Libros, Documentos, Monasterio de Fitero

 LIBROS Y DOCUMENTOS


El Real Monasterio de Fitero, en Navarra. (Apuntes para una monografía) / Vicente Lampérez y Romea. PDF . Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 


La Biblioteca del Monasterio de Fitero a fines del Renacimiento e inicio del Barroco, Mª Isabel Ostolaza Elizondo. Hispania Sacra, 2013. PDF.

El Monasterio de Fitero en la Edad Media

Marisa Melero Moneo

Universidad Autónoma de Barcelona

En todos los monasterios de la orden del cister el sistema de fundación era el mismo. Las fundaciones se realizaban a través de 13 monjes (un abad y 12 monjes) que eran enviados desde un monasterio existente, que actuaba como casa madre y de la que el nuevo monasterio fundado dependería en muchos aspectos, tanto espirituales como materiales. Para la fundación la nueva comunidad se instalaba en un territorio que había recibido por donación de algún noble, en el que primero se construían edificios provisionales y cuando se tenían los recursos necesarios se emprendían las construcciones más duraderas, tanto de la iglesia como de los edificios conventuales[i].

Además del papel espiritual, los cistercienses que se asentaron en los reinos de la Península Ibérica, igual que los franceses, roturaron bosques y cultivaron amplias extensiones de tierra, desarrollando también técnicas de canalización y explotación del agua, que utilizaron tanto para sus necesidades diarias en el monasterio, como para sus actividades derivadas de la agricultura, por ejemplo la explotación de sus molinos[ii]. Estos monjes también tuvieron un importante papel en la colonización de las tierras conquistadas a los musulmanes, evidente en casos como el de Fitero, aún cuando ello no significa que los cistercienses de la península tuviesen un papel destacado en la conquista de territorios a los musulmanes, ya que fenómenos como la orden de Calatrava, que estuvo un tiempo bajo la autoridad del abad de Fitero, parece que fueron una excepción y contaron con la oposición de la dirección del cister[iii]. De cualquier forma, la llegada de los cistercienses a la Península Ibérica tuvo mucho que ver con el interés de nobles y reyes de que se asentaran en sus territorios, para lo cual les donaron amplias extensiones de tierra de sus dominios.

De ello es un ejemplo claro el caso del monasterio de Fitero, que nació en los terrenos donados por el rey castellano Alfonso VII. En este sentido, los orígenes y primeros tiempos del monasterio de Fitero estuvieron ligados al reino de Castilla, dentro del cual se benefició de las donaciones y exenciones de Alfonso VII (1126-1157), así como de las de sus descendientes más inmediatos, Sancho III el Deseado (1157-1158) y Alfonso VIII (1158-1214), monarcas que lo consideraron como uno de los monasterios más importantes de su reino, quizá por su situación en un lugar estratégico colonizado por Castilla después de la muerte de Alfonso I el Batallador (1104-1134), quien había conquistado la zona a los musulmanes hacia 1119. El carácter fronterizo del monasterio también le permitió beneficiarse de algunas donaciones otorgadas por los reyes de Navarra. En este sentido, al margen de breves períodos en que el monasterio pasó a manos navarras a causa de las escaramuzas bélicas de sus reyes, el monasterio de Fitero se mantuvo dentro del reino de Castilla hasta 1373[iv]. Así, en el siglo XIV sufrió las consecuencias de las numerosas guerras entre los reyes de Castilla y Navarra motivadas por el intento de poseer el lugar fronterizo de Fitero y en él tanto el monasterio como sus propiedades. El conflicto se agravó hacia 1335 y acabó en 1373 con la sentencia del legado pontificio, el cardenal Guido de Bolonia, quien lo adjudicó definitivamente al reino de Navarra[v].

 

Fundación del Monasterio de Fitero. Problemas historiográficos

 

La donación de terrenos realizada el 25 de octubre de 1140 por parte del rey Alfonso VII y su mujer, en beneficio de la iglesia de Santa María de Yerga, permitió la primera instalación del monasterio de Fitero en el lugar llamado Niencebas (al pie de la sierra de Yerga) y desde 1141 tenemos noticias documentales tanto del monasterio como de su primer abad, Raimundo de Fitero[vi]. Gracias a dicha donación se produjo el traslado de los religiosos de Yerga (eremitas o monjes) al lugar de Niencebas, donde en 1141 ya existía el nuevo monasterio, según se comprueba en diversos documentos de dicho año en los que distintos personajes donaron propiedades a Santa María de Niencebas, a su abad Raimundo y a sus monjes[vii]. El abad Raimundo gobernó el monasterio durante casi dos décadas y lo trasladó desde Niencebas al lugar de su asentamiento definitivo en Fitero[viii]. Respecto a la cuestión de esta última ubicación y denominación del monasterio, después de su traslado desde Niencebas, se ha planteado la posibilidad de que antes de instalarse en el lugar definitivo de Fitero la abadía se pudo instalar en otro término cercano conocido como Castellón. Sin embargo, según ciertos documentos el asentamiento de Fitero fue denominado de dos formas distintas, como abadía de Castellón y como abadía de Fitero. Así, en un privilegio de donación expedido el 2 de diciembre de 1189, Alfonso VIII otorgó al monasterio de Fitero la confirmación de todas las donaciones que su padre había hecho al mismo monasterio cuando se denominaba de Castellón:

"Eapropter ego Aldeponsus, dei gratia rex Castelle et Toleti, una cum uxore mea Alienor regina et cum filio meo Ferrando, autenticum priuilegium illustris memorie genitoris mei regis Sancii, quod ipse olim monasterio de Casteion, quod nunc dicitur de Fitero, condidit, presentis pagine innouatione restituo et confirmo...."[ix].

 

Teniendo en cuenta tales documentos una de las cuestiones esenciales referidas al monasterio de Fitero es la de su fundación, ya que para algunos autores fue la primera abadía cisterciense de la Península Ibérica, mientras que otros no admiten esta afirmación. En relación a ello Gómez Moreno había indicado que Moreruela era el primer centro cisterciense hispano, fundado hacia 1131 o 1132[x]. Sin embargo, la hipótesis planteada por el padre Cocheril en 1959 y publicada por dicho autor unos años después rechazaba la teoría defendida por Gómez Moreno y creía que Moreruela se fundó entre 1153 y 1158 y Fitero en 1140, siendo Fitero por tanto, a través de su asentamiento en Niencebas, la primera fundación cisterciense en suelo peninsular[xi]. Esta teoría, que substituía la primacía hispana del monasterio de Moreruela (Zamora) por la de Fitero, fue rechazada por Carlos Valle, quien otorgó el papel de primera fundación del cister en la península al monasterio de Santa María de Sobrado de los Monjes (Coruña), fundado el 14 de febrero de 1142 según un privilegio datado en dicha fecha. Este autor creía que el monasterio de Fitero pudo ser inicialmente un monasterio benedictino que se afiliaría posteriormente al cister[xii]. Ciertamente no hemos conservado ni tenemos noticias directas o indirectas de ningún privilegio de donación del lugar de Yerga al abad de Scala Dei, ni tampoco de ningún documento de fundación en Yerga y en los estatutos de los capítulos generales del cister el primer año en que aparece citado el monasterio de Niencebas es 1147. Por ello y retomando los documentos publicados por Monterde, C. Valle indicaba que en la donación de Alfonso VII en 1140 a Durando de Yerga no se hace ninguna alusión ni al abad de Scala Dei, ni a la orden cisterciense y que es más probable que Durando y sus compañeros fuesen eremitas establecidos en Yerga, convirtiéndose en monjes benedictinos en su establecimiento de Niencebas, con Raimundo a su cabeza como primer abad. Según Valle la fecha en la que el monasterio benedictino de Niencebas se convirtió en cisterciense estaría entre el 17 de septiembre de 1147 y el 6 de febrero de 1148, momento en que Raimundo pudo afiliar dicho monasterio a la orden cisterciense, afiliación que el autor creía que pudo ser aprobada por el Capítulo General del Cister celebrado en 1147, al que asistió san Bernardo[xiii].

A este respecto, yo creo que sigue habiendo indicios sobre la posibilidad de que el primer establecimiento del monasterio de Fitero pudiese ser cisterciense antes de lo que se ha admitido últimamente, es decir, antes de 1147, momento en que el monasterio de Fitero aparece reflejado en el Capítulo General del Cister y a partir del cual se admite sin reservas su condición cisterciense. Así, después de descartarse la instalación del monasterio en la sierra de Yerga, parece que puede admitirse que la primera sede de Santa María de Fitero se localizó en Niencebas, al pie de la citada sierra. Allí había sido fundado gracias a la donación de Alfonso VII en 1140 y allí el obispo de Calahorra Sancho de Funes bendijo a su primer abad Raimundo y consagró el altar de su iglesia (que ya existía en 1141), puesto que el monasterio fiterano dependió inicialmente de la sede calagurritana.

Ciertamente, la falta de documentos claros al respecto hace difícil poder asegurar si en ese momento el monasterio de Niencebas era ya cisterciense o si, como piensan algunos autores, se trataba de un monasterio benedictino que se afilió al cister por mediación de su primer abad Raimundo de Fitero, en una fecha posterior. Sin embargo, algunos documentos nos dan indicios sobre la posibilidad de que en 1145 el monasterio dirigido por Raimundo ya fuese cisterciense, lo cual explicaría que en tal momento recibiese como donación del rey de Pamplona García Ramírez el Restaurador (1134-1150) los terrenos para construir posteriormente los monasterios cistercienses de Veruela y de La Oliva. Además, en tal documento se califica a Fitero como monasterio cisterciense. Es decir, en dicho documento puede leerse:

... yo García, por la misericordia de Dios rey de Pamplona,  con animo grato y voluntad a Dios y a Santa María de Niencebas y al señor Raimundo abad del mismo lugar y a toda la congregación de monjes y hermanos que sirven ahora allí mismo bajo la Regla de San Benito y a los sucesores de los hermanos de la orden cisterciense que viven en este monasterio. Dono a los hermanos tanto presentes como futuros con consentimiento y voluntad y autoridad de mi mujer Urraca, el lugar que llaman Oliva con todos sus términos... También dono a aquellos monjes el lugar que llaman Berola con los montes... [xiv].

En relación a dicha donación, hay que recordar que en la bula expedida en Citeaux el 17 de septiembre de 1147 por Eugenio III se otorgaba protección al monasterio de Raimundo y se confirmaban sus propiedades, entre las que se citan los lugares de Niencebas, Fitero, La Oliva y Veruela[xv]. En 1149 los lugares de La Oliva y Veruela fueron donados otra vez, en este caso por el nuevo rey de Aragón, Ramón Berenguer IV, quien los donó a la abadía francesa de Scala Dei, abadía madre de los cistercienses de Fitero[xvi].

De acuerdo a todo ello podemos suponer que el carácter cisterciense del primitivo monasterio de Fitero, es decir, del monasterio de Niencebas, fue anterior a 1147, momento en que se había datado últimamente su afiliación al cister[xvii]. Por un lado, en el documento de donación de 1145 se especifica el carácter cisterciense de Niencebas en ese momento y por otro lado la inclusión de las propiedades y terrenos de los futuros monasterios cistercienses de Veruela y La Oliva entre las posesiones del abad Raimundo, sólo tendría sentido si Raimundo de Fitero fuese ya abad cisterciense. En este sentido, ya se ha visto como los lugares de La Oliva y Veruela aparecen entre las propiedades de Fitero en 1147 y por ello fue el abad Raimundo quien unos años después pidió que se incorporasen como monasterios independientes a la orden cisterciense[xviii].

No conocemos ninguna noticia que hable o ponga de relieve la afiliación del monasterio fiterano al cister entre las donaciones de 1140 y 1145, a pesar de que en la última fecha citada el monasterio debía pertenecer ya al cister. Esto permite suponer que el carácter cisterciense del monasterio venía desde su inicio en Niencebas el año 1141, año en que fue consagrado su altar por el obispo de Calahorra; o bien que se produjo una afiliación cisterciense entre 1141 y 1145 de la que no tenemos noticias. Como se ha visto, en el documento de 1145 se dice que “los monjes y hermanos” de Niencebas vivían bajo la Regla de San Benito, pero se añade que formaban parte de la Orden de los hermanos cistercienses. La referencia a “monjes” y “hermanos” del documento puede aludir a las dos comunidades propias de los monasterios cistercienses: la monacal y la de los conversos. Por otro lado, y como recordaba Monterde, en una nueva donación del emperador Alfonso VII de Castilla y su esposa Berenguela a la iglesia de Santa María de Niencebas, a su abad Raimundo y a sus monjes, se vuelve a indicar que seguían la Regla de San Benito. Esta donación está fechada el 15 de octubre de 1146 en Niencebas, es decir, antes de la primera aparición del monasterio de Fitero en los capítulos del cister. En ella se dice:

"Huius rei gratia, ego Adefonsus imperator Hispanie una cum uxore mea imperatrice Berengaria grato animo uoluntate spontanea Deo et ecclesie Sancte Marie de Nesceuas et eiusdem loci abbati dompno R[aimundo] ceterisque fratribus sub ordine beati Benedicti Deo ibidem..."[xix].

