Medio siglo de goles en el Olmillo
Por Íñigo Sayas Atienza
- * El Calatrava cumplirá el próximo año 50
años ininterrumpidos desde su última fundación en 1971.
-
* La falta de jugadores locales es la
principal amenaza para la continuidad del club.
- * Los 50 años serán también los del Olmillo.
Febrero
de 1971. Bar Susi. El desarrollismo de los 60 ha llegado a Fitero de la mano de
INITESA y el deporte de la pelota ha iniciado su cuesta abajo en nuestra Villa.
Esas son las circunstancias que rodean a la quinta fundación del Calatrava. La
quinta o la sexta, según se considere al Atalaya (1928-1931) club distinto o
club continuador del Calatrava.
Cuenta
Manuel García Sesma que el Calatrava se fundó en 1924 y que sus principales
promotores fueron José Luis Armas y Miguel Yanguas Lozano; y así debió ser,
pues tras el fallecimiento de Armas en 1927 se produjo la desaparición del
club. Al Calatrava le sucedió el Atalaya (1928-1931), y a este, nuevamente el
Calatrava en tres breves etapas: 1932 -36, 1938 -39 y 1944-50. En ninguna de
ellas consiguió el Club competir bajo el paraguas federativo y sus
comparecencias se limitaban a algunos amistosos y a algún torneo privado. Ni
siquiera en la etapa de 1944 a 1950 en la que la Federación Navarra de futbol
ya había conformado una liga regional con 10 o 12 equipos y por toda la geografía
foral proliferaban numerosos clubs. Poco
cuestan imaginar las dificultades que en plena postguerra suponía reunir a 11
jugadores y desplazarse cada Domingo, casi siempre hasta Pamplona, para
disputar un partido de Futbol. Eso es lo que se desprende de una carta remitida
en 1947 a la Federación Navarra por varios clubs riberos, entre ellos el
Calatrava, en la que se solicitaba la creación de un grupo de regional en la
Ribera. Seguramente la imposibilidad de cumplir con las exigencias necesarias
para jugar partidos oficiales fue determinante para la desaparición del club en
1950. Y también debió serlo la dura competencia que el moderno Futbol
encontraba en Fitero en el deporte de la pelota, sin duda mucho más arraigado
en nuestra villa. Por aquel entonces, los fiteranos se dividían en dos: los que
jugaban a pelota… y los que querían jugar. Así por ejemplo, se daba la
circunstancia de que mientras el Calatrava apenas podía completar cada
temporada unos pocos partidos sin ningún interés competitivo, algunos miembros
del equipo como Ángel Falces y José María Viscasillas, eran la élite en los
frontones de la provincia. Sea como fuere, el Club desapareció en 1950 y debió
esperar 21 largos años a una voz que como a Lázaro le dijera, levántate y anda.
Si
el Bayern de Munich se fundó en el restaurante muniqués Gisela y Osasuna en el
Café Kutz de la Plaza del Castillo, el Calatrava también se gestó en un local
mítico: el Bar Susi de la calle Mayor, en reunión celebrada en Febrero de 1971.
Unos meses antes, Emilio Latorre había organizado un torneo local de Futbol que
se disputó en la hondonada existente junto al Olmillo, donde hoy se encuentra
el pantano, y que despertó gran entusiasmo entre los participantes. Tomás
Berdonces, el propio Emilio Latorre, Nicasio Andrés, canalizaron ese interés
generado hasta el salón superior del “Susi” donde el 12 de Febrero de 1971 los
siguientes fiteranos acordaron la creación del Club y se convirtieron en socios
fundadores: Blas Gonzalvo, Tomás Berdonces, Cesareo Tovías, Salvador Azagra,
Antonio Embid, Emilio Latorre, José Andrés, Nicasio Ándrés, Pedro Lopez, Marcos
Artal, Jesús Sainz, Jesús Fernández Gracia y Cándido Yanguas. Blas Gonzalvo,
que había llegado a Fitero para trabajar de mando intermedio en INITESA, fue
designado presidente, tal vez con la intención de implicar a la factoría textil
en la financiación del club. O quizás fuese al revés, y el hecho de que INITESA
costease el material deportivo, diese un subvención y transportase al equipo en
sus furgonetas, determinó la designación de Gonzalvo como presidente.
