Calatrava, por Iñigo Sayas

 

Medio siglo de goles en el Olmillo


Por Íñigo Sayas Atienza

(Artículo publicado en la Revista Fitero-2020)

 

-               El Calatrava cumplirá el próximo año 50 años ininterrumpidos desde su última fundación en 1971.

-                      * La falta de jugadores locales es la principal amenaza para la continuidad del club.

-                            * Los 50 años serán también los del Olmillo.

Febrero de 1971. Bar Susi. El desarrollismo de los 60 ha llegado a Fitero de la mano de INITESA y el deporte de la pelota ha iniciado su cuesta abajo en nuestra Villa. Esas son las circunstancias que rodean a la quinta fundación del Calatrava. La quinta o la sexta, según se considere al Atalaya (1928-1931) club distinto o club continuador del Calatrava.

Cuenta Manuel García Sesma que el Calatrava se fundó en 1924 y que sus principales promotores fueron José Luis Armas y Miguel Yanguas Lozano; y así debió ser, pues tras el fallecimiento de Armas en 1927 se produjo la desaparición del club. Al Calatrava le sucedió el Atalaya (1928-1931), y a este, nuevamente el Calatrava en tres breves etapas: 1932 -36, 1938 -39 y 1944-50. En ninguna de ellas consiguió el Club competir bajo el paraguas federativo y sus comparecencias se limitaban a algunos amistosos y a algún torneo privado. Ni siquiera en la etapa de 1944 a 1950 en la que la Federación Navarra de futbol ya había conformado una liga regional con 10 o 12 equipos y por toda la geografía foral  proliferaban numerosos clubs. Poco cuestan imaginar las dificultades que en plena postguerra suponía reunir a 11 jugadores y desplazarse cada Domingo, casi siempre hasta Pamplona, para disputar un partido de Futbol. Eso es lo que se desprende de una carta remitida en 1947 a la Federación Navarra por varios clubs riberos, entre ellos el Calatrava, en la que se solicitaba la creación de un grupo de regional en la Ribera. Seguramente la imposibilidad de cumplir con las exigencias necesarias para jugar partidos oficiales fue determinante para la desaparición del club en 1950. Y también debió serlo la dura competencia que el moderno Futbol encontraba en Fitero en el deporte de la pelota, sin duda mucho más arraigado en nuestra villa. Por aquel entonces, los fiteranos se dividían en dos: los que jugaban a pelota… y los que querían jugar. Así por ejemplo, se daba la circunstancia de que mientras el Calatrava apenas podía completar cada temporada unos pocos partidos sin ningún interés competitivo, algunos miembros del equipo como Ángel Falces y José María Viscasillas, eran la élite en los frontones de la provincia. Sea como fuere, el Club desapareció en 1950 y debió esperar 21 largos años a una voz que como a Lázaro le dijera, levántate y anda.

Si el Bayern de Munich se fundó en el restaurante muniqués Gisela y Osasuna en el Café Kutz de la Plaza del Castillo, el Calatrava también se gestó en un local mítico: el Bar Susi de la calle Mayor, en reunión celebrada en Febrero de 1971. Unos meses antes, Emilio Latorre había organizado un torneo local de Futbol que se disputó en la hondonada existente junto al Olmillo, donde hoy se encuentra el pantano, y que despertó gran entusiasmo entre los participantes. Tomás Berdonces, el propio Emilio Latorre, Nicasio Andrés, canalizaron ese interés generado hasta el salón superior del “Susi” donde el 12 de Febrero de 1971 los siguientes fiteranos acordaron la creación del Club y se convirtieron en socios fundadores: Blas Gonzalvo, Tomás Berdonces, Cesareo Tovías, Salvador Azagra, Antonio Embid, Emilio Latorre, José Andrés, Nicasio Ándrés, Pedro Lopez, Marcos Artal, Jesús Sainz, Jesús Fernández Gracia y Cándido Yanguas. Blas Gonzalvo, que había llegado a Fitero para trabajar de mando intermedio en INITESA, fue designado presidente, tal vez con la intención de implicar a la factoría textil en la financiación del club. O quizás fuese al revés, y el hecho de que INITESA costease el material deportivo, diese un subvención y transportase al equipo en sus furgonetas, determinó la designación de Gonzalvo como presidente.