Aunque en este documento no se indica de forma explícita la condición cisterciense del monasterio, sabemos que tampoco se hizo esta referencia explícita en otros casos conocidos de establecimientos cistercienses, a los que no se calificaba de cistercienses sino que simplemente se citaba su pertenencia a la regla de San Benito[xx]. Además, como se ha visto, en el caso de Fitero hay indicaciones específicas que permiten suponer que el monasterio de Niencebas ya era cisterciense en 1145, por tanto, antes de la redacción del documento de 1146.

La hipótesis que vuelve a considerar Fitero como una fundación cisterciense temprana en la Península Ibérica se refuerza también con el documento datado en 1187 en el que el obispo Rodrigo de Calahorra (1147-1190) dirigió una queja al Papa Urbano III (1185-1187). En él, para hacer valer los derechos de la diócesis de Calahorra respecto al monasterio de Fitero, frente a las pretensiones de la diócesis de Tarazona, el obispo recuerda que el monasterio de Niencebas estaba en su diócesis y por ello fue su predecesor el obispo Sancho quien consagró su altar y bendijo a su primer abad Raimundo y que cuando éste trasladó el monasterio al lugar menos árido de Fitero, fue el propio obispo Rodrigo quien consagró el cementerio[xxi]. En dicho texto se califica al monasterio de Fitero como cisterciense (“…monachorum cisterciensis…”) y si bien es cierto que para la fecha de redacción de este documento (1187) ya no hay duda de que así era, también es cierto que en el documento se hace referencia explícita a esa circunstancia y a cuestiones como la del traslado de la sede del monasterio, apelándose con ello a aspectos peculiares y a cambios que afectaron a este establecimiento mientras estuvo bajo la mitra de Calahorra. De dicho texto podría desprenderse la idea de que el carácter cisterciense al que se refiere el obispo como propio del monasterio de Fitero lo era desde su inicio, ya que, de haberse producido la afiliación entre 1141 y 1145, hubiese sido un hecho suficientemente importante como para que se hubiese especificado la reforma cisterciense, ya que, en tal caso, dicho cambio se habría producido durante la ubicación del monasterio en el lugar de Niencebas y bajo la autoridad y dependencia del obispado de Calahorra. Ello hubiese sido sin duda un argumento más que habría podido esgrimir el obispo Rodrigo en la defensa de sus derechos sobre Fitero frente a las pretensiones del obispo de Tarazona, igual que utilizó el cambio de asentamiento y su participación en él mediante la consagración del cementerio nuevo. En este sentido, hay que tener en cuenta que el problema de jurisdicción episcopal llegó a causa del carácter fronterizo del nuevo emplazamiento de Fitero, a la muerte de su abad Raimundo. En tales circunstancias se produjo la invasión armada del monasterio de Fitero realizada por hombres del obispo de Tarazona, hecho al que se alude en el texto citado de 1187, donde también se indica que después de la usurpación del monasterio por parte del obispo de Tarazona, éste bendijo a Guillermo como segundo abad, que figura como abad de Fitero desde 1161[xxii].

 

Itinerancia del Monasterio de Fitero y restos del molino de la abadía

 

En otro orden de cosas, además de la primitiva donación de 1140 gracias a la cual se pudo establecer el monasterio en Niencebas, a esta abadía y a su primer abad Raimundo se le donaron terrenos en otros momentos situados en diversos lugares, por ejemplo en Niencebas (1141), en Cervera o en los baños de Tudejen (1146), donaciones a las que debemos sumar las compras y permutas de terrenos situados en la vega del Alhama, en los términos de Castellón o Fitero, que el abad Raimundo llevó a cabo entre 1147 y 1152[xxiii]. Según Goñi, en ese momento Raimundo trasladó el monasterio a su sede definitiva en Fitero, citando como prueba de este traslado el documento expedido en Segni por el papa Eugenio III, el 9 de junio de 1152, en el que hace referencia a una nueva protección papal, probablemente por haber cambiado la sede del monasterio y ser necesaria una confirmación de la protección de acuerdo a las nuevas circunstancias[xxiv]. El nuevo asentamiento puede comprobarse posteriormente con el abad Guillermo, segundo abad del monasterio.

Debido a la denominación de monasterio de Castellón que encontramos como fórmula alternativa en algunos documentos referidos al monasterio de Fitero, se ha intentado definir el término de Castellón como una nueva ubicación, posterior a Niencebas y anterior a la definitiva en Fitero. De acuerdo a ello y gracias a una descripción documental de 1153 referida a la abadía de Castellón, se ha situado esta ubicación en terrenos localizados entre el río Alhama y la acequia de Cintruénigo, en la zona de la presa del molino de la abadía:

 “In Dei nomine. Ego Sanz de Cesma et uxor mea Orobita et filii mei et filie uendimus uno quione de terra iuxta illam abbatiam de Castellione in illa presa de illo molendino, inter illa cequia de Centronico et illo riuo maior, ad uos don Raimundo abbate de Sancta Maria de Castellione et fratribus uestris, tam presentibus quam futuris, in precio de una uacca cum suo filio…”[xxv].

De acuerdo a esta descripción, el molino citado en el documento parece que puede identificarse con el molino que se siguió utilizando como tal por la población de Fitero hasta no hace muchos años, situado dentro de una zona que fue propiedad de la familia Francés y que en sus últimos años de vida productiva también fue utilizado como fábrica de chocolate. Por otro lado, no hace mucho aparecieron en dicho lugar restos arquitectónicos de una nave con arcos ligeramente apuntados que Olcoz ha identificado como la iglesia del monasterio de Castellón, que supone fue un edificio eclesial anterior a la iglesia conservada de Fitero. El citado autor interpretaba que la indicación: “junto a aquella abadía de Castellón”, que se utiliza en el documento, significa que la tierra objeto de la venta estaba al lado de la iglesia de la abadía[xxvi]. Pero, en el documento lo único que se indica es que la tierra que el abad Raimundo compra estaba cerca de la abadía de Castellón, no de la iglesia. En este sentido, “iuxta” puede traducirse como “junto a” o como “cerca de”, pero el documento no dice que la tierra estuviese junto a liglesia de la abadía, ya que el término iglesia no aparece. Por ello creo que lo que se desprende del documento es simplemente que la tierra que se compra por parte del abad Raimundo estaba junto a los terrenos de la abadía, concretamente en la presa del molino propiedad de los monjes y situada entre el río Alhama y la acequia de Cintruénigo[xxvii].

Además, creo que la estructura arquitectónica hallada en los últimos años no tiene necesariamente que identificarse con una iglesia, sino que podría ser alguna dependencia del molino de los monjes, molino que ya era usado por ellos a mitades del siglo XII[xxviii]. No obstante, el carácter ligeramente apuntado de los cuatro arcos diafragma de este recinto sitúa la construcción en unas fechas avanzadas del siglo XII que pueden ser contemporáneas de la iglesia abacial conservada, en el que fue el lugar definitivo como asentamiento del monasterio en el término de Fitero. La tipología avanzada de estos arcos permite dudar que correspondan a la iglesia abacial anterior a la de Fitero. También el reducido tamaño de esta nave parece inadecuado para una comunidad monacal en auge que, ya sin lugar a dudas, era cisterciense en 1153, año en que se realizó la compra a la que se refiere el documento citado. Desde luego el tamaño de este espacio sería demasiado pequeño para albergar a la comunidad de monjes y conversos del monasterio en un momento de fuerte expansión económica que, probablemente, debió suponer también un número de monjes y conversos importante. De hecho, la posibilidad de una comunidad monacal numerosa ya a mitades del siglo XII está en cierto modo corroborada por el edificio abacial que se construirá en Fitero en los últimos años del siglo XII.

Tampoco debemos olvidar que en la tipología de los monasterios cistercienses no es propio que la iglesia abacial se situase junto al molino, ya que la actividad productiva y la espiritual del monasterio estaban debidamente separadas, y aún cuando podía haber una granja o algún taller dentro del recinto amplio del monasterio, por ejemplo un molino, éste estaba claramente independizado de los espacios con función religiosa y a una cierta distancia de ellos[xxix]. Si admitimos que los restos arquitectónicos conservados en el molino no pueden ser de la iglesia abacial anterior a la conservada en el recinto monástico, ello implica que no pueden ser la iglesia de Santa María de Castellón y resulta también dudosa la posibilidad de que la construcción que estamos tratando fuese una iglesia, aunque no fuese la iglesia abacial. De hecho, a pocos metros de esta supuesta iglesia (a no más de tres minutos andando) estaba la iglesia del monasterio hoy conservada. Respecto a ello hemos de recordar que las pequeñas iglesias cistercienses asociadas a granjas o a otro tipo de establecimientos dedicados a actividades agrícolas o hidráulicas, como los molinos, debían estar lo suficientemente alejadas de la iglesia abacial como para que quienes atendían estos lugares no pudiesen asistir a la iglesia abacial por la distancia. También por ello sería difícil admitir que los restos arquitectónicos situados junto al molino de los monjes de Fitero correspondiese a una iglesia, que de serlo estaría muy cerca de la iglesia abacial fiterana, fuera de la muralla interna del monasterio y demasiado próxima al río. Ejemplos como los restos del molino de Cluny, hoy utilizado como museo, nos reafirman la posibilidad de que un espacio arquitectónico monumentalizado del tipo del hallado en Fitero, aunque más rico y de mayor tamaño en el caso de la abadía francesa, podía tener una función práctica en relación a la actividad del molino.

En fin, sería bueno que el Gobierno de Navarra llevase a cabo una excavación en el lugar ocupado por esta construcción, para poder afirmar o rechazar de forma definitiva si estos restos pudieron pertenecer a un espacio eclesial o si fueron una estancia de carácter funcional. En este sentido, es bueno recordar, como he indicado más arriba, que en un documento de 1189 se dice que el monasterio de Fitero antes de esa fecha se denominó también Monasterio de Castellón, lo que hace suponer que no hubo dos iglesias monacales diferentes (de Santa María de Castellón y de Santa María de Fitero) situadas en lugares diferentes, sino que se trataba de la misma iglesia que tuvo dos denominaciones distintas[xxx]. En todo caso, parece que de existir una iglesia de Santa María de Castellón antes de realizarse la de Santa María de Fitero, dicha iglesia estaría en la misma zona donde después se construyó la iglesia definitiva, pero no parece que tal iglesia estuviera junto al molino.

 

Asentamiento definitivo y crisis en la dirección del monasterio

          Como se ha visto más arriba a partir de la súplica de 1187 del obispo de Calahorra, parece que cuando desapareció el abad Raimundo de la dirección del monasterio de Fitero el lugar fue usurpado por el obispo Martín de Tarazona, quien envió hombres armados que ocuparon el monasterio, atacaron a los monjes e incorporaron la abadía por la fuerza a la diócesis turiasonense, por lo que dicho obispo bendijo a Guillermo como segundo abad de Fitero[xxxi]. En fin, el abad Guillermo (1161-1182) sucedió a Raimundo en la dirección del monasterio fiterano y continuó la política de expansión territorial de la abadía, pero también estabilizó el asentamiento monástico y su abadiato supuso una repoblación del monasterio por parte de la abadía francesa de Scala Dei. De este modo, a partir de Guillermo los abades se llamaron siempre de Fitero, dejando los términos alternativos o complementarios de Niencebas o Castellón. El abad Guillermo obtuvo nuevamente la confirmación de todos los bienes del monasterio, así, además de la bula de protección papal del 18 de septiembre de 1162, se expidió otra el 7 de abril de 1179, en la que el mismo papa Alejandro III otorgó un nuevo privilegio al monasterio de Fitero desde Roma, tomándolo nuevamente bajo su protección y confirmando tanto la regla cisterciense como las posesiones del monasterio y exenciones tributarias[xxxii]. Como consecuencia de la recuperación de la abadía por parte del rey castellano, después de la usurpación de Sancho el Sabio de Navarra, también Alfonso VIII concedió notables privilegios a la abadía en 1168, que ratificaban los que ya habían concedido su padre (Sancho III el Deseado) y su abuelo (Alfonso VII) y esos privilegios volvieron a ser confirmados en 1189[xxxiii].