Lógicamente
el primer paso fue habilitar un campo de Futbol. Para ello Ayuntamiento ofreció
un terreno en la Dehesa de Omiñén pero la nueva junta enseguida entendió que un
emplazamiento tan alejado del núcleo urbano iba a ser un hándicap para el
futuro desarrollo del Club. Así que el Club comenzó a obrar por su cuenta y
acordó comprarle al industrial cirbonero Casimiro Francés los terrenos del
Olmillo por 250.000 pts. Finalmente el consistorio intercedió y fue él quien
llevó a cabo la adquisición de los terrenos. Una máquina que realizaba trabajos
en el río Alhama se encargó de transformar el campo de trigo que era El Olmillo
en una explanada de tierra. El taller de Sanz Maza fabricó unas porterías que
podían haber durado toda la vida y una cochera cercana al Olmillo fue haciendo
la función de vestuarios hasta que se construyó la primera caseta en el nuevo
campo. Por fin el Calatrava podía volver a andar, y esta vez con “todas las de
la ley”.
“Todas
las de la ley” determinaron que lógicamente el Calatrava comenzase su andadura en la
última categoría del futbol navarro, entonces llamada 3ª regional,
concretamente en el grupo 3º, y que disputase el primer partido oficial de su
historia en Cascante, frente al Aluvión, el 11 de Septiembre de 1971. Antes se
habían disputado varios amistosos, algunos de ellos en Corella, cuyo campo por
cedido por el Corellano mientras se habilitaba el Olmillo. Ese día, el 11 de
Septiembre de 1971, el Calatrava fue derrotado por 2 a 1 y Julián Tovías fue el
autor del primer gol oficial de la historia del club. Tres semanas después, llegó
la competición a Fitero, el Calatrava derrotó por 4 -0 al Ablitense y Ricardo
Conde, apellido este íntimamente ligado a toda la historia del club, anotó el
primer gol oficial en el Olmillo.
Los frenéticos setenta
En
el futbol, ganarle al vecino siempre ha dejado un regusto especial, pero para
la gente del Calatrava no ha sido fácil experimentar esa sensación. Por un
lado, la corta trayectoria que tuvieron el Cerverano y el Valverde, redujo a 4
los enfrentamientos oficiales con estos equipos. Por el otro lado, río abajo,
Cirbonero y Corellano son clubs de otra dimensión. Pero a lo largo de 50 años,
algunas veces se ha dado la victoria. Eso es lo que ocurrió el 3 de enero de
1973. En la segunda participación del Calatrava en la Liga, las 2 primeras
posiciones daban derecho a disputar la Fase de ascenso. Con el Larrate ya
clasificado como campeón de grupo, Calatrava y Corellano se enfrentaban en la
última jornada empatados a puntos y con la segunda plaza en juego. Dicen que
más de 1000 personas se dieron cita en el Olmillo, y casi al 50%. El empate
servía al Calatrava, pero se impuso por 5 a 1, con goles de Ramón Francés y
sendos dobletes de Ricardo Conde y Nacho Hernández. Luego vino la fase para ascender,
y al Calatrava, que venía en clara línea ascendente, le sobraron 4 jornadas
para lograr el ascenso, que de forma matemática se produjo el 6 de Mayo en
Larraga (0-1) frente al San Miguel, con gol de Jesús Ángel Conde. Jesús Ángel
Conde, ya jugaba en El Calatrava en su primera temporada. Al inicio de esta
segunda, marchó a Pamplona para ingresar en el Seminario y jugar en Osasuna
juvenil. Ambas experiencias resultaron fallidas y para la Fase de ascenso,
regresó al equipo. En la temporada 74-75 jugó en el Muskaria de Tudela y más
tarde, en 1979 dejó el club para jugar en el Cirbonero una temporada temporada.
Salvo esos dos breves paréntesis, Jesús Ángel ha formado parte del club en sus
49 temporadas. Si fue buen futbolista, mejor es aún su desempeño en el Club,
siempre ejerciendo funciones en las que hay un vacío.
En la despedida de esa temporada, la 72-73,
hubo fiesta en el Olmillo, el Calatrava derrotó por seis a cero al Toki Alai de
Huarte con goles de Ricardo Aznar, Nacho Hernandez y sendos dobletes de José
Calleja y Ricardo Conde. El segundo gol de Ricardo, supuso el gol 100 de la
temporada. Una cifra redonda para una temporada redonda. Un dato: esa campaña
solo un equipo consiguió ganar en el Olmillo, y fue Osasuna (2-3) en amistoso
jugado en las fiestas de San Raimundo.