Lógicamente el primer paso fue habilitar un campo de Futbol. Para ello Ayuntamiento ofreció un terreno en la Dehesa de Omiñén pero la nueva junta enseguida entendió que un emplazamiento tan alejado del núcleo urbano iba a ser un hándicap para el futuro desarrollo del Club. Así que el Club comenzó a obrar por su cuenta y acordó comprarle al industrial cirbonero Casimiro Francés los terrenos del Olmillo por 250.000 pts. Finalmente el consistorio intercedió y fue él quien llevó a cabo la adquisición de los terrenos. Una máquina que realizaba trabajos en el río Alhama se encargó de transformar el campo de trigo que era El Olmillo en una explanada de tierra. El taller de Sanz Maza fabricó unas porterías que podían haber durado toda la vida y una cochera cercana al Olmillo fue haciendo la función de vestuarios hasta que se construyó la primera caseta en el nuevo campo. Por fin el Calatrava podía volver a andar, y esta vez con “todas las de la ley”.

“Todas las de la ley” determinaron que lógicamente  el Calatrava comenzase su andadura en la última categoría del futbol navarro, entonces llamada 3ª regional, concretamente en el grupo 3º, y que disputase el primer partido oficial de su historia en Cascante, frente al Aluvión, el 11 de Septiembre de 1971. Antes se habían disputado varios amistosos, algunos de ellos en Corella, cuyo campo por cedido por el Corellano mientras se habilitaba el Olmillo. Ese día, el 11 de Septiembre de 1971, el Calatrava fue derrotado por 2 a 1 y Julián Tovías fue el autor del primer gol oficial de la historia del club. Tres semanas después, llegó la competición a Fitero, el Calatrava derrotó por 4 -0 al Ablitense y Ricardo Conde, apellido este íntimamente ligado a toda la historia del club, anotó el primer gol oficial en el Olmillo.

Los frenéticos setenta

En el futbol, ganarle al vecino siempre ha dejado un regusto especial, pero para la gente del Calatrava no ha sido fácil experimentar esa sensación. Por un lado, la corta trayectoria que tuvieron el Cerverano y el Valverde, redujo a 4 los enfrentamientos oficiales con estos equipos. Por el otro lado, río abajo, Cirbonero y Corellano son clubs de otra dimensión. Pero a lo largo de 50 años, algunas veces se ha dado la victoria. Eso es lo que ocurrió el 3 de enero de 1973. En la segunda participación del Calatrava en la Liga, las 2 primeras posiciones daban derecho a disputar la Fase de ascenso. Con el Larrate ya clasificado como campeón de grupo, Calatrava y Corellano se enfrentaban en la última jornada empatados a puntos y con la segunda plaza en juego. Dicen que más de 1000 personas se dieron cita en el Olmillo, y casi al 50%. El empate servía al Calatrava, pero se impuso por 5 a 1, con goles de Ramón Francés y sendos dobletes de Ricardo Conde y Nacho Hernández. Luego vino la fase para ascender, y al Calatrava, que venía en clara línea ascendente, le sobraron 4 jornadas para lograr el ascenso, que de forma matemática se produjo el 6 de Mayo en Larraga (0-1) frente al San Miguel, con gol de Jesús Ángel Conde. Jesús Ángel Conde, ya jugaba en El Calatrava en su primera temporada. Al inicio de esta segunda, marchó a Pamplona para ingresar en el Seminario y jugar en Osasuna juvenil. Ambas experiencias resultaron fallidas y para la Fase de ascenso, regresó al equipo. En la temporada 74-75 jugó en el Muskaria de Tudela y más tarde, en 1979 dejó el club para jugar en el Cirbonero una temporada temporada. Salvo esos dos breves paréntesis, Jesús Ángel ha formado parte del club en sus 49 temporadas. Si fue buen futbolista, mejor es aún su desempeño en el Club, siempre ejerciendo funciones en las que hay un vacío.

 En la despedida de esa temporada, la 72-73, hubo fiesta en el Olmillo, el Calatrava derrotó por seis a cero al Toki Alai de Huarte con goles de Ricardo Aznar, Nacho Hernandez y sendos dobletes de José Calleja y Ricardo Conde. El segundo gol de Ricardo, supuso el gol 100 de la temporada. Una cifra redonda para una temporada redonda. Un dato: esa campaña solo un equipo consiguió ganar en el Olmillo, y fue Osasuna (2-3) en amistoso jugado en las fiestas de San Raimundo.