Durante el mandato de Marino (1183-1187), tercer abad de Fitero, el monasterio ya tenía muy desarrollado su patrimonio y no se acrecentó mucho más. El abad Marino fue sustituido al frente del monasterio por Pedro de Quesada (1187-1189) y parece que a partir del fin de su abadiato y hasta 1210 el monasterio entró nuevamente en crisis, al menos en cuanto a su dirección. Así, a continuación del abad Pedro, hubo un período sin noticias de los abades de Fitero en la documentación, pero autores como Goñi indicaban que el abad de este lugar fue acusado por el Capítulo General del Cister en 1191 de consultar a un agorero, de haber ocultado una deuda y de haber despedido al cillero por revelar dicha deuda[xxxiv]. La comunidad fiterana siguió presentando problemas y las correspondientes acusaciones durante los años posteriores. Por ejemplo, dos años después el responsable de Fitero fue acusado nuevamente de numerosas culpas ante el Capítulo General del Cister, al cual no quiso asistir. En 1197 vuelve a haber una referencia a problemas en el monasterio, ya que hubo una conspiración que derrocó al prior, por lo que el Capítulo General del Cister de 1198 intervino para acabar con dicho problema deponiendo al usurpador, recolocando al prior depuesto y castigando a los que apoyaron la conspiración. Este periodo problemático se sitúa entre 1189 y 1210, es decir, entre Pedro de Quesada, último abad documentado en 1189 y el siguiente, conocido como García, que aparece en la documentación en 1211[xxxv].

A pesar de todos estos problemas, a lo largo de la segunda mitad del siglo XII y la primera del XIII el monasterio todavía fue objeto de numerosas donaciones de los reyes y beneficios de los pontífices que lo enriquecieron y lo hicieron poderoso, pero dichos problemas se han de tener en cuenta a la hora de datar la construcción de la iglesia.

 

Iglesia de Santa María la Real de Fitero

Hay que tener en cuenta que fuese cual fuese la fecha de fundación o afiliación cisterciense de Fitero, el edificio monumental que hemos conservado no se inició al menos hasta fines del siglo XII y algunas de las estancias del claustro que han llegado hasta nosotros en la galería sur, como los restos de la cocina o del refectorio, fueron realizadas ya en el siglo XIII, consagrándose el templo en 1247. En este sentido, la iglesia del monasterio de Fitero que hemos conservado, igual que todas las iglesias cistercienses, fue dedicada a la Virgen. Su planta sigue el modelo usado en otras como las de Clairvaux (de la segunda iglesia de dicho monasterio, modificada y agrandada después de la muerte de san Bernardo) y Pontigny, pero, desde el punto de vista de su cabecera con girola, también se parece mucho a las iglesias de Poblet (Tarragona), Gradefes (León) o Veruela (Zaragoza), aunque hay mayor número de capillas en el transepto de Fitero[xxxvi].

Es un edificio de planta de cruz latina, que posee cabecera con girola a la que se abren 5 capillas absidales; amplio transepto a cuyo muro este se abrían dos pequeños ábsides a cada lado, de los que fueron parcialmente modificados los del lado de la Epístola al construirse la sacristía y su acceso; tres naves longitudinales de 6 tramos a partir del transepto, que se separan por arcos formeros de medio punto que apean en pilares cruciformes con pilastras adosadas. Las cubiertas son bóvedas de crucería cuyos nervios de sección cuadrada y grandes dimensiones apean sobre las características ménsulas suspendidas cistercienses en la zona de la cabecera y del transepto, mientras que en el resto del edificio lo hacen sobre columnas y pilastras adosadas a los pilares. Dichas bóvedas están enmarcadas por arcos fajones ligeramente apuntados. En el presbiterio, debido a su planta semicircular, se utilizó una bóveda gallonada con cuatro nervios que confluyen en la clave del arco fajón que la limita y en las capillas de la girola y el transepto se realizó una bóveda de cuarto de esfera, añadiéndose nervios en la central de la girola y poseyendo las del transepto un tramo de bóveda de cañón delante de la de esfera. Las tres últimas bóvedas de la nave central se hundieron, por lo que se construyeron unas nuevas a principios del siglo XVI de tipo estrellado que en el exterior tienen arbotantes, que se han hecho visibles con la restauración del siglo XX.

Las ventanas son más o menos abocinadas según los lugares de la iglesia en los que se ubican y tienen un trazado de arco de medio punto, distribuyéndose en las capillas de la cabecera, en la zona alta del transepto y de la nave central, además de en las naves laterales. En los hastiales norte, sur y oeste hay rosetones.

En el exterior se aprecia la piedra de sillería bien cortada; los contrafuertes que corresponden con los límites de los tramos interiores; las ventanas de medio punto; y la cornisa o alero soportado por modillones lisos y de rollo. La portada presenta un arco abocinado de medio punto con cuatro arquivoltas que apean sobre capiteles que poseen vegetales y animales estilizados. Aunque ciertamente la estructura de la portada es de tradición románica lo avanzado de la fecha en la que debió construirse justifica que sus motivos decorativos ya no sean románicos sino góticos[xxxvii]. Sobre dicho edificio eclesial se produjeron una serie de transformaciones a partir del siglo XVI[xxxviii].

 

Claustro

Se adosa en el lado sur de la iglesia probablemente por la proximidad de un desvío de las aguas del Alhama. La galería norte del claustro o del mandatum es la que se adosa al muro sur de la iglesia y en ella se encontraba un banco corrido de piedra para la lectura de los monjes y en el extremo este de dicho muro se abre la puerta que comunica claustro e iglesia. Esta portada está abierta mediante un arco de medio punto y posee una sencilla decoración en el lado del claustro. El vano está rodeado por dos arquivoltas que apean en capiteles de flora y piñas de los que ha desaparecido el interno de las jambas izquierdas del espectador y en la clave del arco se realizó un crismón de tipo jaques.

 En cuanto al resto de las galerías o pandas del claustro, en sus muros se abrían distintos espacios funcionales. A través de los restos conservados en Fitero y de lo habitual en este tipo de monasterios se pueden identificar los distintos espacios. Así, en la galería este, justo al lado de la puerta que comunicaba con la iglesia, se abría posiblemente un pequeño ambiente para dejar libros, conocido como armarium, y a continuación debía haber otro pequeño espacio dedicado a sacristía, aunque no quedan suficientes indicios para reconstruirlos. Después se abría la Sala Capitular, que se comunicaba con el claustro por una amplia puerta flanqueada por ventanas y que también tenía 3 ventanas en su muro interior o este, la cuales aunque hoy están cegadas originalmente debían abrirse a la huerta del monasterio estando formadas por un arco de medio punto flanqueado por cortas columnas con esquemáticos capiteles vegetales. Esta sala era una de los espacios más importantes debido a que en ella se reunía el capítulo, se leía la regla, se hacían ritos públicos de penitencia, etc. Tiene planta cuadrada cubierta por 9 pequeñas bóvedas de crucería que apean en cuatro columnas exentas y en las 12 columnas adosadas al muro en los cuatro laterales. Las columnas presentan un alto pedestal poligonal, un corto fuste y capiteles decorados en dos niveles con variada decoración de motivos vegetales y geométricos, con palmetas estilizadas unos y con piñas otros, mientras que los capiteles de las columnas adosadas presentan incisiones acanaladas y entrelazos, todo ello de acuerdo al rigor decorativo del ideal cisterciense impulsado por San Bernardo. Estos capiteles parecen haber sido realizados por los mismos artífices que realizaron los capiteles de la girola, que son los únicos de la iglesia con los que tienen una clara similitud[xxxix]. En el muro oeste de la sala se abren, como se ha dicho, dos ventanas y la puerta de acceso en medio de ellas, que apean sobre pilares cruciformes levantados sobre un muro bajo, los cuales poseen dos columnas adosadas sobre el frente y una en los codillos o ángulos, con capiteles vegetales y una imposta de ajedrezado[xl].

Volviendo a la galería este del claustro, a continuación, el muro este presenta restos de algunas puertas más, hoy tapiadas, que avanzan hacia el sur, correspondiendo quizá la primera a la escalera que llevaba al dormitorio de los monjes en el piso alto; la segunda a una sala denominada locutorio en la que los monjes conversaban y que en cuyo muro este pudo tener una puerta que comunicase con la huerta; y la tercera a la sala de los monjes. Estos tres ambientes han desaparecido en cuanto a su estructura original aunque quedan restos de las puertas que los comunicaban con el claustro en el muro este de dicho recinto. Sobre todos estos ambientes de la galería este estaba el dormitorio de los monjes, probablemente cubierto por techumbre de madera que fue sustituida por una bóveda en el siglo XVII, del cual sólo queda la parte situada sobre la sala capitular, ya que el resto fue reformado, igual que los ambientes del piso bajo sobre los que se ubicaba el dormitorio, es decir, el locutorio y la sala de monjes. La  bóveda de esta última sala se eliminó para crear una sola altura, ya que tal espacio fue usado como refectorio en el siglo XVII y posteriormente como cine. Debajo de lo que fue Sala de Monjes se encontraban parte de las bodegas del monasterio, con 2 naves cubiertas por bóvedas de cañón y comunicadas entre sí por pasillos que atraviesan el muro[xli].

En la galería sur se abren aún algunas puertas. La situada más al este debía comunicar originalmente con el calefactorio y también conservamos la del refectorio, espacio que tenía seis tramos dispuestos perpendicularmente al claustro y que en origen debían estar abovedados, poseyendo ventanas en sus muros este, sur y oeste que proporcionaban una buena iluminación al recinto[xlii]. La puerta situada más al oeste del muro sur correspondía a la cocina, estancia de forma cuadrangular inicialmente cubierta por bóveda de crucería y con ventanas en sus muros norte (zona alta, hacia el claustro) y sur (hacia el exterior), más las puertas que se abrían al claustro, al refectorio y al exterior. De la cocina quedaban escasos restos por haber sido convertida en casa particular, dividida su altura en pisos. Pero, recientemente se ha reconstruido este espacio, quizá de forma un tanto excesiva.

En la galería oeste no se han conservado ni la cilla o almacén, que habitualmente estaba en esta zona, ni los edificios de los conversos, pero si queda el trazado de lo que debía ser el pasillo de los conversos para entrar a la iglesia, que corría paralelo al muro oeste de la galería oeste del claustro entrando en la iglesia por la puerta situada al oeste del muro sur, que posteriormente se convirtió en el acceso que comunicaba la capilla bautismal y la iglesia. En este sentido, creo que también puede identificarse el pabellón destinado a los conversos con un grupo de casas que limitan el citado pasillo, que como se acaba de indicar hoy está convertido en calle, y que se disponen de forma paralela a él.

 

 

Patronazgo y cronología de las obras arquitectónicas medievales del monasterio de Fitero

 

Sobre el patronazgo relativo a la construcción de la iglesia de Fitero tenemos sólo noticias indirectas y no documentos exactos. En función de dichas noticias indirectas y posteriores se ha supuesto que el principal promotor de las obras de Fitero fue el arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, nacido en Puente la Reina en 1170 o 1180 y muerto el 10 de junio de 1247 en el sureste francés, cuando regresaba de una entrevista papal. En este sentido, García Sesma indicaba que según el Tumbo de Fitero fue el arzobispo de Toledo, don Rodrigo, quien: "nos edificó el templo e iglesia tan suntuosa que ahora tenemos, porque era pequeña la iglesia que había antes, y reedificó a su costa, que sería bien grande, pues es de las más suntuosas que hay en toda la orden y nos impetró de Roma indulgencia para el día de la dedicación de ella"[xliii]. En la bula de concesión de indulgencias otorgada por el papa Inocencio IV el 13 de mayo de 1247 ya se había insistido en dicha idea, puesto que el papa indicaba que concedía los 40 días de indulgencia en honor de la Virgen, titular del templo, y del venerable Rodrigo, arzobispo de Toledo, de quien en el documento se dice haberla construido a sus expensas[xliv].

