímaco Larrea Luis, nacido en la calle de San Juan, número…, el 27 de marzo de 1848, fallecido en 1929, que casó con Juana Burgos Yanguas en 1881. Del matrimonio nació Felisita Larrea Burgos, en 1899, y de ésta última, casada en 1930 con Gregorio Sanz, nació Jesús Sanz Larrea, actual poseedor de la imagen.

Como se ha visto el nombre de Simón se repite en ese árbol genealógico y queda por comprobar si José Simón de Larrea, grabador, activo en México entre 1795 y 1820 tuvo algún parentesco con la genealogía fiterana de los Larrea o sus parientes originarios de Durango.

El pasado día 14 de agosto, en el contexto de una conferencia que impartimos sobre algunos bienes muebles de la abadía, la imagen de San Juan se colocó en el púlpito, en un viaje en el tiempo de reencuentro y diálogo entre la obra y quien la realizó, hace doscientos ochenta y tres años.

El matrimonio Juana Burgos Yanguas y Juan Larrea, abuelos de Jesús Sanz Larrea, tuvieron tres hijos: Felisa, Marina y Encarnación, religiosa.




[1] Hoy de la Barda. 



Monasterio de Sopetrán. Hija, Guadalajara.


El olivo llamado "Sopetrán"

Fitero 1987


                                                                                                   Por Jesús Sanz Larrea

Según los datos que he podido recopilar, hacia el año 1919 se arrancó en Fitero un olivo de dimensiones descomunales llamado "Sopetrán", Este nombre sería originario posiblemente del Monasterio benedictino de Sopetrán -hoy en ruinas-, situado cerca del pueblo de Torre del Burgo (Guadalajara), cuya Virgen, que goza de mucha devoción en la comarca, por los milagros y bonitas leyendas que se le atribuyen, lleva el nombre de la Virgen de Sopetrán. En esa comarca se ven extensiones de olivos muy viejos, según pude ver y fotograiar en una visita que hice en mayo de 1997.

    El olivo de "Sopetrán" staba situado en la parcela 1214 del polígono 2 del término de "Abatores", siendo sus propietarios los herederos de Manuel Mª Alfaro, perteneciente actualmente a Victoria Yanguas Rupérez. 

    Eran tales sus dimensiones que, para abarcar el perímetro de su tronco, hacían falta cuatro hombres con los brazos extendidos, lo que equivale aproximadamente a unos siete metros de circunferencia.

    En una cosecha que recuerdan, y que no fue de las mayores, recogieron 36/37 robos de oliva -medida muy utilizada entonces-, equivalentes a 750 kilos. 

    La cantidad de leña que sacaron cuando lo arrancaron fue de unas 900 robadas, además de un gran montón de astillas, que traducido en kilos supone unas 13 toneladas.

    Por aquellos tiempos, el precio al que se vendía una arroba de leña (13,5 kilos) era de 7 "perrillas" (35 céntimos de pesetas).

    Como dato curioso, cuentan que en el lugar donde estaba situado el árbol han sido incapaces de criar nada. 

    Gracias a los recuerdos de José Gracia Rupérez, persona que participó en el arranque del olivo -entonces tenía yo 8 años-, podemos saber que dicho árbol tenía tres brazos y que, al cortarlos, uno de ellos cayó a una acequia próxima. Era tal su peso que tuvieron que romper la acequia para sacarlo y así poder trocearlo.

    La edad del árbol no se puede calcular, pues seguramente fue plantado por los monjes del Monasterio, quienes estuvieron en Fitero casi 700 años, por lo que se puede pensar que este olivo podría tener varios cientos de años. 



Pequeñas Historias Antiguas

El Fantasma de Igea

Fitero-2002


Por Jesús Sanz Larrea


En mis tiempos jóvenes, oí a mi madre un suceso que ocurrió en Igea, pueblo riojano situado a unos 14 kilómetros de Fitero. Contado ahora, parece más de ciencia-ficción que una historia real, pero que, efectivamente, ocurrió. Uno de sus protagonistas fue mi abuelo materno, Juan Larrea Luis. Ocurrió hacia 1890. 

    Para comprender esta historia, hay que situarse en aquella época y comprender la ignorancia del pueblo sencillo, la falta de información, el poco o nulo alumbrado público -pues este hecho sucedía por la noche, la escasa vigilancia, etc. 

    El caso es el siguiente. Mi abuelo tenía un sobrino en Igea, y solía ir al pueblo a pasar algunos ratos con él. En una de sus visitas, le contó que la gente del pueblo estaba temorizada y asustada, porque, algunas noches, se aparecía un fantasma por el camino vecinal que unía Igea con Cornago. El camino pasaba junto al cementerio, que estaba situado entonces en lo que hoy son las escuelas.

    Mi abuelo, de fuerte formación religiosa, no creía la historia del fantasma. Ante la insistencia del sobrino, una noche se propuso comprobarlo. 