En el curso siguiente, el Calatrava terminó 5º en la nueva categoría, pero para entonces ya había empezado a conocer de primera mano ese mal endémico que asola a los equipos más modestos: a temporadas exitosas suceden las salidas de jugadores importantes. Así, Ramón Francés marchó a Osasuna Promesas, Ricardo Conde al Tudelano, Jesús Ángel Conde al Muskaria de Tudela y José Yanguas y Ricardo Aznar al River Ebro. Y como consecuencia llegó el descenso de categoría en la 74-75

Para el final de la década ya había vuelto el Calatrava a armar un equipo potente. El regreso de casi todos los futbolistas que habían ido saliendo hasta el 74 y la aparición de una incipiente generación de jugadores jóvenes, condujeron al equipo a un nuevo ascenso, tras quedar campeón de Liga en 1978 con Ricardo Conde haciendo función de entrenador-jugador, y a una histórica semifinal de Copa. La Copa, a lo largo de 50 años ha tenido innumerables cambios de formato. En la edición de 1979 toda la regional navarro-riojana disputaba una sola competición. El Calatrava dejó atrás al Cirbonero, al Monteagudo, al Milagrés, al Aluvión, al Buñuel y al Valtierrano, y desplazó hasta Muniáin de la Solana a 5 autobuses para una semifinal a partido único contra el Alsasua. Empate a 2 y derrota en los penaltis. Luego, al igual que tras la primera ola ascendente, vinieron las salidas de jugadores importantes: Ricardo Conde, Jesús Ángel Conde y José Ángel Yanguas se marcharon al Cirbonero y Fernando Yanguas -“el mejor futbolista que hemos tenido nunca” según los aficionados de mayor edad -, marchó al Corellano. Esta vez el descenso se evitó en la última jornada gracias a terceros resultados, pero no pudo evitarse que la temporada 79-80 fuese un curso negro en cuanto a incidentes. El Olmillo había sido clausurado por primera en 1975, tras un partido con la Peña Azagresa que terminó empatado a 4 “debiendo venir obligado el Club Calatrava a satisfacer los daños causados en el vehículo del árbitro”. En octubre de 1979 volvió a ser clausurado por un partido tras los incidentes ocurridos en un encuentro frente al Ribaforada. En su reapertura, tras empatar a uno con el Buñuel, el árbitro reflejó en el acta que había sido agredido por el público camino del vestuario y también ya fuera de las instalaciones, camino a su vehículo. El campo fue clausurado para todo lo que quedaba de temporada: la segunda vuelta y la Copa se disputaron en Lodosa, y además los árbitros se negaron a seguir arbitrando al Calatrava. Tres partidos fueron aplazados por este motivo y en otros dos se debió aceptar que fuesen arbitrados por un aficionado del equipo rival, hasta que se levantó el veto arbitral. Ese año, el club tuvo que pedir una derrama a los socios para poder afrontar media temporada sin fútbol en Fitero, y además el Olmillo quedó señalado con una especie de leyenda negra que tardó años en sacudirse de encima. En esos 10 primeros años vivió pues el club dos ascensos, un descenso y tres cierres de campo. Tantas alegrías y tantos disgustos como los que iba tener en los 40 años siguientes.

Cuando conversas con gente que conoció esa primera década, bien como jugadores, bien como aficionados, cuando les preguntas por cualquier circunstancia, enseguida comienzan a hablar, y pasan de una anécdota a otra, de un partido a un jugador, y de tal otro jugador a una nueva anécdota. A nadie hay que tirarle de la lengua y nadie encuentra el momento de poner fin a la conversación. Creo que eso significa que esos años se vivieron con total intensidad. Seguramente la novedad que supuso la formación del club y las adhesiones inquebrantables que genera el futbol, en simbiosis con la transformación económica de la villa y la nueva etapa que se abría en España, produjeron ese ambiente de efervescencia. Fueron años en los que cada Domingo, cientos de fiteranos daban la vuelta completa al perímetro del Olmillo. Fueron años de asambleas de socios multitudinarias y a veces tumultuosas en los salones del Bar San Antonio. Fueron años en definitiva, de vitalidad, y es que en cierto modo, el Calatrava siempre ha operado como un termómetro que da con exactitud la temperatura de la realidad socio-demográfica de la villa.