Sin embargo, también hemos de tener en cuenta los recursos del propio monasterio, con lo que probablemente se contó a la hora de planear e iniciar las obras tanto de la iglesia como de los ambientes conventuales alrededor del claustro. Pero, quizá tales recursos se agotaron antes de lo esperado debido a las obras de la primera etapa o bien a consecuencia de la mala gestión de algunos abades de fines del XII y principios del XIII. En este sentido, toda obra medieval se iniciaba cuando el patrimonio de la entidad constructora era suficiente para asegurar el progreso de la construcción, aún cuando muchas veces ocurrieran distintos imprevistos económicos que hacían fracasar las previsiones constructivas. Es cierto, no obstante, que otras veces no era necesario gastar los recursos propios porque se conseguían recursos nuevos para las obras a través de donaciones específicas para ello. Naturalmente, si se daba el caso de sufrir dificultades económicas a lo largo de las obras que causaban o hacían previsible su paralización se procuraba conseguir nuevos recursos mediante donaciones de personajes importantes[xlv].

Así, volviendo al caso de Fitero, es bastante aceptable la hipótesis de que el inicio de las obras se pudo costear gracias a los recursos del propio monasterio y que cuando dichos recursos disminuyeron, bien por las propias obras, bien por la mala administración del monasterio, se debió recurrir a la financiación externa, quizá del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada de acuerdo a las citas documentales indicadas. En este sentido, como bien apuntaba García Sesma, si se admite que las obras se iniciaron hacia 1185, hemos de tener en cuenta que en ese momento el arzobispo tenía 15 años, por lo que es difícil suponer su patrocinio del templo de Fitero en fecha tan temprana, incluso aún cuando se retrase el inicio de las obras hasta 1190[xlvi]. Sin embargo, parece más factible aceptar el patrocinio del arzobispo en la segunda etapa constructiva de esta iglesia, es decir, después de su vuelta a los reinos peninsulares y probablemente ya en el periodo que dirigió la sede de Burgo de Osma o la de Toledo[xlvii].

          Desde el punto de vista de la cronología constructiva de la iglesia de Fitero, Lampérez y Lambert diferenciaron dos etapas en la construcción. De ellas situaban la primera en el último cuarto del siglo XII y la relacionaban con la cabecera y el transepto, suponiendo que las obras fueron dirigidas por un arquitecto francés procedente de la zona de Gascuña o Borgoña. En cuanto a la segunda etapa, que alargaban a lo largo de la primera mitad del siglo XIII y que quizá pueda relacionarse con el patronazgo del arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, la relacionaban con la zona de las naves, en las que se aprecia una mayor tosquedad constructiva que se atribuye a la dirección de un maestro hispano[xlviii]. A partir del estudio documental del monasterio realizado por C. Monterde se ha dicho que la primera etapa coincidiría con el abadiato de Marino o Maurin (1183-1187), debido a que en tal momento descienden los documentos de compras realizadas por el monasterio, ya que, según dicha autora, los recursos se dedicarían a las obras llevadas a cabo según esta hipótesis bajo la dirección del citado abad[xlix]. La segunda etapa se ha situado entre 1214 y 1247, basándose en el documento de 1247 en el que se conceden indulgencias como consecuencia de la dedicación del templo[l].

Personalmente creo que, aunque no tenemos datos documentales y por ello es imposible dar fechas exactas, podemos dar una hipótesis aproximativa de la cronología del monasterio a partir de los restos conservados, de los datos documentales indirectos, es decir, referidos a otros aspectos relacionados con el monasterio y a partir de la comparación con otros edificios similares que en ocasiones sí pueden datarse de forma más clara. En función de todo ello se puede suponer que las obras de la iglesia de Fitero se iniciaron en los últimos años del siglo XII, como se ha dicho otras veces, hacia 1185 con el abad Marino (1183-1187) o incluso en el abadiato de Pedro de Quesada (1187-1189), construyéndose en este primer período la cabecera de la iglesia, con el ábside principal, la girola y sus ábsides, así como parte del transepto (quizá en sus partes bajas y en todo caso sin decorar) y la sala capitular en el claustro. Pero, dichas obras debieron quedar interrumpidas poco tiempo después, es posible que como consecuencia de los problemas planteados por la nueva dirección del monasterio, reflejados en las acusaciones que se dirigen al abad de Fitero en 1191 en relación a una deuda ocultada y prácticas poco ortodoxas como la consulta a un agorero. Tales problemas también aparecen reflejados en el conflicto entre priores de 1197, que el Capítulo General del Cister solucionó en 1198.

Una vez solucionados dichos problemas las obras se pudieron retomar h. 1210 o más probablemente (como sugería García Sesma) unos años después, durante el abad Guillermo Fuerte (1214-1238), que fue el primer abad estable después de superados los problemas citados de la dirección del monasterio y por tanto el que pudo tener la tranquilidad y apoyo necesarios para retomar el complejo proyecto de las obras[li]. En este momento, la construcción podía estar todavía en la zona del transepto y al finalizar dicho espacio se pudo producir un replanteamiento del proyecto constructivo para simplificarlo[lii]. El cambio de orientación en este caso pudo ser motivado por la escasez de recursos, como consecuencia tanto de la mala gestión reciente del monasterio como de las propias obras. Con este cambio se simplificaba aún más el proyecto, que ya se había simplificado desde el punto de vista decorativo en el transepto, quizá para intentar reducir el coste de la construcción y lograr una mayor rapidez constructiva. Por tanto, la segunda etapa se puede suponer que se inició hacia 1214, en todo caso después de 1210, es decir, después de haberse vuelto a estabilizar la dirección del monasterio, manteniéndose las obras al menos hasta poco antes de mitades del siglo XIII y quizá disfrutándose en los años anteriores a 1247 del apoyo económico de Rodrigo Ximénez de Rada. Es probable que para la consagración de la iglesia de 1247, bajo el abadiato de Bernardo (1246-1250), pudiese estar acabada en su totalidad, incluso sus bóvedas. También pudieron estar acabados para la consagración de 1247 una parte de los edificios conventuales construidos alrededor del claustro, aunque algunos de ellos, es posible que los situados en la panda oeste, pudiese seguir en construcción unos años después de mitades del siglo XIII[liii].

Desde el punto de vista del uso de la iglesia, la invitación a visitarla a cambio de indulgencias de la bula de 1247 rompe el uso habitual de las iglesias cistercienses, dedicadas exclusivamente a los monjes, y justifica la realización de una portada en el muro oeste para acceder a ella desde el exterior y por tanto pensada para los laicos. En fin, esta portada es obra del siglo XIII, momento en que comienzan a hacerse habituales este tipo de accesos dedicados a los laicos, mientras que hasta entonces los edificios cistercienses no tenían puerta hacia el exterior[liv]. Así pues, parece que pudo ser a fines del siglo XII y durante la primera mitad del XIII cuando se construyeron la iglesia y los edificios conventuales anejos, momento para el cual ya se habían construido otras iglesias y edificios conventuales cistercienses en la Península Ibérica.

Esta cronología justifica que la iglesia de Fitero presente tanto elementos románicos como góticos. Por ejemplo fue románico el proyecto, así como algunos de sus elementos constructivos (arcos de medio punto…), mientras que las bóvedas que cubrieron las naves y transepto de la iglesia son claramente góticas.



NOTAS

            [i] Para las cuestiones relacionadas con los monasterios cistercienses, tanto en sus aspectos constructivos como otros más generales referidos al sistema de vida, etc. véase I. BANGO y otros, Monjes y Monasterios. El Cister en el medievo de Castilla y León, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998.

 

            [ii] Sobre los molinos construidos y explotados por los monjes cistercienses de Fitero, véase S. OLCOZ, “Los molinos cistercienses de Fitero en el medioevo”, Fitero (1999), p.34-37.

 

[iii] Según Joan FUGUET SANS y Carme PLAZA ARQUÉ, El Citer. Patrimoni dels monestirs catalans a la Corona d’Aragó, Barcelona 1998, Col.lecció Nissaga, nº 14, p. 11-12, el cisterciense que dirigía la Orden de Calatrava era el abad de Morimond.

[iv] Por ejemplo, Sancho el Sabio de Navarra (1150-1194) conquistó el castillo de Tudején h. 1157 y tomó bajo su protección al monasterio de Castellón-Fitero, que estaba dentro del territorio de influencia de dicho castillo. Además, usurpó el monasterio de Fitero entre 1162 y 1167.

[v] J. GOÑI, "Historia del monasterio cisterciense de Fitero", Príncipe de Viana 26, (1965), p. 295-329, especialmente p. 298-300; C. GARCÍA GAINZA y otros, Catálogo Monumental de Navarra. I: Merindad de Tudela, Pamplona, Príncipe de Viana, 1980, p. 165-188, concretamente para los aspectos históricos p. 165; y J. VERGARA CIORDIA, "La incorporación de los navarros a los saberes", en Signos de Identidad Histórica para Navarra, Pamplona 1996, tomo I, p. 471.

            [vi] El pergamino original de esta donación se ha conservado en el Archivo General de Navarra (clero, Fitero, leg. 51, nº 476). El documento está fechado el 25 de octubre de 1140 y en él se realiza la donación del lugar de Niencebas por parte de Alfonso VII de Castilla y de su mujer doña Berenguela a la iglesia de Santa María de Yerga y a don Durando y sus compañeros, que según el documento servían en dicha iglesia, donde hacían vida en comunidad. Sobre ello véase, V. de la FUENTE, España Sagrada, Madrid 1866, tomo 50, p. 398-399; J. GOÑI, "Historia…", 1965, op. cit., p. 295; C. MONTERDE, Colección diplomática del Monasterio de Fitero (1140-1210), Zaragoza 1978, p. 226-227, doc. 1, p. 355-357; y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero. El monasterio cisterciense de la frontera y la fundación de la orden militar de Calatrava, Fitero 2002, p. 43-45.

 

[vii] Para estos documentos puede verse C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 2, 3 y 4, p. 357-359.

            [viii] De acuerdo a un documento de fines de 1187 en el que se realizó una súplica al papa Urbano III por parte del obispo Rodrigo de Calahorra, se sabe que el predecesor de este prelado en la diócesis, el obispo Sancho de Funes, consagró el altar de Niencebas y bendijo a su abad Raimundo. Sobre dicho documento puede verse Paul KEHR, Papsturkunden in Spanien. II: Navarra und Aragón, Berlín 1928, II, nº 166, p. 511-515. Se refieren a él también J. GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 295; I. RODRÍGUEZ, Colección diplomática medieval de La Rioja, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1979, p. 115; F. SAINZ RIPA, Sedes episcopales de La Rioja. Siglos IV-XIII, Logroño 1994, tomo I, p. 339 y 372-375; y S. OLCOZ, San Raimundo…, op. cit., 2002, p. 29, n. 64 y p. 93, n. 367.

 

[ix] Para la trascripción del documento de 1189 conservado en un pergamino del Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº. 17), véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., op. cit., 1978, doc. 210, p. 515-518. La identificación de las denominaciones de Castellón y Fitero como dos términos distintos referidos al mismo monasterio ya fue asumida por H. MARIN, “San Raimundo de Fitero, abad y fundador de Calatrava”, Cistercium XV (1963), p. 259-274 y p. 263 para esta cuestión.

[x] Sobre ello véase M. GÓMEZ MORENO, “El primer monasterio español de cistercienses: Moreruela”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, XIV, 159 (1906), p. 97-105.