    Mi abuelo era de complexión fuerte y estaba muy curtido en la vida por los muchos avatares vividos. Así que, cierta noche, salió al camino vecinal a la que que aproximadamente solía salir también el fantasma. Se armó de una navaja de enormes dimensiones (que solía llevar siempre cuando salía de casa, y que era de esas que, al abrirla, produce ruido de "carracla") y esperó acontecimientos. Al cabo de un rato, vio venir de lejos, de la parte de Cornago, una figura grande, blanca y con una luz en la parte alta de su cabeza. Mi abuelo que, como digo, no creía en esas apariciones, pensó que era un hombre como él. Se plantó en medio del camino y esperó a que se acercara más. Cuando el fantasma se iba a cercando, mi abuelo comenzó a sacar la navaja, la abrió despacio, sonando a "carracla", y esperó  hasta que el fantasma se paró delante de él. Mi abuelo pensó: ¡Ya es mío! Pensó que, si hubiera sido un ser sobrenatural, no se hubiera parado. Mi abuelo siguió acercándose con la navaja apuntándole al pecho, y fue entonces cuando el "fantasma", contrariado, dio media vuelta y empezó a correr perseguido por mi abuelo. Aunque el "fantasma", mejor conocedor del terreno, y, valiéndose de la oscuridad de la noche, logró despistar a mi abuelo, aunque se le cayó por el camino el artilugio. Mi abuelo optó por regresar al pueblo sin conseguir alcanzarle,

    Al día siguiente, avisaron a la guardia Civil más próxima, registraron los alrededores y encontraron el artilugio, pero no al "fantasma". Y así terminó la historia que, aunque parezca un cuento, fue real.

    Después se descubrió que una cuadrilla de personas usaban al "fantasma" para asustar a la gente, de manera que tenían el camino libre para pasar diversas cosas de contrabando. 

    Consultando a algunos vecinos de Igea, nadie conocía dicha historia, pero, sí que me informó el anterior alcalde -que da la casualidad que se llama igual que yo, Jesús Sanz- que por aquellos años años Igea era un pueblo de contrabandistas, al estar próximo a los reinos y provincias de Aragón y Navarra. De esta manera se entiende mejor esta historia. 


FAMILIA LARREA

Por Jesús Sanz Larrea

Tanto Juan Larrea como su sobrino Simón participaron en el proyecto y construcción de la enorme sacristía del Monasterio.

En la construcción de la Biblioteca de dicho Monasterio, último aporte decorativo de la remodelación barroca de la primera mitad del siglo XVIII, Juan Larrea, uno de los grandes arquitectos del barroco navarro, dirigió el primitivo entablamiento.

Como dato curioso en la construcción de dicha Biblioteca, fechada en 1607, un vecino de Inestrillas (La Rioja), de nombre Alfonso Vallejo, trajo de Talavera de la Reina 120 arrobas de azulejos para la construcción de la bogada y para afianzar el edificio se trajeron 60 carretadas de piedra.



DOS HECHOS OCURRIDOS EN FITERO DE CIERTA RELEVANCIA DURANTE LOS AÑOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

FITERO 2016

Jesús Sanz Larrea

1º.- Durante los meses de noviembre y diciembre de 1938, estuvieron aquí un batallón de soldados de infantería gallegos del bando nacional. Se instalaron en las escuelas (hoy centro médico y hogar del jubilado) y almacén de Eduardo Aliaga (hoy de Javier Rupérez) y lo que es hoy el cine Calatrava. Hacían vida cuartelera, la cocina estaba a la entrada del Cortijo desde el Paseo San Raimundo y a la entrada de la plaza de las malvas, todavía se pueden ver restos de las paredes manchadas de negro por el humo en la casa del Abad. Los mulos los llevaron a los bajos de la fábrica de aceite de coco para la elaboración de jabón de Gervasio Alfaro (hoy bodegas Ontañón). Les tocó aquí la fiesta de la infantería (8 de diciembre), la Purísima Concepción y asistieron a la misa que previamente adornaron el altar mayor con diferentes armamentos, fusiles, pistolas, ametralladoras, etc. La compañía de ingenieros, en prácticas, construyeron un puente de madera para atravesar el río Alhama en el paso de la madera, este puente resistió hasta que vino una crecida del río y se lo llevó. A estos soldados los llevaron al frente de Teruel y según se corrió, murieron casi todos, triste final como tantas y tantas personas por tan terrible guerra.