En
el curso siguiente, el Calatrava terminó 5º en la nueva categoría, pero para entonces
ya había empezado a conocer de primera mano ese mal endémico que asola a los
equipos más modestos: a temporadas exitosas suceden las salidas de jugadores
importantes. Así, Ramón Francés marchó a Osasuna Promesas, Ricardo Conde al
Tudelano, Jesús Ángel Conde al Muskaria de Tudela y José Yanguas y Ricardo
Aznar al River Ebro. Y como consecuencia llegó el descenso de categoría en la
74-75
Para
el final de la década ya había vuelto el Calatrava a armar un equipo potente.
El regreso de casi todos los futbolistas que habían ido saliendo hasta el 74 y
la aparición de una incipiente generación de jugadores jóvenes, condujeron al
equipo a un nuevo ascenso, tras quedar campeón de Liga en 1978 con Ricardo
Conde haciendo función de entrenador-jugador, y a una histórica semifinal de
Copa. La Copa, a lo largo de 50 años ha tenido innumerables cambios de formato.
En la edición de 1979 toda la regional navarro-riojana disputaba una sola
competición. El Calatrava dejó atrás al Cirbonero, al Monteagudo, al Milagrés,
al Aluvión, al Buñuel y al Valtierrano, y desplazó hasta Muniáin de la Solana a
5 autobuses para una semifinal a partido único contra el Alsasua. Empate a 2 y
derrota en los penaltis. Luego, al igual que tras la primera ola ascendente,
vinieron las salidas de jugadores importantes: Ricardo Conde, Jesús Ángel Conde
y José Ángel Yanguas se marcharon al Cirbonero y Fernando Yanguas -“el mejor
futbolista que hemos tenido nunca” según los aficionados de mayor edad -,
marchó al Corellano. Esta vez el descenso se evitó en la última jornada gracias
a terceros resultados, pero no pudo evitarse que la temporada 79-80 fuese un
curso negro en cuanto a incidentes. El Olmillo había sido clausurado por
primera en 1975, tras un partido con la Peña Azagresa que terminó empatado a 4
“debiendo venir obligado el Club Calatrava a satisfacer los daños causados en
el vehículo del árbitro”. En octubre de 1979 volvió a ser clausurado por un
partido tras los incidentes ocurridos en un encuentro frente al Ribaforada. En
su reapertura, tras empatar a uno con el Buñuel, el árbitro reflejó en el acta
que había sido agredido por el público camino del vestuario y también ya fuera
de las instalaciones, camino a su vehículo. El campo fue clausurado para todo
lo que quedaba de temporada: la segunda vuelta y la Copa se disputaron en
Lodosa, y además los árbitros se negaron a seguir arbitrando al Calatrava. Tres
partidos fueron aplazados por este motivo y en otros dos se debió aceptar que
fuesen arbitrados por un aficionado del equipo rival, hasta que se levantó el
veto arbitral. Ese año, el club tuvo que pedir una derrama a los socios para
poder afrontar media temporada sin fútbol en Fitero, y además el Olmillo quedó
señalado con una especie de leyenda negra que tardó años en sacudirse de encima.
En esos 10 primeros años vivió pues el club dos ascensos, un descenso y tres
cierres de campo. Tantas alegrías y tantos disgustos como los que iba tener en
los 40 años siguientes.
Cuando
conversas con gente que conoció esa primera década, bien como jugadores, bien
como aficionados, cuando les preguntas por cualquier circunstancia, enseguida
comienzan a hablar, y pasan de una anécdota a otra, de un partido a un jugador,
y de tal otro jugador a una nueva anécdota. A nadie hay que tirarle de la
lengua y nadie encuentra el momento de poner fin a la conversación. Creo que
eso significa que esos años se vivieron con total intensidad. Seguramente la
novedad que supuso la formación del club y las adhesiones inquebrantables que
genera el futbol, en simbiosis con la transformación económica de la villa y la
nueva etapa que se abría en España, produjeron ese ambiente de efervescencia.
Fueron años en los que cada Domingo, cientos de fiteranos daban la vuelta
completa al perímetro del Olmillo. Fueron años de asambleas de socios
multitudinarias y a veces tumultuosas en los salones del Bar San Antonio.