            [xi] Para Fitero pueden verse desde los complejos Anales cistercienses, A. MANRIQUE, Cisterciensium seu varius ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, tomus primus-quartus, Lyon 1642 y M. CALATAYUD, Memorias del monasterio de Fitero, Manuscrito de fines del siglo XVIII conservado en el monasterio de San Isidro de Dueñas (Palencia), p. 8-35, hasta la bibliografía que trata los aspectos históricos y la fundación del monasterio. Entre ésta cabe destacar V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El real monasterio de Fitero en Navarra”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XLVI (1905), p. 286-301M. COCHERIL, "A propos de la fondation de Moreruela, 1132 ou 1143?", Citeaux, Commentarii Cistercienses, XII, (1961), p. 61-79 y del mismo autor "L'Implantation des abbayes cisterciennes dans la Péninsule Ibérique", Anuario de Estudios Medievales, I, (1964), p. 217-287, especialmente p. 229-231 y Etudes sur le monachisme en Espagne et au Portugal, París 1966. Sobre la fundación del monasterio de Fitero véase también H. MARIN, “San Raimundo…”, 1963, op. cit., p. 259-274; J. GOÑI, "Historia…", op. cit., 1965, p. 295, quien creía que el monasterio de Fitero se fundó en Yerga por monjes procedentes de Scala Dei (que a su vez dependía de Morimond), estableciéndose en dicho lugar poco antes de la donación de Alfonso VII en 1140 y después de la fundación de Scala Dei que el autor sitúa en 1137; C. MONTERDE, Colección diplomática…, op. cit., 1978, p. 224-225, recogía la hipótesis de que el monasterio fue fundado primero en los montes de Yerga (1140), trasladándose al valle y concretamente a la villa desierta de Niencebas en 1141 gracias a la donación de Alfonso VII de Castilla fechada el 25 de octubre de 1140; M. GARCÍA SESMA, La iglesia cisterciense de Fitero, Tudela 1981; C. VALLE PÉREZ, "La introducción de la orden del cister en los reinos de Castilla y León. Estado de la Cuestión", en La introducción del Cister en España y Portugal, Burgos 1991, ed. La Olmeda, col. Piedras Angulares, nº 2, p. 133-161, especialmente para Fitero p. 146-150, no admitía el carácter de Fitero como primera fundación cisterciense en la Península Ibérica; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero. Arte y arquitectura", Panorama, nº 24, Pamplona, 1997, p. 8 y del mismo autor Monasterio de Fitero. Primer monasterio cisterciense de la Península, León, Edilesa, 2002, p. 3-4, quien en ambas publicaciones habla de 1140 como fecha de fundación del monasterio de Fitero, sin tener en cuenta la hipótesis contraria a tal fundación de Carlos Valle; S. OLCOZ, San Raimundo…, op. cit., 2002, texto que vuelve a dar como válida la postura que veía en Fitero la primera fundación cisterciense peninsular; y M. MELERO, “Recintos claustrales para monjes y canónigos”, en Claustros románicos hispanos, León, Edilesa, 2003, p. 228-233 y 236-237, donde se vuelve a replantear la cuestión de la fundación. Para esta cuestión véase también P. KEHR, Papsturkunden…, op. cit., 1928, II, p. 205-209.

 

            [xii] Para la hipótesis de la primacía de Sobrado sobre Moreruela y Fitero véase, C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y del mismo autor “La implantación cisterciense en los reinos de Castilla y León y su reflejo monumental durante la Edad Media (siglos XII y XIII)”, en Monjes y Monasterios. El Cister en el medievo de Castilla y León, Monasterio de Santa María de Huerta (Soria), Valladolid 1998, p. 35.

 

[xiii] C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y “La implantación…”, 1998, op. cit., p. 35. Este autor indicaba a este respecto que en un documento del 6 de febrero de 1148 se hace referencia al trabajo manual de los monjes del monasterio de Niencebas, lo cual es ya un indicio de su condición cisterciense. El mismo autor situaba la fundación de Veruela en 1146 y la de La Oliva en 1150. Respecto a estas dos últimas fundaciones, L. DAILLIEZ, “Los orígenes de Veruela”, en El Cister. Órdenes religiosas en Zaragoza, Zaragoza 1987, p. 165-176, rechazaba la fundación de 1146 para el monasterio de Veruela, por considerar falso y sin sentido el documento de esa fecha que se refiere a la donación de tal lugar por parte de Pedro Atarés a la abadía de Scala Dei, la cual en tal momento todavía no existía con dicho nombre. Además, tanto Veruela como La Oliva pertenecieron al monasterio de Niencebas y a su abad Raimundo, produciéndose un cambio en su afiliación en 1160-1161, fecha en que, probablemente como consecuencia de los problemas de Fitero con su casa madre a causa de la creación de la Orden de Calatrava y la consiguiente refundación de Fitero por monjes procedentes de Scala Dei, las abadías de Veruela y La Oliva, antes pertenecientes a Fitero, pasaron a depender (igual que ésta última abadía) de Scala Dei. Para el monasterio de La Oliva véase la nota siguiente.

[xiv] “… ego Garcia, Dei nutu, rex Pampilonensium grato animo voluntate Deo et Sancte Marie de Nanzavez et dompno Raimundi ejusdem loci abbati et tota congregationem monachorum et fratrum sub regula beati Benedicti ibidem nunc servientibus et successoribus ab Ordine cisterciensium fratrum ipsius monasterii viventibus. Dono namque fratribus tam presentibus quam futuris cum consilio et voluntate et auctoritate uxoris mee Urrache, locum que dicitur Olive cum omnibus suis terminis…. Item dono illis monachis locum que dicitur Berole cum montibus…”. Este documento de donación fechado en 1145 ha sido publicado por L. DAILLIEZ, “Los orígenes de Veruela”, op. cit., 1987, p. 173-174. Sobre esta donación véase también J.A. MUNITA LOINAZ, El monasterio de la Oliva en la Edad Media (siglos XII al XVI). Historia de un dominio cisterciense navarro, Vitoria 1995, p. 113-114; J.Mª PÉREZ y J.Mª HERNÁNDEZ, El monasterio de La Oliva. Un estilo de arte para un estilo de vida, León, Edilesa, 2000, p. 4-5; y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 36, nota 87. El documento es una copia del siglo XV, fechada hacia 1495-1498, pero en cierto modo la autenticidad de su contenido está corroborada por documentos posteriores que confirman que el monasterio de Niencebas y su abad Raimundo poseyeron los lugares de La Oliva y Veruela.

[xv] Para este documento, cuyo original se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº 8), puede verse C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 254-255 y doc. 8, p. 362-363. Curiosamente, la autora citada (Ibidem doc. 9, p. 363-365) transcribía también otro documento papal expedido en el mismo lugar y el mismo día en el que Eugenio III confirmaba al abad Raimundo las posesiones del monasterio de Yerga, entre las que se cita La Oliva, pero no Veruela. Sin embargo, mientras el original del primer documento indicado en esta nota se conserva en el Archivo Histórico Nacional, poseyéndose además varias copias, el segundo no se conserva, conociéndose sólo a través de noticias de algunos autores. Además, parece un poco desfasado el hecho de calificar a Raimundo en 1147 como abad de Yerga. Ello plantea dudas sobre la autenticidad de dicho documento. MONTERDE (Ibidem, p. 233, n. 23) recoge la hipótesis de que Veruela fue donado en 1146, por parte de Pedro Atarés, a la abadía cisterciense francesa de Scala Dei y a sus monjes, aunque ya se ha visto en la nota 13, como dicho documento de 1146 es considerado falso.

[xvi] Según J.Mª PÉREZ y J.Mª HERNÁNDEZ, El monasterio de La Oliva…, 2000, op. cit. p. 4, esta nueva donación de los mismos lugares se entiende por pertenecer dichos terrenos a la frontera situada entre Navarra y Aragón, siendo por ello motivo de disputa su propiedad en distintos momentos y concretamente en 1149. Sin embargo, al firmarse la paz entre ambos reinos el mismo año 1149, los lugares de La Oliva y Veruela vuelven a Navarra y a su rey García Ramírez el Restaurador, quien confirmó su donación anterior a Fitero.

[xvii] C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y “La implantación…”, 1998, op. cit., p. 35.

[xviii] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 362-363 y doc. 8 y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 37, n. 89.

[xix] Para la trascripción de este documento, del cual se conserva copia en el Archivo General de Navarra y en el Archivo Histórico Nacional, véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 232-233 y doc. 7, p. 360-361.

            [xx] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 233.

[xxi] Para este documento véase más arriba la nota 8. De acuerdo a éste y otros documentos, parece que la razón real del nuevo asentamiento en Fitero fue la voluntad del abad Raimundo, quien durante unos cuantos años se dedicó a adquirir terrenos en dicho término mediante compras o permutas, probablemente por las buenas condiciones de vida que esa zona junto al Alhama presentaba respecto al asentamiento anterior del monasterio. Así, el obispo de Calahorra calificaba el término de Fitero como “menos árido”.

[xxii] Para todas estas cuestiones que están recogidas en el documento de 1187, véase P. KEHR, Papsturkunden in Spanien. II: Navarra und Aragón, Berlín 1928, II, nº 166, p. 511-515.

            [xxiii] Para las donaciones de terrenos en Niencebas, véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit. documentos 2, 4 y 7, p. 357, 358-359 y 360-361. En el documento 2 fueron Pedro Tizón (abuelo del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada), su mujer doña Toda y sus hijos los que en 1141 donaron al abad Raimundo y a sus hermanos todas sus heredades en Niencebas; en el doc. 4 fueron Fortún López y su mujer quienes en 1141 donaron al monasterio de Niencebas y sus monjes una heredad en dicho lugar; y en el doc. 7 de 1146, los donantes fueron Alfonso VII y su mujer doña Berenguela quienes hicieron la donación al abad Raimundo y sus hermanos. En cuanto a las donaciones, permutas y compras de terreno en el valle del Alhama, concretamente en Castellón o Fitero, véase GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 296 y C. MONTERDE, Ibidem, 1978, doc. 29-33 y p. 383-387.

 

[xxiv] Para la datación del traslado a Fitero en 1152, véase V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El Real Monasterio…”, 1905, op. cit., p. 289; H. MARIN, “San Raimundo…”, 1963, op. cit., p. 263 y GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 296. La bula papal de 1152 fue publicada por P. KEHRPapsturkunden…, op. cit., 1928, II, Nº 64, p. 369-370 y C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 24, p. 377-379.

[xxv] Esta trascripción corresponde a la publicada por C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 30, p 384-385.

[xxvi] Para la cuestión de la posible existencia de una iglesia anterior a la conservada en Fitero y situada en la zona del molino de los Francés, véase S. OLCOZ, “Los molinos cistercienses de Fitero…”, 1999, op. cit., p. 35-36 y del mismo autor “Orígenes medievales de la Villa de Fitero”, Fitero (2000), p. I-XVI y San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 44 y n. 138.

[xxvii] Por otro lado, hay varios documentos similares y en uno de ellos se vende otro trozo de tierra con una situación idéntica a la anterior, pero en este documento no se dice nada en relación a que estuviese junto a la iglesia o junto a la abadía. Para este documento véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 29, p. 383-384.

[xxviii] La nave es de trazado rectangular y presenta todavía restos de los muros norte y sur en los que las ventanas son nuevas; cuatro arcos diafragma que están ligeramente apuntados y apean en la parte interna de los muros citados; y, coincidiendo con dichos arcos, los correspondientes contrafuertes en el exterior de los muros. No se conserva, sin embargo, ni la techumbre ni los muros de cierre que quizá hubo al este y oeste. Por el momento y al menos hasta que no se excave la zona, tampoco hay ningún indicio de estructura absidal.

[xxix] Para estas cuestiones referidas de modo general a los monasterios cistercienses, véase M. T. López de Guereño, “Las dependencias extraclaustrales”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 265-279, especialmente 273-274. Además, agradezco a I. Bango y a Mª C. Muñoz los comentarios sobre diversos aspectos relacionados con los talleres e iglesias de granjas cistercienses o similares que ellos conocen bien en relación a otros monasterios y que amablemente me dieron ante mis preguntas sobre el tema.

[xxx] Para lo relativo al monasterio de Castellón, véase el apartado dedicado a la fundación del monasterio y la nota 9.

[xxxi] J. Goñi, “Historia…”, op. cit., 1965, p. 296-297. Véase también lo relativo al documento de 1187 en la nota 8.

[xxxii] Ambas bulas se conservan en el Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº 13 y nº 16) y han sido publicadas por C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 320-321.

[xxxiii] Para este documento en el que se establece la identidad de los monasterios de Castellón y Fitero, véase más arriba el fragmento reproducido y la nota 9.

            [xxxiv] J. GOÑI, “Historia…”, op. cit., 1965, p.297.

 

[xxxv] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 332-336 y  J. GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 327.