2º.- A principios de 1937, el Estado Mayor de la Legión Condor 8 alemana del general Kindelan se instalaron en los Balnearios nuevos y en el invierno y primavera, al empezar la temporada oficial de los Baños, se trasladaron a Alfaro y volvieron nuevamente a los Baños hacia mediados de octubre hasta la primavera de 1938. Componían dicho Estado Mayor alrededor de un centenar de jefes, oficiales, subalternos y simples soldados. En la Noche Buena de 1937 les ofrecieron a la servidumbre de los Baños un buen banquete servido por los soldados, y en Noche Vieja, les hicieron sendos regalos. También ocuparon en el pueblo la casa nº 31 Pº San Raimundo, jefes y oficiales ocupaban el chalet nº 99 de la calle Mayor donde estaba el médico que también atendió a algunas personas del pueblo gratis. Los vehículos los dejaban en el Paseo San Raimundo, motos, sidecares, coches, camiones, etc. hasta llenar el paseo. Los bidones de gasolina los tenían en lo que es hoy cine Calatrava. La cocina en los bajos de la casa de Gervasio Alfaro, donde estuvo el convento de las monjas clarisas. Solían comer mucha carne de vacuno que se les mataba el carnicero Ricardo Yanguas el "chato", la comían cruda picada aliñada con ajos, cebollas y especias, también guisada, las pieles las guardaban en la antigua biblioteca de los frailes. Fumaban unos cigarrillos en cajas metálicas (ver foto) y las tiraban o se las daban a la gente y muchas mujeres las usaban como monederos, para las monedas de cobre de 5 céntimos de peseta (perrillas), 10 céntimos (ochenas), 25 céntimos de níquel (reales), 1 peseta, 2, 5 y 20 pesetas de papel. Tenían también banda de música y solían desfilar por las calles del pueblo, ellos muy marciales. También visitaban a menudo el horno de pan de la "Coronela" en el barrio bajo nº 11, pues les gustaba mucho las pastas y los roscones.

Desde los Baños al pueblo tenían en las cunetas de la carretera un tendido de cables para las comunicaciones entre ellos. Por aquí se corrió que una noche vino Franco con otros jefes aunque no dispongo de datos concretos de esta visita.

También, varios soldados alemanes alquilaron para dormir una habitación de la casa nº 16 de la calle San Juan, donde vivía la señora Victoria Yanguas (Balicasas). A esta señora le llamó la atención que para dormir, se ponían unos chalecos con unas pilas y así combatir el frío de la noche, y un día les preparó para cenar unos huevos fritos con aceite de oliva, desconocido para ellos. Este aceite les gustó tanto que tuvo que hacerles estos huevos todas las noches.

En aquellos años, el Ayuntamiento dispuso de unos bajos de edificios señalizados por unos círculos de colores para un posible bombardeo, que yo recuerdo uno en la casa nº 1 del Paseo San Raimundo y otro en casa de la Bozal al final de la calle La Patrona, pero que gracias a Dios no se produjo.

Por entonces, el Ayuntamiento lo componían el alcalde Fernando Escudero, los concejales Francisco Jiménez, Elías Falces, Julio Fernández, el secretario Joaquín Mustienes y después Raimundo Azpilicueta, el párroco Julián Martínez.

Hasta aquí estos hechos de cierta relevancia, que se pueden contar gracias a la colaboración de ciertas personas mayores, principalmente José Torrecilla y a los que estoy muy agradecido por facilitarme tales datos.

 

LA PLAZA DE TOROS DE FITERO

FITERO 2017

Jesús Sanz Larrea

Se construyó en 1896-97 por el carpintero de Fitero Francisco Furriel. Tomó las medidas del ruedo de la plaza de toros de Corella y las trasladó a la contrabarrera sin tener en cuenta el callejón y la barrera, pues las tuvo que aplicar después, quedando más pequeña que la de Corella, la vendió al año siguiente a Anastasio Andrés, la heredó su hijo Eloy y en 1901 sus herederos. En 1933 la traspasaron al Ayuntamiento; el primer heredero la vendió por 16000 pesetas y el otro la permutó donde vivía por la casa nº 48 de la calle Mayor. Fue inaugurada con 2 corridas los días 13 y 14 de septiembre de 1897 por el matador Félix Velasco y su cuadrilla compuesta por el sobresaliente Escolástico Mendoza (Escola), picadores Juan Vicente (Cerrajas), Felipe Salvador y Andrés Navarro (Decidido), banderilleros Eulogio Díaz (Algabeño) Escolástico Mendoza (Escola) José Hernández (Guitarrero) y Joaquín Calero (Calerito) puntillero Guitarrero. Se lidiaron 6 toros (3 cada día) de 3 años y 4 hierbas de la ganadería de Beriáin, con divisa encarnada y blanca. Los lidiadores ejecutaron en esta corrida las peligrosas suertes del salto de la "garrocha" y "el quiebro de rodillas", como complemento de cada una. Se soltaron 4 vacas bravas para los aficionados de la localidad. La entrada más cara (la de palco) costó 3 pesetas y la más barata (la general) 1,5 pesetas.

En los primeros tiempos de la plaza, las corridas fueron con picadores pero éstos no tardaron en suprimirse pues los caballos no iban protegidos con petos que además de ser un espectáculo cruel y repugnante, los pobres caballos los destripaban y a los empresarios les resultaban demasiado caro. Sin embargo de tarde en tarde también se hicieron. Yo también me acuerdo de algunas.