Fueron años en definitiva, de vitalidad, y es que en cierto modo, el Calatrava
siempre ha operado como un termómetro que da con exactitud la temperatura de la
realidad socio-demográfica de la villa.
Los felices ochenta
Quienes
caminamos con la edad del club o parecida, nos quedamos sin duda con el
Calatrava de principios de los 80. Seguro que antes y después hubo jugadores
más comprometidos y de mayor nivel que los que citaré más adelante, pero
preferimos a ese equipo porque fue el que forjó nuestra militancia y nos
descubrió que también había un Fitero de emociones más allá del Pontigo. Preferimos
a ese equipo, porque cuando un futbolista se acerca hasta tu posición en la
banda y el sudor dibuja sobre su camiseta un enorme mancha en forma de “uve”,
tus ojos de 10 años no ven a un lateral de regional que va a efectuar un saque
de banda, sino a un semidios que va a catapultar el balón hasta el punto de
penalti. Y elegimos a ese Calatrava, claro que sí, porque era un señor equipo.
Adolfo, Pella, Chema, los “Bollos”, los “Guanchas”, los Conde, los Vallejo, los
“Sidoros”, Manolo, Carlos, Toño, Ufarte, Aliaga, Susi, Joaquinito Acereda,
Alberto Jiménez, Nacho Yanguas, Ignacio Fernández…. Recuerdo, aunque no con la
nitidez que quisiera, que entonces el equipo ganaba sus partidos con solvencia
y buen futbol; hasta que llegaban los enfrentamientos directos con los otros
grandes del grupo. Los otros grandes del grupo solían ser por aquel entonces el
Azkarrena, el Ablitense y el Buñuel: Legat, Olcoz, Arriazu, Alegría, Bericat,
Guripa… Sin duda el peligro estaba servido y la dificultad para hacer gol iba a
ser manifiesta. Aquellos enfrentamientos empezaban siempre torcidos, pero tras
el descanso, cuando los jugadores volvían al terreno de juego, alguien
aporreaba el marcador de chapa metálica que había junto a la caseta de
vestuarios y una carracla de madera respondía con fuerza desde la banda
contraria a la del pantano, como una especie de toque de queda, de llamamiento
a filas; entonces nosotros corríamos raudos y abriéndonos paso entre farias y
copas de pacharán, entre camisas de Domingo y pantalones de tergal, nos
situábamos justo detrás de la portería de las remontadas. A las primeras
embestidas del Calatrava, un central hercúleo respondía con un despeje que terminaba
con el Mikasa flotando en las aguas del pantano. Entonces, entre el jolgorio de
la gente, se devolvía al campo el balón “naranja” porque era talismán y además
el club lo había comprado en Deportes Zariquiegui de Pamplona. Con todas esas
premisas nada podía fallar. Y desde luego no fallaba. Un balón a la olla, un
sinfín de rechaces, hasta que un disparo pobre y perezoso emergía entre una
maraña de piernas y ponía delante nuestra la felicidad del gol.
Esos
buenos años desembocaron en el ascenso a Preferente en 1986 de nuevo con
Ricardo Conde -que reúne la triple condición de haber sido jugador, entrenador
y presidente-, al frente del equipo. La temporada anterior, con el cirbonero
Fermín Martínez de entrenador, el equipo hizo una de las temporadas más recordadas
de su historia, pero solo el campeón de grupo tenía derecho al ascenso y al
Calatrava le faltó un solo punto. Para la temporada siguiente (85-86) los
ascensos se habían abierto a 5 equipos ya que la Federación riojana iba a
escindirse de la navarra el curso siguiente y la preferente iba a estar
únicamente conformada por equipos navarros. Ahí el Calatrava no desaprovechó la
ocasión, terminó tercero y logró subir de categoría.
Las
múltiples reformas que ha tenido el fútbol navarro a lo largo de los años, los
cambios de nombre que han sufrido las categorías, la creación de nuevas
divisiones, son un galimatías difícil de resolver. La Preferente a la que se
ascendió en 1986 era en realidad la misma categoría a la que se ascendió en
1973, entonces llamada 2ª regional. Ambas eran la 5º división del fútbol
español, la categoría más alta en la que ha llegado a militar el club en sus 49
años, pero esta vez la presencia en la categoría fue más duradera. De Elizondo
a Cortes y de Arroniz a Sangüesa, viajó el equipo durante 5 temporadas en las
furgonetas de Luis Jimeno y de los hermanos Conde. Las quintas en el pueblo
todavía eran numerosas, y nuevas generaciones de jugadores, entre los que
sobresalía el adolescente José Manuel Yanguas, fueron dando el relevo al equipo
que había logrado el ascenso sin que se resintiera el nivel.
