MONASTERIO DE FITERO
Monasterio
de Fitero
CUARENTA AÑOS DESPUÉS
Jesús
Bozal Alfaro
Revista Fitero-2024
Tras
la marcha de la comunidad cisterciense de nuestro Monasterio en 1835, el pueblo
y sus autoridades se vieron en la necesidad de ocuparse directamente -dentro de
sus posibilidades- del conjunto de edificios y dependencias que lo conformaban.
En 1903 se dirigieron al Gobierno para pedirle que, para luchar contra su
deterioro, lo declarara Monumento Nacional. El informe de Vicente Lampérez y
Romea, Presidente de la Real Academia de Historia, era favorable, pero hubo que
esperar hasta 1931 para que el BOE publicara esta declaración.
Sin
embargo, los años fueron pasando y el deterioro continuaba. En 1969, la
Institución Príncipe de Viana emprendió “la obra de restauración” (Fitero-80),
pero los trabajos fueron interrumpidos en 1974. Seis años más tarde se anunciaba
la “consignación de diez millones de pesetas, por parte del Ministerio de Cultura”,
para “arreglar las cubiertas de nuestro grandioso Monasterio.” Tres años
después, en 1983, la Institución Príncipe de Viana emprendía las obras de la
Girola (pavimentación, iluminación, calefacción, etc.), descritas con detalle
en un artículo (“Girola Parroquial”) firmado por J. Y. en la revista Fitero-83.
FITERO-84 denuncia
el estado de las cubiertas del Monasterio
En 1984, la revista del Ayuntamiento, Fitero-84, denunciaba en sus páginas que una parte del tejado de la iglesia abacial seguía cubierta con plásticos desde hacía 10 años.
Esta
noticia fue recogida por El País en su edición del 9 de septiembre, firmada
por su corresponsal en Navarra, Carmelo C. Ridruejo: “El monasterio
cisterciense de Fitero (Navarra) precisa una urgente restauración”. Las
reacciones que se sucedieron a partir de ese día las resumiría Jesús G. García
cuatro años después (Diario de Navarra, 24 de marzo de 1988), refiriéndose,
a modo de homenaje, a los responsables de dicha revista municipal: “Porque
fueron estas personas quienes en la revista “Fitero 84” dijeron las cosas muy
claras denunciando la situación de abandono, deterioro en que se hallaba el
Monasterio; esto sucedía a primeros de septiembre de 84, y aquella noticia que
levantaron, sirvió para atraer al resto de los medios de comunicación; no sólo
de la provincia, sino también de Madrid, cadenas nacionales de emisoras;
televisión; los senadores navarros hicieron interpelaciones en Madrid, como el
actual eurodiputado Arbeloa; también Alfonso Añón se movía… y al final,
coincidencia porque uno es un buen pesado, a mediados del año siguiente la
empresa Zubillaga subía al tejado e instalaba las grúas.”
A
las obras de las cubiertas de la iglesia, le siguieron las obras del “entorno
del Monasterio”, las cubiertas de los ábsides, las del refectorio nuevo (Cine
Calatrava) y la fachada de la iglesia.
En
1997 se conmemoró en Fitero el “750 aniversario de la Iglesia abacial del
Monasterio Cisterciense de Santa María la Real de Fitero”. Aquel mismo año, el
29 de abril, se hundió la Biblioteca del Monasterio -cerrada actualmente-, cuyas
estanterías estuvieron repletas de libros y manuscritos de distinto valor. Su
reconstrucción comenzó muy pronto y fue inaugurada en 2001, coincidiendo en el
año con la adquisición por parte del Gobierno de Navarra del edificio completo
-contiguo a la Casa del Abad-, en el que queda ubicada la susodicha Biblioteca,
el Refectorio medieval, la cocina y las bodegas del Monasterio, cuya
restauración se inauguró con la misma ocasión.
Ya
solo quedaba el Claustro, en estado de abandono absoluto durante demasiados
años. Felizmente, el Presidente del Gobierno de Navarra, D. Miguel Sanz,
declaraba a la revista Fitero-2006: “El Claustro del Monasterio debe ser
reparado con urgencia. Este año deben comenzar las actuaciones.” Once años
después, en 2017, y gracias a una inversión de más de cinco millones y medio de
euros (Gobierno de España, Gobierno de Navarra, Comunidad Europea), tuvo lugar su
inauguración.
Monasterio
de Fitero en 2024
Han
pasado cuarenta años desde aquella denuncia de la Revista Fitero-84, y,
como escribíamos nosotros mismos en la Revista Fitero-2017, “La obra ha
quedado digna. Muy digna.” Conseguirlo ha sido una tarea colectiva. Con
una inversión millonaria pública -de justicia, por supuesto- que nos enorgullece
y nos exige. Su atractivo -como joya del Císter en España y en el mundo- es reconocido
y elogiado, tanto por la categoría de sus dependencias como por la historia que
forjaron sus moradores, recogida en numerosos documentos. No obstante, cabría
señalar -tal y como se puede ver en la fotografía-, que el muro lateral izquierdo
de la abacial necesitaría seguramente una atención urgente por parte de las
autoridades del Gobierno de Navarra.