[xxxvi] Para los aspectos constructivos de la iglesia y del claustro medievales del monasterio de Fitero véase V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El real monasterio…”, 1905, op. cit., p. 286-301; J. URANGA y F. IÑIGUEZ, Arte medieval navarro, Pamplona 1973, vol. IV, p. 30-33; E. LAMBERT, El arte gótico en España. Siglos XII y XIII, Madrid 1977, p. 91-94; C. GARCÍA GAINZA, Catálogo Monumental…, 1980, op. cit., p. 165-188; M. GARCÍA SESMA, La iglesia…, 1981, op. cit.; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio…", 1997, op. cit. p. 13-28 y del mismo autor Monasterio…, 2002, op. cit., p. 7-27; y M. MELERO, “Recintos claustrales…”, 2003, op. cit., p. 236-237 y M. MELERO MONEO, “Reflexiones sobre el monasterio cisterciense de Santa María de Fitero”, De Arte, León, 2004, en prensa.

[xxxvii] Otros autores han dado opiniones distintas al respecto, hablando de motivos decorativos románicos, lo cual evidentemente no es cierto, ya que se copian motivos vegetales usados en el gótico que poseen una flora de tendencia naturalista.

[xxxviii] Según C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 167-168, en la segunda mitad del siglo XVI ser levantó la capilla bautismal, de planta rectangular y bóveda estrellada, mientras que a finales del mismo siglo se edificó el coro alto sobre los dos últimos tramos de la nave central. También en esta misma época se construyó la sacristía, entre el lado sur de la girola y al este del brazo sur del transepto, pero dicho espacio fue reformado, según la estética barroca y abundantes yeserías, en la primera mitad del siglo XVIII. También los azulejos del suelo (hoy tapados con una tarima) son de esta época. Dicho espacio es precedido por la antesacristía. La capilla de la Virgen de la Barda, que antes fue del Santo Cristo y de los Quince Auxiliadores y que aprovechaba otra capilla del siglo XVII, se construyó entre 1732 y 1736. En ella se realizaron yeserías y pinturas de las que sólo las de la cúpula son originales (profetas y hornacinas fingidas), mientras que el resto se rehicieron en 1826 (San Benito, San Bernardo, San Roberto y San Raimundo de Fitero en las pechinas y Dios Padre presidiendo la gloria en el cascaron).

La torre se construyó en el siglo XVII sobre el extremo del brazo sur del transepto. Es una torre manierista construida en ladrillo en forma de prisma cúbico cuyo basamento se construyó sobre la primitiva torre circular del monasterio y lleva adosado un cuerpo cilíndrico en el que se aloja la escalera de caracol. En general, para las obras de la iglesia posteriores a la Edad Media, véase R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit.

[xxxix] Esta identidad ha hecho que algunos autores como R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 27, datase la Sala Capitular a la vez que la cabecera de la iglesia.

[xl] C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 169-170.

[xli] Para la identificación de estas naves situadas hoy día bajo el cine con las bodegas del monasterio véase R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 28.

[xlii] Este espacio se conservó en su forma original hasta el siglo XVII en que fue derrumbada su techumbre y elevados sus muros con ladrillo para construir en la zona alta la Biblioteca del monasterio, espacio que tiene una bóveda de medio cañón con lunetos y en sus muros fronteros conserva dos cartelas manieristas en las que se indica la fecha de 1614 y se realizó la cruz de Calatrava, pero como otras zonas del monasterio su decoración sufrió una remodelación barroca en el siglo XVIII. Sobre ello véase C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 170.

[xliii] Archivo Histórico Nacional, Tumbo de Fitero, fol. 507. El Tumbo de Fitero ha sido datado por P. KEHR (Papsturkunden…, op. cit., 1928, II, p. 205-209) hacia 1634. En cuanto a la cita recogida procede de M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40, n. 6.

[xliv] La bula de Inocencio IV expedida en 1247 se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Fitero, carp. 1398, n. 14) y fue copiada en el Tumbo de Fitero, fol. 394. Sobre ella véase J. GOÑI, “Historia…”, 1965, op. cit., p. 324 y n. 185; y M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40. En la citada bula se dice: "... qui propriis sumptibus eam construisse dicitur...". Mientras Goñi situaba la consagración de la iglesia de Fitero el 13 de mayo de 1247, fecha de la bula papal de concesión de indulgencias, García Sesma la databa el 28 de junio del mismo año. Por su parte J. URANGA y F. IÑIGUEZ, Arte medieval…, 1973, op. cit., vol. IV, p. 30-31, situaban la consagración de la iglesia en 1237 indicando que dicha idea se desprende de la bula de 1247. Respecto a estos aspectos C. GARCÍA GAINZA (Catálogo Monumental..., 1980, op. cit., p. 166) indicaba que según la tradición, don Pedro Tizón y su sobrino (o su nieto según otros autores) el arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada (1170/1180-1247) contribuyeron a las obras de la iglesia mediante la donación tierras y con aportaciones económicas. Sin embargo, Pedro Tizón tuvo una cronología claramente anterior a las obras de la iglesia y monasterio conservados, ya que está documentado en 1141, momento en que ni tan siquiera se había establecido el monasterio en el término de Fitero. Por otro lado, algunos autores defienden la donación no documentada de terrenos en el término de Fitero por parte del citado personaje en función de un documento mucho más tardío en el que encuentra una indicación velada en ese sentido.

[xlv] Por ejemplo, como consecuencia de la caída en el siglo XV de los 3 últimos tramos de la iglesia abacial de Fitero se produjo el patrocinio del propio monasterio para reparar dos de ellos y del abad Martín de Egües I para reparar el tercero, lo cual se indica en el Tumbo de Fitero y se comprueba en el escudo de dicho abad localizado en la clave de la bóveda correspondiente al tercer tramo (contado desde los pies hacia la cabecera). Sobre los Egües (Martín Egües I, 1503-1540 y Martín Egües II, 1540-1580) como abades y patrocinadores de ciertas partes tardías del monasterio de Fitero, véase M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40-41; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio…", 1997, op. cit., p. 31-33 y del mismo autor Monasterio…, 2002, op. cit., p., 30-31; y F. MENÉNDEZ PIDAL, “Don Fray Martín de Egües y de Gante, abad de Santa María de Fitero”, Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, IV (1996-1997), p. 251-277, quien a partir de los datos del Tumbo de Fitero creía que el primer Egües citado sólo reparó la bóveda de uno de los tres tramos caídos a los pies de la iglesia, mientras que la reparación de los otros dos corrió a cargo del monasterio.

[xlvi] M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40-41.

            [xlvii]  Su formación parece que se realizó primero en la corte de Sancho el Sabio de Navarra y a partir de 1195 en Bolonia y París, haciendo testamento en París en 1201, es decir, poco antes de volver a la Península a donde parece que regresó hacia 1202-1204. En el citado testamento Ximénez de Rada pidió ser enterrado en el monasterio de Huerta, aún cuando en un futuro llegara a ser prelado. Para distintos aspectos relativos a Ximénez de Rada, véase J. GOROSTERRATZU, Don Rodrigo Jiménez de Rada, gran estadista, escritor y prelado, Pamplona 1925, p. 469, n. 178 y la introducción a R. JIMÉNEZ DE RADA, Historia de los hechos de España, Madrid, Alianza Universidad, 1989, Introducción y traducción de Juan Fernández Valverde, p. 13-52.

 

[xlviii] Sobre ello véase V. LAMPÉREZ Y ROMEA, "El Real Monasterio…", 1905, op. cit., p. 297-299; E. LAMBERT, El arte gótico…, 1977, op. cit., p. 94; y C. GARCÍA GAINZA, Catálogo Monumental..., 1980, op. cit., p. 166-167.

[xlix] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 328. La identificación de dicho abad con el primer arquitecto de la iglesia de Fitero, contemplada por dicha autora, es una especulación que no podemos comprobar, al menos de momento.

[l] R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 18-19 y Monasterio…, op. cit., 2002, p. 13, quien situaba la primera etapa entre 1180 y 1210.

[li] M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 42.

[lii] La simplificación se aprecia especialmente en los elementos decorativos y en la forma de concebir los pilares interiores a los que en la girola se adosaron columnas o semi-columnas en algunos de cuyos capiteles se realizó decoración vegetal, mientras que en el transepto se adosaron también columnas, pero con capiteles mucho más sencillos, y en las naves se realizaron pilastras sin capiteles. En fin, es evidente que la obra se fue simplificando desde los ábsides hacia la zona de la portada de los pies de la iglesia.

 

[liii] Según V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El Real Monasterio…”, op. cit., 1905, p. 299, en 1287 existía ya la muralla que rodeaba y protegía el recinto monacal, por lo que los edificios incluidos en ella ya debían estar acabados. El mismo dato fue recogido por M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 42. No obstante, las galerías del claustro, situadas delante de los espacios conventuales del siglo XIII, fueron realizadas en el siglo XVI bajo el patrocinio de los Egües. No sabemos si estas obras en las galerías del claustro sustituyeron a las galerías medievales que quizá se levantaron en el siglo XIII, después de las estancias monásticas, o bien si los problemas económicos que parece debió tener la abadía para acabar las obras de la iglesia y las estancias conventuales motivaron que las galerías claustrales no se construyesen hasta que se realizó la obra del siglo XVI. En este sentido recordemos que lo habitual en la construcción de los claustros monásticos era que primero se construyesen las estancias monásticas y cuando éstas estaban acabadas o suficientemente avanzadas se iniciaba la construcción de las galerías porticadas que iban delante y que se apoyaban en sus muros por uno de los lados. Sobre ello véase I. BANGO, “El claustro y su topografía”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 160-161. Para el estudio de las galerías del claustro plateresco de Fitero, véase C. GARCÍA GAINZA, “Fitero…”, 1980, op. cit. p. 169 y R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 31-33 y Monasterio…, op. cit., 2002, p. 30-31.

            [liv] M. C. MUÑOZ PÁRRAGA, “La iglesia”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 107-118, concretamente para este aspecto p. 107.

            [1] Para las cuestiones relacionadas con los monasterios cistercienses, tanto en sus aspectos constructivos como otros más generales referidos al sistema de vida, etc. véase I. BANGO y otros, Monjes y Monasterios. El Cister en el medievo de Castilla y León, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998.

 

            [1] Sobre los molinos construidos y explotados por los monjes cistercienses de Fitero, véase S. OLCOZ, “Los molinos cistercienses de Fitero en el medioevo”, Fitero (1999), p.34-37.

 

[1] Según Joan FUGUET SANS y Carme PLAZA ARQUÉ, El Citer. Patrimoni dels monestirs catalans a la Corona d’Aragó, Barcelona 1998, Col.lecció Nissaga, nº 14, p. 11-12, el cisterciense que dirigía la Orden de Calatrava era el abad de Morimond.

[1] Por ejemplo, Sancho el Sabio de Navarra (1150-1194) conquistó el castillo de Tudején h. 1157 y tomó bajo su protección al monasterio de Castellón-Fitero, que estaba dentro del territorio de influencia de dicho castillo. Además, usurpó el monasterio de Fitero entre 1162 y 1167.

[1] J. GOÑI, "Historia del monasterio cisterciense de Fitero", Príncipe de Viana 26, (1965), p. 295-329, especialmente p. 298-300; C. GARCÍA GAINZA y otros, Catálogo Monumental de Navarra. I: Merindad de Tudela, Pamplona, Príncipe de Viana, 1980, p. 165-188, concretamente para los aspectos históricos p. 165; y J. VERGARA CIORDIA, "La incorporación de los navarros a los saberes", en Signos de Identidad Histórica para Navarra, Pamplona 1996, tomo I, p. 471.

            [1] El pergamino original de esta donación se ha conservado en el Archivo General de Navarra (clero, Fitero, leg. 51, nº 476). El documento está fechado el 25 de octubre de 1140 y en él se realiza la donación del lugar de Niencebas por parte de Alfonso VII de Castilla y de su mujer doña Berenguela a la iglesia de Santa María de Yerga y a don Durando y sus compañeros, que según el documento servían en dicha iglesia, donde hacían vida en comunidad. Sobre ello véase, V. de la FUENTE, España Sagrada, Madrid 1866, tomo 50, p. 398-399; J. GOÑI, "Historia…", 1965, op. cit., p. 295; C. MONTERDE, Colección diplomática del Monasterio de Fitero (1140-1210), Zaragoza 1978, p. 226-227, doc. 1, p. 355-357; y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero. El monasterio cisterciense de la frontera y la fundación de la orden militar de Calatrava, Fitero 2002, p. 43-45.

 

[1] Para estos documentos puede verse C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 2, 3 y 4, p. 357-359.