Por el ruedo de Fitero, desfilaron novilleros y toreros desde el gran estoqueador aragonés Nicanor Villalta, que le nombraron hijo adoptivo por las corridas que protagonizó a beneficio del hospital y de los pobres. El músico y compositor Lorenzo Luis (Carrascas) le compuso un pasodoble con su letra. También desfilaron por este ruedo novilleros que llegaron a ser posteriormente toreros famosos como Paco Camino, Miguel Marques, Julio Vega (el Marismeño), Manolo Cortés, Raúl Aranda, José Ortega, Paco Alcalde, Gregorio Sánchez, algunos hispanoamericanos como los venezolanos Aurelio Salamanca, Morenito de Maracay, los colombianos Lucio Requena y Pedro Domingo. La mayor parte de estos toreros vinieron a Fitero por mediación del banderillero Joselito de la Cal.

También torearon algunas mujeres, siendo la primera en 1932, una joven fiterana Remedios Irisarri (la lincha), la cual se limitó a dar unas cuantas espantadas a un novillo, sufriendo un revolcón sin consecuencias. En 1961 actuó una rejoneadora, Gina María, en 1975 2 novilleras, una francesa Pierrette La hourdíe anunciada pomposamente "la princesa de Paris" y otra española Mari Cruz Gómez, y en 1980 3 rejoneadoras españolas Begoña

Iglesias (Begoñita), Soledad Sánchez y Carmen Tercero (Carmunchi). El año anterior, 1979, también actuaron 2 rejoneadores españoles Jacinto Moreno y Diego García de la Peña.

Al principio solo se celebraron corridas en las fiestas de la Virgen de la Barda, pero a partir de la segunda mitad de la década de los 50 del siglo pasado se empezaron a organizar novilladas extraordinarias en las fiestas de San Raimundo en favor de la Beneficencia municipal en las que tomaron parte toreros famosos traídos por el influyente empresario madrileño Manuel Becerra, a causa de la amistad que tenía con nuestro paisano Don Fausto Palacios a la sazón alcalde de Fitero. Los diestros toreaban desinteresadamente, eran alojados gratis en el balneario nuevo (hoy Gustavo Adolfo Bécquer) y el Ayuntamiento les obsequiaba con un banquete. Don Manuel Becerra fue nombrado hijo adoptivo de Fitero. En dichas novilladas tomaron parte Antonio Chenel (Antoñete), Joaquín Bernardo, Marcos de Celis, Antonio Bienvenido, Victoriano Valencia, Andrés Vázquez y Rafael Chacarte. Desde entonces siguió la costumbre taurina de la fiesta de San Raimundo aunque sin carácter benéfico salvo en el periodo de 1971-75 en que las organizó José Chinchilla Igea, tomando parte en ellas Antonio Bienvenida, Victoriano Roger (Valencia), El Viti, Ángel Teruel, Raúl Aranda, Miguel Márquez, Manolo Cortés, José Antonio Galán, Paco Alcalde y el mismo Pepe Chinchilla a quien el Ayuntamiento otorgó el título de hijo adoptivo de Fitero el 15 de marzo de 1975.

También pasaron momentos trágicos; la más histórica fue la muerte del matador sevillano José Rodríguez David (Pepete) a consecuencia de una cogida grave sufrida el 12 de septiembre de 1899 por un toro de Zalduendo. Otra espectacular fue la muerte del mozo fiterano Tomás Falces Solana (el Tumbo) que era un recortador habilidosísimo; ocurrió en la fiestas de septiembre de 1941; por la mañana después del encierro, había hecho unos recortes escalofriantes y repitió por la tarde con las vacas de después de la novillada y una lo lanzó aparatosamente por los aires desnudándose al caer cabeza abajo.

Otra tragedia taurina ocurrió en 1921 pero no en la plaza de toros sino en el paseo San Raimundo, convertido circunstancialmente en coso taurino a causa de un desacuerdo entre el propietario de la plaza de toros y el Ayuntamiento. Entonces, éste organizó un festival taurino gratuito en el paseo, cerrándolo previamente como antaño. Se corrieron 2 toros demasiado grandes y bravos y resulto muerto el tío Flores (Pablo Alfaro) en la cochera del tío Patricio Alfaro y herido en una pierna Isidoro Santesteban que se quedó cojo para siempre; uno de los toros abrió una brecha en la barrera de maderos del extremo S.E. del paseo y huyó por la huerta a campo a través.

Varios años también se celebraban becerradas para las cuadrillas del pueblo. La más simple y vistosa fue la de 1916 en la que actuaron de espadas Amado Urmeneta y Fausto Palacios, de sobresaliente Ángel Francés, de banderilleros Ángel Francés, Prudencio Yanguas (el Madriles) y Manuel Pueyo, puntillero el Madriles. En cambio la más numerosa

fue la de 1951 en la que tomaron parte nada menos que 10 mozos, figurando como espadas José González (el zagal) y José María Pérez (el chico del Pujabante), sobresaliente José Luis Berdonces (el presumido), banderilleros Isidro Ochoa (el chicote), Manuel Rupérez (el cómico), Manuel Fernández (el chico de los charquillos), Julio González (el lirio), Ramón Huete (el revoltoso) y Alfredo Alfaro (el guripa), puntillero Alfonso Yanguas.

En fin en 1963 tomó parte en la novillada del lunes Darío Romero de Fitero con Pedrete de Madrid, José Mejías de Sevilla y Ángel Liarte y en la becerrada del miércoles intervinieron como espadas los aficionados locales Carmelo González (el canciones) y José Luis Gómez (el temerario).