Turismo
y patrimonio
El
turismo, diríamos para terminar, no es un eslogan, ni una marca comercial, sino
una industria que genera trabajo y riqueza a la población que sabe poner en
valor, con rigor, respeto y generosidad, joyas como el Monasterio de Fitero. A
ello ayuda sin duda la imagen de un pueblo limpio, acogedor, moderno, de
adecuada movilidad y bien señalizado, además de un plan director profesional que
esté a su altura.
El Monasterio de Fitero (I)
Jesús Bozal Alfaro
Durante
muchos años, el Monasterio de Fitero (Siglo XII) fue conocido popularmente como
la Iglesia de Fitero. Un lugar de culto, monumental, en el que muchos fiteranos
y muchas fiteranas hemos vivido ceremonias religiosas y no religiosas de tanta
significación para nuestras pequeñas biografías. La arquitectura del Císter, escribiría Vicente
Lampérez y Romea en 1904 refiriéndose a esta iglesia, “no produjo en España
nada tan grandioso.”
Esta
grandiosa abacial cisterciense, con su espectacular girola y sus cinco capillas
absidales, coro, capilla de la Patrona y sacristía, forma parte de un conjunto
de dependencias monacales, que, todas juntas, conforman lo que siempre se
denominó el Real Monasterio de Fitero en Navarra.
Como
es bien conocido, el proceso de Desamortización de Mendizabal, llevado a cabo
en 1835 por el Estado -su propietario- supuso en el caso de este Monasterio la
venta de muchas de sus propiedades, pero no de sus dependencias más importantes:
Abacial (iglesia), Claustro y sobreclaustro, dormitorio y Sala Capitular,
además de las que sirvieron durante muchos años como Escuelas Públicas,
Convento de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana (1887-1916), Hospital, y
acogen actualmente la Residencia San Raimundo, Hogar del Jubilado, Casa
Consistorial, Registro Civil, Biblioteca Pública, Centro Médico,...
En
1980, el Ayuntamiento de Fitero, presidido por Carmelo Aliaga Hernández, compró
a sus entonces propietarios el Refectorio Nuevo (Cine Calatrava). Lo mismo hizo
en 1989 con una casa de la calle de Alfaro, posibilitando así, con su derribo,
el libre acceso a la actual Plaza de los Ábsides y a la ejecución posterior de
las obras del entorno del Monasterio. Por su parte, el Gobierno de Navarra participó
en la restauración de la Biblioteca abacial -hundida en 1997 y cerrada
actualmente-, y adquirió en 2001 el edificio completo que, anexo a la Casa del
Abad -todavía de propiedad privada-, conformó en su día, y conforma
actualmente, la bodega, la cocina, el Refectorio medieval y la Biblioteca del
conjunto monástisco fiterano.
Tras
la exclaustración de los monjes en 1835, los vecinos del pueblo, junto con la
Parroquia y el Ayuntamiento, pasaron a ser los actores principales de su
mantenimiento, al tiempo que observaban con tristeza el deterioro paulatino del
Claustro y otras dependencias. Hasta que, ya avanzado el siglo XX, el Gobierno
de España y el de Navarra se pusieron manos a la obra y, con la ayuda de la
Comunidad Europea, han ido acometiendo paulatinamente su necesaria restauración.
Este
esfuerzo colectivo (Ayuntamiento, Parroquia, pueblo de Fitero, Gobierno de
España, Gobierno de Navarra y Comunidad Europea) ha convertido a este
Monasterio en un importante y muy valorado referente del patrimonio cultural navarro,
español y europeo. Prueba de ello es que el Gobierno de Navarra organizó en el
Refectorio Medieval la entrega del Premio Príncipe de Viana de la Cultura 2024
el pasado mes de julio.
Con el final de las obras de restauración de los Claustros (2017), se establecieron una serie de convenios/acuerdos entre Gobierno de Navarra, Ayuntamiento y Parroquia, que, tratando de gestionar esta joya del patrimonio navarro, han puesto en marcha pequeños proyectos de dinamización turística, los cuales, aunque todavía no alcanzan los objetivos necesarios, rinden al menos un poco de justicia a la inversión pública realizada. No obstante, siguen cerradas al público dependencias tan importantes como la Biblioteca, fundamentales a nuestro juicio para una visión y un relato completo del valor cultural e histórico del Monasterio y la Villa de Fitero.