            [1] De acuerdo a un documento de fines de 1187 en el que se realizó una súplica al papa Urbano III por parte del obispo Rodrigo de Calahorra, se sabe que el predecesor de este prelado en la diócesis, el obispo Sancho de Funes, consagró el altar de Niencebas y bendijo a su abad Raimundo. Sobre dicho documento puede verse Paul KEHR, Papsturkunden in Spanien. II: Navarra und Aragón, Berlín 1928, II, nº 166, p. 511-515. Se refieren a él también J. GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 295; I. RODRÍGUEZ, Colección diplomática medieval de La Rioja, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1979, p. 115; F. SAINZ RIPA, Sedes episcopales de La Rioja. Siglos IV-XIII, Logroño 1994, tomo I, p. 339 y 372-375; y S. OLCOZ, San Raimundo…, op. cit., 2002, p. 29, n. 64 y p. 93, n. 367.

 

[1] Para la trascripción del documento de 1189 conservado en un pergamino del Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº. 17), véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., op. cit., 1978, doc. 210, p. 515-518. La identificación de las denominaciones de Castellón y Fitero como dos términos distintos referidos al mismo monasterio ya fue asumida por H. MARIN, “San Raimundo de Fitero, abad y fundador de Calatrava”, Cistercium XV (1963), p. 259-274 y p. 263 para esta cuestión.

[1] Sobre ello véase M. GÓMEZ MORENO, “El primer monasterio español de cistercienses: Moreruela”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, XIV, 159 (1906), p. 97-105.

            [1] Para Fitero pueden verse desde los complejos Anales cistercienses, A. MANRIQUE, Cisterciensium seu varius ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, tomus primus-quartus, Lyon 1642 y M. CALATAYUD, Memorias del monasterio de Fitero, Manuscrito de fines del siglo XVIII conservado en el monasterio de San Isidro de Dueñas (Palencia), p. 8-35, hasta la bibliografía que trata los aspectos históricos y la fundación del monasterio. Entre ésta cabe destacar V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El real monasterio de Fitero en Navarra”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XLVI (1905), p. 286-301M. COCHERIL, "A propos de la fondation de Moreruela, 1132 ou 1143?", Citeaux, Commentarii Cistercienses, XII, (1961), p. 61-79 y del mismo autor "L'Implantation des abbayes cisterciennes dans la Péninsule Ibérique", Anuario de Estudios Medievales, I, (1964), p. 217-287, especialmente p. 229-231 y Etudes sur le monachisme en Espagne et au Portugal, París 1966. Sobre la fundación del monasterio de Fitero véase también H. MARIN, “San Raimundo…”, 1963, op. cit., p. 259-274; J. GOÑI, "Historia…", op. cit., 1965, p. 295, quien creía que el monasterio de Fitero se fundó en Yerga por monjes procedentes de Scala Dei (que a su vez dependía de Morimond), estableciéndose en dicho lugar poco antes de la donación de Alfonso VII en 1140 y después de la fundación de Scala Dei que el autor sitúa en 1137; C. MONTERDE, Colección diplomática…, op. cit., 1978, p. 224-225, recogía la hipótesis de que el monasterio fue fundado primero en los montes de Yerga (1140), trasladándose al valle y concretamente a la villa desierta de Niencebas en 1141 gracias a la donación de Alfonso VII de Castilla fechada el 25 de octubre de 1140; M. GARCÍA SESMA, La iglesia cisterciense de Fitero, Tudela 1981; C. VALLE PÉREZ, "La introducción de la orden del cister en los reinos de Castilla y León. Estado de la Cuestión", en La introducción del Cister en España y Portugal, Burgos 1991, ed. La Olmeda, col. Piedras Angulares, nº 2, p. 133-161, especialmente para Fitero p. 146-150, no admitía el carácter de Fitero como primera fundación cisterciense en la Península Ibérica; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero. Arte y arquitectura", Panorama, nº 24, Pamplona, 1997, p. 8 y del mismo autor Monasterio de Fitero. Primer monasterio cisterciense de la Península, León, Edilesa, 2002, p. 3-4, quien en ambas publicaciones habla de 1140 como fecha de fundación del monasterio de Fitero, sin tener en cuenta la hipótesis contraria a tal fundación de Carlos Valle; S. OLCOZ, San Raimundo…, op. cit., 2002, texto que vuelve a dar como válida la postura que veía en Fitero la primera fundación cisterciense peninsular; y M. MELERO, “Recintos claustrales para monjes y canónigos”, en Claustros románicos hispanos, León, Edilesa, 2003, p. 228-233 y 236-237, donde se vuelve a replantear la cuestión de la fundación. Para esta cuestión véase también P. KEHR, Papsturkunden…, op. cit., 1928, II, p. 205-209.

 

            [1] Para la hipótesis de la primacía de Sobrado sobre Moreruela y Fitero véase, C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y del mismo autor “La implantación cisterciense en los reinos de Castilla y León y su reflejo monumental durante la Edad Media (siglos XII y XIII)”, en Monjes y Monasterios. El Cister en el medievo de Castilla y León, Monasterio de Santa María de Huerta (Soria), Valladolid 1998, p. 35.

 

[1] C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y “La implantación…”, 1998, op. cit., p. 35. Este autor indicaba a este respecto que en un documento del 6 de febrero de 1148 se hace referencia al trabajo manual de los monjes del monasterio de Niencebas, lo cual es ya un indicio de su condición cisterciense. El mismo autor situaba la fundación de Veruela en 1146 y la de La Oliva en 1150. Respecto a estas dos últimas fundaciones, L. DAILLIEZ, “Los orígenes de Veruela”, en El Cister. Órdenes religiosas en Zaragoza, Zaragoza 1987, p. 165-176, rechazaba la fundación de 1146 para el monasterio de Veruela, por considerar falso y sin sentido el documento de esa fecha que se refiere a la donación de tal lugar por parte de Pedro Atarés a la abadía de Scala Dei, la cual en tal momento todavía no existía con dicho nombre. Además, tanto Veruela como La Oliva pertenecieron al monasterio de Niencebas y a su abad Raimundo, produciéndose un cambio en su afiliación en 1160-1161, fecha en que, probablemente como consecuencia de los problemas de Fitero con su casa madre a causa de la creación de la Orden de Calatrava y la consiguiente refundación de Fitero por monjes procedentes de Scala Dei, las abadías de Veruela y La Oliva, antes pertenecientes a Fitero, pasaron a depender (igual que ésta última abadía) de Scala Dei. Para el monasterio de La Oliva véase la nota siguiente.

[1] “… ego Garcia, Dei nutu, rex Pampilonensium grato animo voluntate Deo et Sancte Marie de Nanzavez et dompno Raimundi ejusdem loci abbati et tota congregationem monachorum et fratrum sub regula beati Benedicti ibidem nunc servientibus et successoribus ab Ordine cisterciensium fratrum ipsius monasterii viventibus. Dono namque fratribus tam presentibus quam futuris cum consilio et voluntate et auctoritate uxoris mee Urrache, locum que dicitur Olive cum omnibus suis terminis…. Item dono illis monachis locum que dicitur Berole cum montibus…”. Este documento de donación fechado en 1145 ha sido publicado por L. DAILLIEZ, “Los orígenes de Veruela”, op. cit., 1987, p. 173-174. Sobre esta donación véase también J.A. MUNITA LOINAZ, El monasterio de la Oliva en la Edad Media (siglos XII al XVI). Historia de un dominio cisterciense navarro, Vitoria 1995, p. 113-114; J.Mª PÉREZ y J.Mª HERNÁNDEZ, El monasterio de La Oliva. Un estilo de arte para un estilo de vida, León, Edilesa, 2000, p. 4-5; y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 36, nota 87. El documento es una copia del siglo XV, fechada hacia 1495-1498, pero en cierto modo la autenticidad de su contenido está corroborada por documentos posteriores que confirman que el monasterio de Niencebas y su abad Raimundo poseyeron los lugares de La Oliva y Veruela.

[1] Para este documento, cuyo original se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº 8), puede verse C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 254-255 y doc. 8, p. 362-363. Curiosamente, la autora citada (Ibidem doc. 9, p. 363-365) transcribía también otro documento papal expedido en el mismo lugar y el mismo día en el que Eugenio III confirmaba al abad Raimundo las posesiones del monasterio de Yerga, entre las que se cita La Oliva, pero no Veruela. Sin embargo, mientras el original del primer documento indicado en esta nota se conserva en el Archivo Histórico Nacional, poseyéndose además varias copias, el segundo no se conserva, conociéndose sólo a través de noticias de algunos autores. Además, parece un poco desfasado el hecho de calificar a Raimundo en 1147 como abad de Yerga. Ello plantea dudas sobre la autenticidad de dicho documento. MONTERDE (Ibidem, p. 233, n. 23) recoge la hipótesis de que Veruela fue donado en 1146, por parte de Pedro Atarés, a la abadía cisterciense francesa de Scala Dei y a sus monjes, aunque ya se ha visto en la nota 13, como dicho documento de 1146 es considerado falso.

[1] Según J.Mª PÉREZ y J.Mª HERNÁNDEZ, El monasterio de La Oliva…, 2000, op. cit. p. 4, esta nueva donación de los mismos lugares se entiende por pertenecer dichos terrenos a la frontera situada entre Navarra y Aragón, siendo por ello motivo de disputa su propiedad en distintos momentos y concretamente en 1149. Sin embargo, al firmarse la paz entre ambos reinos el mismo año 1149, los lugares de La Oliva y Veruela vuelven a Navarra y a su rey García Ramírez el Restaurador, quien confirmó su donación anterior a Fitero.

[1] C. VALLE, “La introducción…”, 1991, op. cit., p. 146-150 y “La implantación…”, 1998, op. cit., p. 35.

[1] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 362-363 y doc. 8 y S. OLCOZ, San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 37, n. 89.

[1] Para la trascripción de este documento, del cual se conserva copia en el Archivo General de Navarra y en el Archivo Histórico Nacional, véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 232-233 y doc. 7, p. 360-361.

            [1] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 233.

[1] Para este documento véase más arriba la nota 8. De acuerdo a éste y otros documentos, parece que la razón real del nuevo asentamiento en Fitero fue la voluntad del abad Raimundo, quien durante unos cuantos años se dedicó a adquirir terrenos en dicho término mediante compras o permutas, probablemente por las buenas condiciones de vida que esa zona junto al Alhama presentaba respecto al asentamiento anterior del monasterio. Así, el obispo de Calahorra calificaba el término de Fitero como “menos árido”.

[1] Para todas estas cuestiones que están recogidas en el documento de 1187, véase P. KEHR, Papsturkunden in Spanien. II: Navarra und Aragón, Berlín 1928, II, nº 166, p. 511-515.

            [1] Para las donaciones de terrenos en Niencebas, véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit. documentos 2, 4 y 7, p. 357, 358-359 y 360-361. En el documento 2 fueron Pedro Tizón (abuelo del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada), su mujer doña Toda y sus hijos los que en 1141 donaron al abad Raimundo y a sus hermanos todas sus heredades en Niencebas; en el doc. 4 fueron Fortún López y su mujer quienes en 1141 donaron al monasterio de Niencebas y sus monjes una heredad en dicho lugar; y en el doc. 7 de 1146, los donantes fueron Alfonso VII y su mujer doña Berenguela quienes hicieron la donación al abad Raimundo y sus hermanos. En cuanto a las donaciones, permutas y compras de terreno en el valle del Alhama, concretamente en Castellón o Fitero, véase GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 296 y C. MONTERDE, Ibidem, 1978, doc. 29-33 y p. 383-387.

 

[1] Para la datación del traslado a Fitero en 1152, véase V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El Real Monasterio…”, 1905, op. cit., p. 289; H. MARIN, “San Raimundo…”, 1963, op. cit., p. 263 y GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 296. La bula papal de 1152 fue publicada por P. KEHRPapsturkunden…, op. cit., 1928, II, Nº 64, p. 369-370 y C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 24, p. 377-379.

[1] Esta trascripción corresponde a la publicada por C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 30, p 384-385.

[1] Para la cuestión de la posible existencia de una iglesia anterior a la conservada en Fitero y situada en la zona del molino de los Francés, véase S. OLCOZ, “Los molinos cistercienses de Fitero…”, 1999, op. cit., p. 35-36 y del mismo autor “Orígenes medievales de la Villa de Fitero”, Fitero (2000), p. I-XVI y San Raimundo de Fitero…, 2002, op. cit., p. 44 y n. 138.