1991-2000: La crisis
del Fútbol en los pueblos.
El
fenómeno migratorio, del pueblo a la ciudad, ha existido “desde siempre”, pero
su correa de transmisión comenzó a sentirse en los equipos de pueblo en la
década de los 90. Basta con echar un vistazo a las categorías del futbol
navarro de hoy y de 1971, para comprobar cómo nuevos equipos de la comarca de
Pamplona que no existían entonces, son ahora clubs punteros en detrimento de
equipos de pueblo que han ido debilitándose en su nivel. El acceso de los
jóvenes a estudios superiores ha ido haciendo además, que en el mejor de los
casos, los futbolistas locales puedan disputar el partido del fin de semana sin
hacer entrenamientos. De manera paralela, la aparición de nuevas alternativas
de ocio ha ido vaciando de público los campos de regional, entre ellos
lógicamente el nuestro, en un fenómeno que todavía parece no haber tocado
suelo. Todos estos condicionantes contribuyeron de manera decisiva al nuevo
descenso del club (1990-91).
En
Agosto de 1991, en la vuelta a la primera regional (6ª división del futbol
español), el equipo tenía una media de edad de 20 años y estaba formado en su
totalidad por futbolistas del pueblo. Unos meses antes, Carlos Martínez Bozal,
natural de Aguilar del Río Alhama, había disputado su último partido con el
Calatrava. Esto no deja de ser un simple dato estadístico, pero invita a una
reflexión para un futuro complicado: La presencia de jugadores de nuestros
vecinos pueblos riojanos, se remonta al origen del club y ha sido siempre
altamente positiva.
Desde
el descenso en 1991 y hasta el final de la década el Calatrava fue casi siempre
un equipo cabecero, pero siempre se le negó el ascenso. En 1993 y en 1998 fue
campeón de Liga, siendo entrenador Ángel Vergara, pero en esas temporadas el
campeón no obtenía el ascenso directo sino que debía disputar luego un injusto Play-off
que enfrentaba a los 3 primeros de cada grupo y que en ambas ocasiones se saldó
sin existo. Entre ambos campeonatos de liga, en 1996, con Juan Bronte en el
banquillo, también logró el equipo disputar el Play-off tras terminar tercero
en la liga, pero también esta vez se resistió el ascenso.
2001-2010: 24 años para
un ascenso.
Jesús
Mari Alfaro Magaña disputó cerca de 500 partidos oficiales con el Calatrava. El
primero lo jugó en 1985 y sus excepcionales facultades físicas y su naturalidad
a la hora de entender el futbol amateur, le permitieron jugar el último en el
2014, 29 años después. Él era el capitán del equipo en el 2010, cuando el Club
volvió a ascender a Preferente.
El
Calatrava se había asomado al cambio de milenio siendo un equipo puntero en la
primera regional pero recorrió casi toda la primera década del nuevo siglo
ocupando los puestos medios de la clasificación, salvo en la 2006-07 con Ramiro
Marín de entrenador, en la que fue tercero y volvió a disputar una fase de
ascenso que terminó con el equipo presentándose a jugar un partido en Caparroso
con solo 7 jugadores. Pero por otro lado, el equipo se había ido renovando con
jóvenes jugadores del pueblo. A la temporada 2009-10 se llegó con una plantilla
formada por una generación que años antes habían formado un buen equipo juvenil, algunos veteranos como
Alberto Conde y el propio Jesús Mari Alfaro, y varios jugadores que habían
estado un tiempo jugando fuera, como Alberto Forcada, Suso Jiménez, Jesús Berdonces,
Alberto Azpilicueta o Asier Rebollo. Al frente de todos ellos, Santi González,
el mister de Ribaforada que imprimió al equipo un carácter competitivo y
ganador, pero que se topó con dos problemas: El Alesves y el Ribaforada. Desde
el final de la primera vuelta se vio que el título de Liga y el consiguiente
ascenso se iba a dilucidar en los duelos directos con estos dos equipos. En
Ribaforada ganó el Calatrava 0-2 y el 19 Marzo tuvo el Olmillo su última gran
cita hasta la fecha. Llegaba el Alesves y 600 personas se reunieron en el campo
de Futbol en un partido de regional propio del siglo pasado. Victoria local por
2 a 0 y fiesta contenida a la espera de una victoria más que llegó el 27 de
Marzo (1-0) frente al Cirbonero B con gol de Andrés Bozal. Igual que en las
temporadas 1972-73 y 1997-1998 el Olmillo volvió a quedar inmaculado de
derrotas en toda la Liga.