Los felices ochenta

Quienes caminamos con la edad del club o parecida, nos quedamos sin duda con el Calatrava de principios de los 80. Seguro que antes y después hubo jugadores más comprometidos y de mayor nivel que los que citaré más adelante, pero preferimos a ese equipo porque fue el que forjó nuestra militancia y nos descubrió que también había un Fitero de emociones más allá del Pontigo. Preferimos a ese equipo, porque cuando un futbolista se acerca hasta tu posición en la banda y el sudor dibuja sobre su camiseta un enorme mancha en forma de “uve”, tus ojos de 10 años no ven a un lateral de regional que va a efectuar un saque de banda, sino a un semidios que va a catapultar el balón hasta el punto de penalti. Y elegimos a ese Calatrava, claro que sí, porque era un señor equipo. Adolfo, Pella, Chema, los “Bollos”, los “Guanchas”, los Conde, los Vallejo, los “Sidoros”, Manolo, Carlos, Toño, Ufarte, Aliaga, Susi, Joaquinito Acereda, Alberto Jiménez, Nacho Yanguas, Ignacio Fernández…. Recuerdo, aunque no con la nitidez que quisiera, que entonces el equipo ganaba sus partidos con solvencia y buen futbol; hasta que llegaban los enfrentamientos directos con los otros grandes del grupo. Los otros grandes del grupo solían ser por aquel entonces el Azkarrena, el Ablitense y el Buñuel: Legat, Olcoz, Arriazu, Alegría, Bericat, Guripa… Sin duda el peligro estaba servido y la dificultad para hacer gol iba a ser manifiesta. Aquellos enfrentamientos empezaban siempre torcidos, pero tras el descanso, cuando los jugadores volvían al terreno de juego, alguien aporreaba el marcador de chapa metálica que había junto a la caseta de vestuarios y una carracla de madera respondía con fuerza desde la banda contraria a la del pantano, como una especie de toque de queda, de llamamiento a filas; entonces nosotros corríamos raudos y abriéndonos paso entre farias y copas de pacharán, entre camisas de Domingo y pantalones de tergal, nos situábamos justo detrás de la portería de las remontadas. A las primeras embestidas del Calatrava, un central hercúleo respondía con un despeje que terminaba con el Mikasa flotando en las aguas del pantano. Entonces, entre el jolgorio de la gente, se devolvía al campo el balón “naranja” porque era talismán y además el club lo había comprado en Deportes Zariquiegui de Pamplona. Con todas esas premisas nada podía fallar. Y desde luego no fallaba. Un balón a la olla, un sinfín de rechaces, hasta que un disparo pobre y perezoso emergía entre una maraña de piernas y ponía delante nuestra la felicidad del gol.

Esos buenos años desembocaron en el ascenso a Preferente en 1986 de nuevo con Ricardo Conde -que reúne la triple condición de haber sido jugador, entrenador y presidente-, al frente del equipo. La temporada anterior, con el cirbonero Fermín Martínez de entrenador, el equipo hizo una de las temporadas más recordadas de su historia, pero solo el campeón de grupo tenía derecho al ascenso y al Calatrava le faltó un solo punto. Para la temporada siguiente (85-86) los ascensos se habían abierto a 5 equipos ya que la Federación riojana iba a escindirse de la navarra el curso siguiente y la preferente iba a estar únicamente conformada por equipos navarros. Ahí el Calatrava no desaprovechó la ocasión, terminó tercero y logró subir de categoría.