También ha servido la plaza para otros espectáculos artísticos musicales durante las fiestas patronales. Los más espectaculares fueron la representación de la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer, La Cueva de la Mora, por el grupo artístico de Fitero. Y otro grandísimo fue el concierto de zarzuelas por la Banda de Música y Coro Santa María la Real de Fitero.

Hasta el día de hoy se siguen dando los espectáculos taurinos en la plaza de toros desfilando toreros importantes como Aparicio, Manzanares, Finito de Córdova, El Cordobés, el Capea, etc. pero en las fiestas de San Raimundo del 15 de marzo; y también en las fiestas de la Virgen de la Barda otros espectáculos taurinos menos importantes.

Un dato curioso: allá por los años 50 del siglo pasado, 2 albañiles de Fitero José Luis Fernández y Javier Yanguas escavando en un punto del cementerio del pueblo para construir una sepultura nueva, y ante su sorpresa, descubrieron unos restos humanos junto con otros restos de un traje de luces de colores verdes y amarillo y dedujeron que se trataba del torero sevillano "Pepete" que allí lo habían enterrado.

Datos sacados del libro Miscelanea Fiterana de Manuel García Sesma


 

LA COFRADÍA DE SANTA LUCÍA EN FITERO

FITERO 2020

Es la cofradía más antigua de la parroquia, se fundó en el año 1543 siendo abad Fray Martin de Egues y Cuante (Egues II) por los testamentos de los esposos Julio Bea y María Atienza. Se formó con 60 hombres con los siguientes apellidos: Gómara (ya desaparecido), Andrés, Yanguas, Jiménez, Alfaro, Sanz, Pérez, Carrillo y Calleja. De la documentación de su fundación, no se conserva nada, pues los cófrades le tenían un odio al Abad fundador Martin de Egues por su mal carácter, según decían, así que a la muerte de dicho Abad arrancaron las hojas del libro de su fundación y borraron las firmas. En los primeros años de la cofradía, los abades tenían el derecho de inspeccionar los libros de la cofradía, siendo al parecer pagadas, pues por ejemplo en la de 1689 la de Santa Lucía pagó 4 reales de derechos. Al principio se resistían, entre ellas la de Santa Lucía, a aceptar las inspecciones tal y como ocurrió en 1627 en que el mayordomo Juan Salvador se opuso a la visita del Abad Fray Plácido del Corral y Guzmán. Los amenazó con la excomunión si no les prestaban sus libros en el término de 3 días, pero se negaron a ello por varias razones; por fin el Abad hizo la visita de los libros pero en la de Santa Lucía se encontró que habían arrancado las hojas de los libros como he dicho anteriormente. El Abad les obligó a que los repusieran condenándolos al pago de 8 reales por las asesorías y de 4 reales por los derechos de sello. Después de aquellos años no hay noticias escritas hasta el año 1901. De la historia de esta Santa, cuya imagen era una tabla pintada y coronada, tenía por entonces una capilla; más tarde estuvo incorporada a otros altares hasta que a mediados del siglo XIX se le erigió un altar propio en el testero del arco izquierdo del 2º tramo de la nave central, siendo desmantelado en 1965 por el párroco Don Jesús Jiménez Torrecilla, pasándola a un altar de la nave izquierda y ya últimamente a un altar de los ábsides. La cofradía debió de poseer antaño hacienda propia como la de San Miguel, pues en 1613, su alcalde Juan de Bea vendió un corral de la misma a José Zufías con un censo de 6 reales anuales. Las posesiones solían venir de donaciones de los devotos.

Copio el primer balance de 1901 (como curiosidad): 