[1] Por otro lado, hay varios documentos similares y en uno de ellos se vende otro trozo de tierra con una situación idéntica a la anterior, pero en este documento no se dice nada en relación a que estuviese junto a la iglesia o junto a la abadía. Para este documento véase C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., doc. 29, p. 383-384.

[1] La nave es de trazado rectangular y presenta todavía restos de los muros norte y sur en los que las ventanas son nuevas; cuatro arcos diafragma que están ligeramente apuntados y apean en la parte interna de los muros citados; y, coincidiendo con dichos arcos, los correspondientes contrafuertes en el exterior de los muros. No se conserva, sin embargo, ni la techumbre ni los muros de cierre que quizá hubo al este y oeste. Por el momento y al menos hasta que no se excave la zona, tampoco hay ningún indicio de estructura absidal.

[1] Para estas cuestiones referidas de modo general a los monasterios cistercienses, véase M. T. López de Guereño, “Las dependencias extraclaustrales”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 265-279, especialmente 273-274. Además, agradezco a I. Bango y a Mª C. Muñoz los comentarios sobre diversos aspectos relacionados con los talleres e iglesias de granjas cistercienses o similares que ellos conocen bien en relación a otros monasterios y que amablemente me dieron ante mis preguntas sobre el tema.

[1] Para lo relativo al monasterio de Castellón, véase el apartado dedicado a la fundación del monasterio y la nota 9.

[1] J. Goñi, “Historia…”, op. cit., 1965, p. 296-297. Véase también lo relativo al documento de 1187 en la nota 8.

[1] Ambas bulas se conservan en el Archivo Histórico Nacional (Clero, Fitero, carp. 1397, nº 13 y nº 16) y han sido publicadas por C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 320-321.

[1] Para este documento en el que se establece la identidad de los monasterios de Castellón y Fitero, véase más arriba el fragmento reproducido y la nota 9.

            [1] J. GOÑI, “Historia…”, op. cit., 1965, p.297.

 

[1] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 332-336 y  J. GOÑI, "Historia...", 1965, op. cit. p. 327.

[1] Para los aspectos constructivos de la iglesia y del claustro medievales del monasterio de Fitero véase V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El real monasterio…”, 1905, op. cit., p. 286-301; J. URANGA y F. IÑIGUEZ, Arte medieval navarro, Pamplona 1973, vol. IV, p. 30-33; E. LAMBERT, El arte gótico en España. Siglos XII y XIII, Madrid 1977, p. 91-94; C. GARCÍA GAINZA, Catálogo Monumental…, 1980, op. cit., p. 165-188; M. GARCÍA SESMA, La iglesia…, 1981, op. cit.; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio…", 1997, op. cit. p. 13-28 y del mismo autor Monasterio…, 2002, op. cit., p. 7-27; y M. MELERO, “Recintos claustrales…”, 2003, op. cit., p. 236-237 y M. MELERO MONEO, “Reflexiones sobre el monasterio cisterciense de Santa María de Fitero”, De Arte, León, 2004, en prensa.

[1] Otros autores han dado opiniones distintas al respecto, hablando de motivos decorativos románicos, lo cual evidentemente no es cierto, ya que se copian motivos vegetales usados en el gótico que poseen una flora de tendencia naturalista.

[1] Según C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 167-168, en la segunda mitad del siglo XVI ser levantó la capilla bautismal, de planta rectangular y bóveda estrellada, mientras que a finales del mismo siglo se edificó el coro alto sobre los dos últimos tramos de la nave central. También en esta misma época se construyó la sacristía, entre el lado sur de la girola y al este del brazo sur del transepto, pero dicho espacio fue reformado, según la estética barroca y abundantes yeserías, en la primera mitad del siglo XVIII. También los azulejos del suelo (hoy tapados con una tarima) son de esta época. Dicho espacio es precedido por la antesacristía. La capilla de la Virgen de la Barda, que antes fue del Santo Cristo y de los Quince Auxiliadores y que aprovechaba otra capilla del siglo XVII, se construyó entre 1732 y 1736. En ella se realizaron yeserías y pinturas de las que sólo las de la cúpula son originales (profetas y hornacinas fingidas), mientras que el resto se rehicieron en 1826 (San Benito, San Bernardo, San Roberto y San Raimundo de Fitero en las pechinas y Dios Padre presidiendo la gloria en el cascaron).

La torre se construyó en el siglo XVII sobre el extremo del brazo sur del transepto. Es una torre manierista construida en ladrillo en forma de prisma cúbico cuyo basamento se construyó sobre la primitiva torre circular del monasterio y lleva adosado un cuerpo cilíndrico en el que se aloja la escalera de caracol. En general, para las obras de la iglesia posteriores a la Edad Media, véase R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit.

[1] Esta identidad ha hecho que algunos autores como R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 27, datase la Sala Capitular a la vez que la cabecera de la iglesia.

[1] C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 169-170.

[1] Para la identificación de estas naves situadas hoy día bajo el cine con las bodegas del monasterio véase R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 28.

[1] Este espacio se conservó en su forma original hasta el siglo XVII en que fue derrumbada su techumbre y elevados sus muros con ladrillo para construir en la zona alta la Biblioteca del monasterio, espacio que tiene una bóveda de medio cañón con lunetos y en sus muros fronteros conserva dos cartelas manieristas en las que se indica la fecha de 1614 y se realizó la cruz de Calatrava, pero como otras zonas del monasterio su decoración sufrió una remodelación barroca en el siglo XVIII. Sobre ello véase C. GARCÍA GAINZA, "Fitero"..., 1980, op. cit., p. 170.

[1] Archivo Histórico Nacional, Tumbo de Fitero, fol. 507. El Tumbo de Fitero ha sido datado por P. KEHR (Papsturkunden…, op. cit., 1928, II, p. 205-209) hacia 1634. En cuanto a la cita recogida procede de M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40, n. 6.

[1] La bula de Inocencio IV expedida en 1247 se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Fitero, carp. 1398, n. 14) y fue copiada en el Tumbo de Fitero, fol. 394. Sobre ella véase J. GOÑI, “Historia…”, 1965, op. cit., p. 324 y n. 185; y M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40. En la citada bula se dice: "... qui propriis sumptibus eam construisse dicitur...". Mientras Goñi situaba la consagración de la iglesia de Fitero el 13 de mayo de 1247, fecha de la bula papal de concesión de indulgencias, García Sesma la databa el 28 de junio del mismo año. Por su parte J. URANGA y F. IÑIGUEZ, Arte medieval…, 1973, op. cit., vol. IV, p. 30-31, situaban la consagración de la iglesia en 1237 indicando que dicha idea se desprende de la bula de 1247. Respecto a estos aspectos C. GARCÍA GAINZA (Catálogo Monumental..., 1980, op. cit., p. 166) indicaba que según la tradición, don Pedro Tizón y su sobrino (o su nieto según otros autores) el arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada (1170/1180-1247) contribuyeron a las obras de la iglesia mediante la donación tierras y con aportaciones económicas. Sin embargo, Pedro Tizón tuvo una cronología claramente anterior a las obras de la iglesia y monasterio conservados, ya que está documentado en 1141, momento en que ni tan siquiera se había establecido el monasterio en el término de Fitero. Por otro lado, algunos autores defienden la donación no documentada de terrenos en el término de Fitero por parte del citado personaje en función de un documento mucho más tardío en el que encuentra una indicación velada en ese sentido.

[1] Por ejemplo, como consecuencia de la caída en el siglo XV de los 3 últimos tramos de la iglesia abacial de Fitero se produjo el patrocinio del propio monasterio para reparar dos de ellos y del abad Martín de Egües I para reparar el tercero, lo cual se indica en el Tumbo de Fitero y se comprueba en el escudo de dicho abad localizado en la clave de la bóveda correspondiente al tercer tramo (contado desde los pies hacia la cabecera). Sobre los Egües (Martín Egües I, 1503-1540 y Martín Egües II, 1540-1580) como abades y patrocinadores de ciertas partes tardías del monasterio de Fitero, véase M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40-41; R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio…", 1997, op. cit., p. 31-33 y del mismo autor Monasterio…, 2002, op. cit., p., 30-31; y F. MENÉNDEZ PIDAL, “Don Fray Martín de Egües y de Gante, abad de Santa María de Fitero”, Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, IV (1996-1997), p. 251-277, quien a partir de los datos del Tumbo de Fitero creía que el primer Egües citado sólo reparó la bóveda de uno de los tres tramos caídos a los pies de la iglesia, mientras que la reparación de los otros dos corrió a cargo del monasterio.

[1] M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 40-41.

            [1]  Su formación parece que se realizó primero en la corte de Sancho el Sabio de Navarra y a partir de 1195 en Bolonia y París, haciendo testamento en París en 1201, es decir, poco antes de volver a la Península a donde parece que regresó hacia 1202-1204. En el citado testamento Ximénez de Rada pidió ser enterrado en el monasterio de Huerta, aún cuando en un futuro llegara a ser prelado. Para distintos aspectos relativos a Ximénez de Rada, véase J. GOROSTERRATZU, Don Rodrigo Jiménez de Rada, gran estadista, escritor y prelado, Pamplona 1925, p. 469, n. 178 y la introducción a R. JIMÉNEZ DE RADA, Historia de los hechos de España, Madrid, Alianza Universidad, 1989, Introducción y traducción de Juan Fernández Valverde, p. 13-52.

 

[1] Sobre ello véase V. LAMPÉREZ Y ROMEA, "El Real Monasterio…", 1905, op. cit., p. 297-299; E. LAMBERT, El arte gótico…, 1977, op. cit., p. 94; y C. GARCÍA GAINZA, Catálogo Monumental..., 1980, op. cit., p. 166-167.

[1] C. MONTERDE, Colección diplomática..., 1978, op. cit., p. 328. La identificación de dicho abad con el primer arquitecto de la iglesia de Fitero, contemplada por dicha autora, es una especulación que no podemos comprobar, al menos de momento.

[1] R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 18-19 y Monasterio…, op. cit., 2002, p. 13, quien situaba la primera etapa entre 1180 y 1210.

[1] M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 42.

[1] La simplificación se aprecia especialmente en los elementos decorativos y en la forma de concebir los pilares interiores a los que en la girola se adosaron columnas o semi-columnas en algunos de cuyos capiteles se realizó decoración vegetal, mientras que en el transepto se adosaron también columnas, pero con capiteles mucho más sencillos, y en las naves se realizaron pilastras sin capiteles. En fin, es evidente que la obra se fue simplificando desde los ábsides hacia la zona de la portada de los pies de la iglesia.

 

[1] Según V. LAMPÉREZ y ROMEA, “El Real Monasterio…”, op. cit., 1905, p. 299, en 1287 existía ya la muralla que rodeaba y protegía el recinto monacal, por lo que los edificios incluidos en ella ya debían estar acabados. El mismo dato fue recogido por M. GARCÍA SESMA, La iglesia..., 1981, op. cit. p. 42. No obstante, las galerías del claustro, situadas delante de los espacios conventuales del siglo XIII, fueron realizadas en el siglo XVI bajo el patrocinio de los Egües. No sabemos si estas obras en las galerías del claustro sustituyeron a las galerías medievales que quizá se levantaron en el siglo XIII, después de las estancias monásticas, o bien si los problemas económicos que parece debió tener la abadía para acabar las obras de la iglesia y las estancias conventuales motivaron que las galerías claustrales no se construyesen hasta que se realizó la obra del siglo XVI. En este sentido recordemos que lo habitual en la construcción de los claustros monásticos era que primero se construyesen las estancias monásticas y cuando éstas estaban acabadas o suficientemente avanzadas se iniciaba la construcción de las galerías porticadas que iban delante y que se apoyaban en sus muros por uno de los lados. Sobre ello véase I. BANGO, “El claustro y su topografía”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 160-161. Para el estudio de las galerías del claustro plateresco de Fitero, véase C. GARCÍA GAINZA, “Fitero…”, 1980, op. cit. p. 169 y R. FERNÁNDEZ GRACIA, "El monasterio de Fitero...", 1997, op. cit., p. 31-33 y Monasterio…, op. cit., 2002, p. 30-31.

            [1] M. C. MUÑOZ PÁRRAGA, “La iglesia”, en Monjes y Monasterios…, 1998, op. cit., p. 107-118, concretamente para este aspecto p. 107.

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