Las múltiples reformas que ha tenido el fútbol navarro a lo largo de los años, los cambios de nombre que han sufrido las categorías, la creación de nuevas divisiones, son un galimatías difícil de resolver. La Preferente a la que se ascendió en 1986 era en realidad la misma categoría a la que se ascendió en 1973, entonces llamada 2ª regional. Ambas eran la 5º división del fútbol español, la categoría más alta en la que ha llegado a militar el club en sus 49 años, pero esta vez la presencia en la categoría fue más duradera. De Elizondo a Cortes y de Arroniz a Sangüesa, viajó el equipo durante 5 temporadas en las furgonetas de Luis Jimeno y de los hermanos Conde. Las quintas en el pueblo todavía eran numerosas, y nuevas generaciones de jugadores, entre los que sobresalía el adolescente José Manuel Yanguas, fueron dando el relevo al equipo que había logrado el ascenso sin que se resintiera el nivel.

1991-2000: La crisis del Fútbol en los pueblos.

El fenómeno migratorio, del pueblo a la ciudad, ha existido “desde siempre”, pero su correa de transmisión comenzó a sentirse en los equipos de pueblo en la década de los 90. Basta con echar un vistazo a las categorías del futbol navarro de hoy y de 1971, para comprobar cómo nuevos equipos de la comarca de Pamplona que no existían entonces, son ahora clubs punteros en detrimento de equipos de pueblo que han ido debilitándose en su nivel. El acceso de los jóvenes a estudios superiores ha ido haciendo además, que en el mejor de los casos, los futbolistas locales puedan disputar el partido del fin de semana sin hacer entrenamientos. De manera paralela, la aparición de nuevas alternativas de ocio ha ido vaciando de público los campos de regional, entre ellos lógicamente el nuestro, en un fenómeno que todavía parece no haber tocado suelo. Todos estos condicionantes contribuyeron de manera decisiva al nuevo descenso del club (1990-91).

En Agosto de 1991, en la vuelta a la primera regional (6ª división del futbol español), el equipo tenía una media de edad de 20 años y estaba formado en su totalidad por futbolistas del pueblo. Unos meses antes, Carlos Martínez Bozal, natural de Aguilar del Río Alhama, había disputado su último partido con el Calatrava. Esto no deja de ser un simple dato estadístico, pero invita a una reflexión para un futuro complicado: La presencia de jugadores de nuestros vecinos pueblos riojanos, se remonta al origen del club y ha sido siempre altamente positiva.

Desde el descenso en 1991 y hasta el final de la década el Calatrava fue casi siempre un equipo cabecero, pero siempre se le negó el ascenso. En 1993 y en 1998 fue campeón de Liga, siendo entrenador Ángel Vergara, pero en esas temporadas el campeón no obtenía el ascenso directo sino que debía disputar luego un injusto Play-off que enfrentaba a los 3 primeros de cada grupo y que en ambas ocasiones se saldó sin existo. Entre ambos campeonatos de liga, en 1996, con Juan Bronte en el banquillo, también logró el equipo disputar el Play-off tras terminar tercero en la liga, pero también esta vez se resistió el ascenso.

2001-2010: 24 años para un ascenso.

Jesús Mari Alfaro Magaña disputó cerca de 500 partidos oficiales con el Calatrava. El primero lo jugó en 1985 y sus excepcionales facultades físicas y su naturalidad a la hora de entender el futbol amateur, le permitieron jugar el último en el 2014, 29 años después. Él era el capitán del equipo en el 2010, cuando el Club volvió a ascender a Preferente.

El Calatrava se había asomado al cambio de milenio siendo un equipo puntero en la primera regional pero recorrió casi toda la primera década del nuevo siglo ocupando los puestos medios de la clasificación, salvo en la 2006-07 con Ramiro Marín de entrenador, en la que fue tercero y volvió a disputar una fase de ascenso que terminó con el equipo presentándose a jugar un partido en Caparroso con solo 7 jugadores. Pero por otro lado, el equipo se había ido renovando con jóvenes jugadores del pueblo. A la temporada 2009-10 se llegó con una plantilla formada por una generación que años antes habían formado un  buen equipo juvenil, algunos veteranos como Alberto Conde y el propio Jesús Mari Alfaro, y varios jugadores que habían estado un tiempo jugando fuera, como Alberto Forcada, Suso Jiménez, Jesús Berdonces, Alberto Azpilicueta o Asier Rebollo. Al frente de todos ellos, Santi González, el mister de Ribaforada que imprimió al equipo un carácter competitivo y ganador, pero que se topó con dos problemas: El Alesves y el Ribaforada. Desde el final de la primera vuelta se vio que el título de Liga y el consiguiente ascenso se iba a dilucidar en los duelos directos con estos dos equipos. En Ribaforada ganó el Calatrava 0-2 y el 19 Marzo tuvo el Olmillo su última gran cita hasta la fecha. Llegaba el Alesves y 600 personas se reunieron en el campo de Futbol en un partido de regional propio del siglo pasado. Victoria local por 2 a 0 y fiesta contenida a la espera de una victoria más que llegó el 27 de Marzo (1-0) frente al Cirbonero B con gol de Andrés Bozal. Igual que en las temporadas 1972-73 y 1997-1998 el Olmillo volvió a quedar inmaculado de derrotas en toda la Liga.