DATA 

(Gastos) en pesetas 

CARGOS (Ingresos) en pesetas 

Cera gastada en alumbrado de la Santa 22,87

Arreglar y planchar los paños del altar 8,75

A Joaquín escudero por las arañas 14A

Albañiles y carpinteros por colocarlas 5

2 misas 4 

Por 1 libro para el asiento de la cofradía 3 

Otro para el altar 4,75 

Ayuda al que da los bizcochos 4 

A Lázaro Yanguas: formación de cuentas 1,50 

TOTAL: 71,87


 CARGOS (Ingresos) en pesetas

Recibos de anteriores mayordomos 30,80 

Entrada de Francisco Yanguas 3 

Aportación de cada cófrade 0,75 

Censo Domingo Huarte 7,50 

TOTAL 86,30

A FAVOR DE LA COFRADÍA 14,43 PESETAS

Las aportaciones de los cófrades para mantener la economía fueron subiendo poco a poco como es natural, de 0,75 pesetas, a 0,80 luego 0,90 luego 1 peseta hasta que en 1958 saltó a 5 pesetas y la ayuda a quien daba los bizcochos de 50 pesetas, pues hasta ese año era de 4 pesetas. Después subió a 100 hasta que debido al aumento del nivel de vida, esto se suprimió. De las aportaciones de los cófrades hubo 4 años que fueron voluntarias, hasta que el año 1987 fue de 25 pesetas, en 1996 de 50 pesetas y ya en el 2020 se pasó a 1 euro, en 2003 a 2 euros que sigue vigente en 2020. Del censo o renta (que no sé de qué viene) que pagaba Domingo Huarte 750 pesetas, fueron cambiando los nombres: Marcelina Chueca, Sixto Huarte, Benjamín Riverta, Enriqueta Huarte y Domingo Huarte que al morir este señor en el año 1963 se suspendió dicho censo que ya ascendía a 15 pesetas. Antes ya había subido a 5 pesetas. A estas personas se les obsequiaba todos los años con un par de bizcochos. En el año 1960 el encargado de dar los bizcochos murió y la cofradía se hizo cargo de darlos con factura de confitería Falces de 78 pesetas. El relevo de los cofrades se hacía al morir alguno o darse de baja, que en junta general se hacía público, teniendo derecho el de mayor de edad hijo de cófrade. Así hasta el año 2000 que no hubo ningún hijo varón y se acordó dar entrada a hijas socios, siendo las primeras María Blanca Yanguas Lauroba y María Jesús Sanz Ramos,

pero siempre guardando el derecho de los hombres y de esta manera se sigue manteniendo los 60 cófrades. Según las actas, durante la república y la guerra civil, no se suspendió la celebración. La forma de celebrar el día de la Santa, es el 13 de diciembre. Una costumbre ya desaparecida hace muchos años era que la noche anterior, unos chicos recorrían las calles del pueblo haciendo sonar una campana colgada al cuello, gritando "todos los cófrades de Santa Lucía acudan mañana a la misa primera (7 de la mañana)". Hace tiempo se cambió a las 7 de la tarde. Así ese día, se acudía a oir la Santa misa, y al salir se marchaba al son de una campana a la casa del cófrade que le tocaba dar ese día los bizcochos, que ya los dio el segundo día del año anterior. Ya en la puerta se formaba un semicírculo y en bandejas se repartían los bizcochos junto con unos vasos pequeños de anís y moscatel, al mismo tiempo se pagaba la cuota. Previamente eran bendecidos por el párroco. Al día siguiente, la misa se ofrecía por los difuntos de la cofradía, y lo mismo que el anterior pero primero a la casa consistorial (Ayuntamiento) para celebrar junta general, exponer las cuentas y aprobarlas, también si había alguna baja se proponía a cubrirla y por último se nombraba al mayordomo para dar los bizcochos el segundo día del año siguiente pues el de hoy los dará el primer día del próximo año y así siempre por lista. Como el nivel de vida es hoy diferente, se ha aumentado la oferta con bizcochos pequeños y grandes, más bebidas, cafés, leche, etc. (ver fotos). El derecho a usar la casa consistorial (Ayuntamiento), según un cófrade muy antiguo ya difunto, era que la cofradía tenía una casa que la cedió al Ayuntamiento con esa condición. Según unos datos, la primera casa consistorial del Ayuntamiento de Fitero, a últimos del siglo XVI o a primeros del XVII, la cofradía se reunía donde podía e incluso en la calle, ese derecho no está documentado. Una anécdota: en los años después de la guerra civil española en la que tanta escasez hubo, le tocó dar los bizcochos a un cófrade que carecía de posibilidades y la cofradía accedió a que en lugar de bizcochos diera "mostachones", unas pastas que ya conocemos todos en Fitero. 


HISTORIA DEL TEATRO CINE CALATRAVA DE FITERO

FITERO

los bienes del Monasterio de Fitero. El día 15 de diciembre de 1845, Juan Miquel Barbería y Urriza, remató por 4400 reales de vellón el refectorio nuevo del Monasterio ( hoy teatro cine Calatrava) . También compró otras fincas por las cuales las daban en arriendo a vecinos del pueblo cobrándoles unos censos (rentas de 1092 robos de trigo) depositándolos en dicho refectorio. Al morir este señor, la transmisión sucesiva de su censo enfitéutico fiterano, recayó sucesivamente en su hermano D. Antonio, en el hijo de éste D. Pedro Barbería y Armasa y en el hijo del anterior D. Antonio Mª Urbano Barbería y Mutiuzabal. Los vecinos no estaban conformes con estos censos y entablaron pleitos que perdieron hasta ya no aguantar más y cuando vino a cobrar el último heredero D. Antonio Mª Urbano Barbería, se abalanzaron sobre él y no le lincharon por la protección de los alguaciles y guardia civil. Representantes de este señor siguieron reclamando dichos censos pero no lo consiguieron.

A partir de 1835, por la desamortización de Mendizabal, se fueron subastando

De los representantes y administrador D. Fernando Palacios Pelletier, asumió dicho refectorio y a principios del siglo XX este señor lo transformó en teatro con el nombre de Calatrava. El salón era frío desvencijado, alumbrado con lámparas de petróleo y unas pocas banquetas. Después lo mejoró convirtiéndolo en Teatro Moderno.