El
curso siguiente, iba a jugar el Calatrava por tercera vez en su historia en el
nivel 5º del futbol español. Lo hizo con una plantilla y unos inicios más que
ilusionantes, pero a medida que avanzaba la competición todo se fue
desmoronando hasta la consumación del descenso a falta de dos jornadas para el
final.
2011-2020 La travesía por el desierto.
El
14 de Septiembre de 2014 el Calatrava iba a recibir al Funes. Hasta esa fecha,
el Funes había jugado 13 veces en Fitero y no había conseguido vencer en
ninguna de ellas. Además, tampoco había conseguido nunca jugar en una categoría
que no fuese la última del futbol regional. En Fitero era el Día del Bolo, el
debut oficial del equipo en la temporada y el que siempre ha sido el partido
más motivante para nuestros futbolistas. Sin embargo el Funes se impuso por 0 a
3. Una derrota más entre las 645 sufridas en 49 años. Sí, pero con un claro
carácter indicador. Esa derrota señalaba cual iba a ser el nuevo status del
Calatrava en estas últimas temporadas: 1ª Regional (7º y último nivel del
futbol español tras la creación de la 1ª Autonómica) y últimos puestos de la
clasificación. En 1973, en una hipotética clasificación de todos los equipos
navarros, partiendo desde la 1ª División hasta llegar al lugar que ocupó el
Calatrava solo, se encontraban 26 equipos, en 1989 y en 1990 hubo 27 y en 1986
y 1987 hubo 28. El pasado Marzo, cuando la pandemia puso fin a la competición,
el Calatrava ocupaba el puesto 110 en esa hipotética clasificación y solo 8
equipos se encontraban por debajo suya.
El
vecindario oriundo en Fitero presenta una pirámide poblacional totalmente
invertida y en este último decenio el Club se ha visto en la necesidad de
recurrir a numerosos jugadores foráneos que en la mayoría de los casos no
encontraron sitio en sus equipos de origen y a los que, también en la mayoría
de los casos, solo hay que mirar con ojos de agradecimiento, pues sin su
concurso no habría sido posible la existencia del equipo. En estos 10 últimos
años han pasado por el Calatrava más futbolistas que en los primeros 20 y el
mismo número de entrenadores, en una labor tan meritoria como ingrata. Como
aspecto positivo, el Club ha ido contando con varios equipos de categorías
inferiores. Cualquier aficionado un poco observador mira hacia ellos y hace sus
sumas y sus restas: el Calatrava los necesita a todos, pero sobre todo los
“mocetes” necesitan al Calatrava.
* * *
Ya
no hay carraclas de madera en el Olmillo y la montonera de camisas de Domingo
son ahora unas pocas sudaderas con capucha. Abrir hoy las puertas de la
instalación para un entreno, tiene tanto valor como desplazar 5 autobuses a
Tierraestella en 1979, y una Voll-Damm dispensada en el ambigú son 10
pacharanes al cambio de 1982. Aquel equipo que hace medio siglo salía a una
explanada de tierra rodeada de entusiastas fiteranos, sale hoy a una pradera
verde y saluda a una grada vacía, pero paradójicamente pienso que este Calatrava
tiene más mérito que el fundacional, pues los ascensos, las permanencias, las
finales, son poca cosa cuando lo que se pelea es la continuidad histórica del
Club. 720 victorias adornan la historia deportiva del Calatrava, pero las
relaciones tejidas en torno al Club y el claro papel vertebrador de la vida
social fiterana que ha tenido a lo largo de medio siglo, son su verdadera
victoria.
Cuando
se juega con el cierzo en contra, los despejes se vuelven contra tu portería,
pero merece la pena seguir despejando. Sí o sí.
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