El curso siguiente, iba a jugar el Calatrava por tercera vez en su historia en el nivel 5º del futbol español. Lo hizo con una plantilla y unos inicios más que ilusionantes, pero a medida que avanzaba la competición todo se fue desmoronando hasta la consumación del descenso a falta de dos jornadas para el final.

2011-2020  La travesía por el desierto.

El 14 de Septiembre de 2014 el Calatrava iba a recibir al Funes. Hasta esa fecha, el Funes había jugado 13 veces en Fitero y no había conseguido vencer en ninguna de ellas. Además, tampoco había conseguido nunca jugar en una categoría que no fuese la última del futbol regional. En Fitero era el Día del Bolo, el debut oficial del equipo en la temporada y el que siempre ha sido el partido más motivante para nuestros futbolistas. Sin embargo el Funes se impuso por 0 a 3. Una derrota más entre las 645 sufridas en 49 años. Sí, pero con un claro carácter indicador. Esa derrota señalaba cual iba a ser el nuevo status del Calatrava en estas últimas temporadas: 1ª Regional (7º y último nivel del futbol español tras la creación de la 1ª Autonómica) y últimos puestos de la clasificación. En 1973, en una hipotética clasificación de todos los equipos navarros, partiendo desde la 1ª División hasta llegar al lugar que ocupó el Calatrava solo, se encontraban 26 equipos, en 1989 y en 1990 hubo 27 y en 1986 y 1987 hubo 28. El pasado Marzo, cuando la pandemia puso fin a la competición, el Calatrava ocupaba el puesto 110 en esa hipotética clasificación y solo 8 equipos se encontraban por debajo suya.

El vecindario oriundo en Fitero presenta una pirámide poblacional totalmente invertida y en este último decenio el Club se ha visto en la necesidad de recurrir a numerosos jugadores foráneos que en la mayoría de los casos no encontraron sitio en sus equipos de origen y a los que, también en la mayoría de los casos, solo hay que mirar con ojos de agradecimiento, pues sin su concurso no habría sido posible la existencia del equipo. En estos 10 últimos años han pasado por el Calatrava más futbolistas que en los primeros 20 y el mismo número de entrenadores, en una labor tan meritoria como ingrata. Como aspecto positivo, el Club ha ido contando con varios equipos de categorías inferiores. Cualquier aficionado un poco observador mira hacia ellos y hace sus sumas y sus restas: el Calatrava los necesita a todos, pero sobre todo los “mocetes” necesitan al Calatrava.

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Ya no hay carraclas de madera en el Olmillo y la montonera de camisas de Domingo son ahora unas pocas sudaderas con capucha. Abrir hoy las puertas de la instalación para un entreno, tiene tanto valor como desplazar 5 autobuses a Tierraestella en 1979, y una Voll-Damm dispensada en el ambigú son 10 pacharanes al cambio de 1982. Aquel equipo que hace medio siglo salía a una explanada de tierra rodeada de entusiastas fiteranos, sale hoy a una pradera verde y saluda a una grada vacía, pero paradójicamente pienso que este Calatrava tiene más mérito que el fundacional, pues los ascensos, las permanencias, las finales, son poca cosa cuando lo que se pelea es la continuidad histórica del Club. 720 victorias adornan la historia deportiva del Calatrava, pero las relaciones tejidas en torno al Club y el claro papel vertebrador de la vida social fiterana que ha tenido a lo largo de medio siglo, son su verdadera victoria.

Cuando se juega con el cierzo en contra, los despejes se vuelven contra tu portería, pero merece la pena seguir despejando. Sí o sí.


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