En las fiestas de septiembre de 1912, se presentó una compañía de zarzuela y opereta, que causó gran sensación, primer actor Antonio Moreno, maestro concertador Juan Cabases. Pusieron en escena obras tan populares como la Alegría del Batallón, Pícaros celos, Molinos de Viento, La Princesa de los Dólares, La Alegría de la Huerta, etc. Los precios eran los siguientes: butaca 2 pesetas, banqueta 1,50 y general 1 peseta. Con esta función se estrenó un flamante piano. Por allí desfilaron asimismo otras compañías del género dramático que pusieron en escena piezas Tremebundas, que eran a la sazón del gusto del público como Tierra baja, el Gran Galeote, El Túnel, Juan José, El Grito Moderno, etc. También se proyectaron películas de cine mudo. En 1912 - 13 estuvo "El Real Cine Rocamora". La disposición del escenario, butacas, gallinero eran opuestas al estado actual.

Esta familia, tenía en Madrid unos laboratorios para elaboración de varios productos, entre ellos el famoso "Té purgante Pelletier". Para ello se surtían de varias plantas medicinales del campo de Fitero y tenían un señor que se encargaba de recolectarlas, almacenándolas en el salón del teatro. Me acuerdo que al entrar despedían un aroma buenísimo, y las empaquetaban para mandarlas a Madrid.

Pasado un tiempo, se hizo cargo del edificio D. Fausto Palacios que era escultor y se conservan 3 obras suyas en Fitero, El Cristo del Humilladero, la estatua de San Raimundo en el paseo y un belén pequeño en forma de cueva. También fue unos años alcalde 1955-67.

En las fiestas patronales de 1950, realizó un baile que llamó "Palacio de Tersicore) diosa de la danza) celebrándose grandes bailes y verbenas con afamadas orquestas entre ellas "Los Mirlos Blancos" con la gran pianista Hilda Múgica. También había obsequios para las señoritas y se proclamaba "Mis Tersicore", todo ello en muy buen ambiente. La sala estaba perfumada con productos de los laboratorios Armiño de Madrid cuyo director era Fausto Palacios Pelletier. El servicio de bar contaba con los famosos barmans "Teto" y "Guerra". Este baile duró pocos años. Al cerrar el cine Gayarre de la calle Mayor nº 99, año 1953, quedó el pueblo sin cine y al año siguiente, Fausto decidió reconstruir el edificio que se conoce en la actualidad. Para su construcción tuvo que tirar una pared que comunicaba con la antigua aceitera de los frailes, lo que es hoy el escenario. Por cierto, que en esa aceitera había unos depósitos de piedra enormes de una sola pieza que los tuvieron que romper. También en la parte opuesta añadió un patio que servía de entrada a la bodega donde había unas enormes cubas de madera en las que guardaban el vino los frailes. Fausto las usó para su vino, pero también se rompieron. Este patio es el bar del edificio. Este nuevo se inauguró el día 10 de abril Pascua de Resurrección de 1955 con el nombre que conocemos, se proyectó la película El Mayor Espectáculo del Mundo, contaba con sonido estereofónico, pantalla panorámica, luces indirectas, mira de mirrón, todo una novedad, precioso. Todo el personal, acomodadores, bar, etc. vestían de uniforme, dándole al salón un aspecto de gran elegancia.

Fueron años de mucho éxito, proyectando películas famosas que Fausto las llamaba como "peliculón". También trajo una compañía de zarzuela con 12 músicos de Pamplona con la dirección del maestro Borobia. Pusieron en escena Doña Francisquitra, Katiuska, La Dolorosa y otras clásicas; actuaba el famoso barítono Antón Navarro. Desfilaron también por el mismo teatro, diferente compañías de variedades, Pepe Mairena. Paquito Jerez, Pepe Blanco con María Morell, Luis Lucena, Antonio Machín y otros. Pero al ser estos espectáculos poco rentables, lo dedicó exclusivamente al cine.

A la muerte de Fausto Palacios, en 1975, la viuda puso en venta el teatro que finalmente lo compró el ayuntamiento de Fitero por 3 millones de las antiguas pesetas.

En 1921 se restauró poniéndolo en funcionamiento mediante arriendo a un empresario. Pero poco a poco fue decreciendo la afición por el cine influenciado por las televisiones y otras cosas y se suspendió la proyección de las películas dedicándolo solamente para actos culturales y de otra índole para el pueblo y otros lugares. Pero podemos presumir de tener un edificio muy bonito y confortable. 

 

LOS POZOS PÚBLICOS, LOS TERRENOS Y LA FUENTE DEL OBISPO

FITERO 2021

Antes de la distribución del agua corriente en Fitero, la gente se servía de 3 pozos públicos, 2 terrenos y la fuente llamada del obispo.

De las cuentas del Monasterio en 1555, se sabe que en aquella época había ya tres pozos públicos para servicio del vecindario. El más antiguo fue el de la "Picota", situado en la plazuela de dicho nombre, a la entrada del barrio bajo. Cegado posteriormente fue descubierto en 1836 al componer el empedrado de dichos sitios pero no se abrió hasta el 13 de junio de 1849. La obra no debió ser muy sólida pues se hundió parte de él en 1851. Se repuso poniendo el cimiento de piedra picada construyéndose el 30 de agosto del mismo año pero tampoco esta chapuza dio buen resultado hasta que ocho años más tarde se instaló en él una bomba aspirante impelente por la que empezó a salir el agua el 22 de agosto de 1859. Adosada al pozo, había una pila que servía de abrevadero para las caballerías.

A principios del siglo pasado todavía sufrió un nuevo arreglo, montando la bomba sobre una plataforma de cemento de 1 metro de altura accesible por 3 escalones. También fue sustituida la vieja pila por otra más amplia, asimismo de cemento que construyó Doroteo Frías en 1912 por 60 pesetas. Medía 2,50 metros de largo por 0,60 de anchura por 0,70 de profunda.

El pozo de la calle del Pozo databa de mediados del siglo XVIII y estaba en la esquina de dicha calle con la de Garijo. También quedó cegado y olvidado durante años hasta que lo descubrió el cantero Juan Larrea Luis (mi abuelo) al construir la alcantarilla de la calle. Estaba a 9,60 metros de profundidad y no se puso en servicio hasta 1926.

El pozo de las "Belenas" estuvo situado en la esquina de la calle Mayor con la Belena que atraviesa la calle de San Juan y databa de comienzos del siglo XIX.

Los pozos se fueron cegando hacia 1940 al ir llegando el agua corriente.

En cuanto a la fuente del Obispo, sita en la salida del pueblo hacia el balneario en la carretera, solo data de 1859 y se le dio este nombre en honor del obispo de Tarazona D. Cosme Madorrán y Rubio que vino a bendecirla e inaugurarla el 13 de agosto de dicho año. Posteriormente ha sufrido tres remodelaciones; en el año 1885, en 1927 y en 1975. Junto a ella y aprovechando sus aguas se construyó a finales de 1886 un lavadero público cubierto que desapareció en la tercera década del siglo pasado. Su ejecución fue encomendada a D. Generoso Berges por acuerdo del Ayuntamiento del 21 de noviembre (libro de sesiones 1882-1887 nº 37, 1 2250).

LOS TERRENOS

Eran unas balsas circulares hondas, excavadas hacia el N.O. del pueblo junto al camino de Grávalos, las cuales recogían una buena parte de las precipitaciones pluviales que descendías de la Atalaya de Cascajos y de los sitios más elevados de la porción septentrional de su plataforma. Hubo dos terrenos, el Viejo y el Nuevo. A principios del siglo XX, el Viejo estaba ya en desuso por su estado ruinoso y solo se utilizaba el Nuevo. Como el agua de otros lugares no servía para guisar y tampoco era muy bebible, las amas de casa preferían la del terreno que vendía por las calles, con una cuba montada sobre un carro al precio de 5 céntimos los dos cántaros. Las vecinas, previa tamización con un paño limpio la almacenaban en grandes tinajas cubiertas con tapadera de madera y colocadas ordinariamente en la cocina. El Terreno Nuevo funcionaba ya en 1885.

La traída de aguas del Moncayo y la instalación de agua potable a domicilio se debió a la iniciativa de esta trascendental mejora que fue tomada por el Ayuntamiento, presidido por D. Jacinto Yanguas en 1934, comenzándose las obras en 1935 y ya estaba terminada la tubería de conducción desde Torrellas hasta Fitero y abierto las zanjas en las calles del pueblo cuando estalló la Guerra Civil en 1936-39. Entonces se suspendieron los trabajos y se reanudaron en 1938, siendo alcalde D. Jesús Yanguas Escudero. En su tiempo se acabó y se cubrió la tubería del casco urbano, iniciándose la construcción de los depósitos del Olmillo. Entretanto, con objeto de que hubiese un servicio de agua para la limpieza doméstica, se hizo una toma de agua de la Acequia Alta, por medio de un entibo que la derivaba hacia la tubería del pueblo, recién instalada. Los dos depósitos del Olmillo fueron ya terminados en 1940 siendo alcalde D. Florencio Bozal. Finalmente en 1941, bajo la alcaldía de D. Cesáreo Burgos, se dieron los últimos retoques a la obras y se procedió a su inauguración oficial.

Por cierto que ésta resultó un gracioso chasco, pues, para festejarla se organizó un encierro y una corrida de vacas declarándose el día festivo y los vecinos engulleron alegremente sus calderetes y cazuelillas, bailaron y corrieron las vaquillas mientras esperaban que hiciese su aparición el agua del Moncayo. Pero no apareció una sola gota, pues por lo visto quiso jugar una mala pasada a los organizadores de la fiesta y se hizo la remolona no llegando hasta uno o dos días después del jolgorio.

Datos sacados del libro INVESTIGACIONES HISTÓRICA SOBRE FITERO, Volumen 1 de Manuel García Sesma También había una pequeña balsa llamada La Balsilla en el término municipal de Corella. Había algunos de Fitero que traían agua de esa balsa a pesar de la distancia que existía. No está cegada pero se puede distinguir perfectamente

 

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