La
Biblioteca del Monasterio de Fitero (II)
Como
recordábamos en nuestro artículo anterior, la Biblioteca del Monasterio de
Fitero, situada justo encima del refectorio medieval -un magnífico espacio, por
cierto, para Exposiciones, reuniones, conferencias, Congresos- fue adquirida
por el Gobierno de Navarra en 2001.
Construida
en 1614, se trata de “una sala rectangular, de 21,10 metros de largo, 8,20
metros de ancho y 11,40 metros de alto”, tal y como se recoge en el “Inventario
de los Bienes del Monasterio, realizado a fines de 1835 por el escribano de
Fitero, Celestino Huarte, con motivo de la exclaustración definitiva de los
monjes” (MGS, “Leyendas fiteranas, Mugas del siglo XIX, San Raimundo abad
de Fitero”, 1981). Comprendía entonces, según la misma referencia, “43
estantes, con 2.100 obras en 2.838 volúmenes; y entre ellas, no faltaban los
cuadernos y papeles de música.” Además, como destacaba Carmen Jiménez Vidorreta
(Fitero-2001), esta Biblioteca “…junto con la biblioteca de la catedral de
Pamplona son los únicos ejemplares de librerías barrocas conservadas en Navarra.”
La misma, en fin, en la que el poeta Gustavo Adolfo Bécquer se habría inspirado
para escribir su leyenda El Miserere y en la que se habría encontrado el
poema La guerra civil de Pamplona, de Anelier de Toulouse, importante
documento para conocer la historia de Pamplona.
Desgraciadamente,
el paso del tiempo fue vaciando sus estanterías, conocería su hundimiento en 1997
y, tras su restauración e inauguración en 2001, todavía hubo tiempo para acoger
en ella exposiciones y visitas a través de una escalera que la comunicaba
entonces directamente con el Refectorio medieval.
Cerrada
al público actualmente -tras las obras de restauración del Claustro y
sobreclaustro-, proponíamos en un artículo publicado en la Revista Fitero-2023
que se convirtiera en Biblioteca Pública de Fitero, recuperando así su destino
original y, por qué no, algunos de aquellos libros que ocuparon un día sus
estanterías y sirvieron seguramente de consulta y estudio a muchas generaciones
de monjes del Monasterio.
Tan
principales características y singularidades nos llevan a creer que su apertura
al público, cuyo acceso actual se realiza a través del sobreclaustro -al que se
puede acceder también por la iglesia o por las escaleras del antiguo convento
de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana-, parece absolutamente necesaria.
La cultura y la economía, también en el caso de este Monasterio, conforman, desde hace ya mucho tiempo, un binomio importante para aquellos lugares que, como Fitero, crecieron, y siguen creciendo hoy también, en torno a la primera implantación del Císter en la Península Ibérica.
La
Sala Capitular, el Refectorio Antiguo y el Sobreclaustro del Monasterio de
Fitero (III)
Concluyendo
con esta serie de artículos en torno al Monasterio de Fitero, hablamos hoy de tres
de sus dependencias principales: la Sala Capitular, el Sobreclaustro y el
Refectorio medieval.
La
primera, como escribe M. G. S. en su libro La Iglesia Cisterciense de Fitero
(Tudela, 1981), “se abre en medio de la galería oriental del
claustro bajo. Data de finales del siglo XII o comienzos del XIII y es una
verdadera joya arquitectónica.” Sobre ella, Vicente Lampérez y Romea escribió en
1904, en su Informe para la
declaración de Monumento Nacional al Monasterio de Fitero -solicitado
por el párroco y el alcalde de Fitero de aquel momento- que era una “joya
inapreciable del estilo románico ojival-transitorio, por sus pilares
fasciculados, sus bóvedas de crucería y la finura de las proporciones y
perfiles.” Elogios compartidos también por Federico de Madrazo y Kuntz
(1815-1894), al señalar que “es un cuadrado perfecto, formado por tres naves,
cortadas en ángulo recto por otras tres, resultando de estas intersecciones
nueve espacios iguales.” El historiador francés Laurent Dailliez afirmaría, en
fin, en 1989, en el transcurso de los I Encuentros de Abadías Cistercienses,
celebrados en Fitero, que era “una de las cinco más importantes del mundo.”
El
sobreclaustro del Monasterio de Fitero se construyó en el siglo XVII. La
antesala “es un amplio recinto de planta cuadrada, de 10,50 m. de lado y 4,65
m. de alto, que fue Recibidor del Monasterio y, anteriormente, dormitorio de
los monjes, tal y como lo atestiguan los siete ventanucos que se conservan
actualmente pegando al sobreclaustro y que servían para “iluminar y ventilar
los dormitorios antiguos de los monjes y novicios medievales.”
Este
sobreclaustro tiene las mismas dimensiones que el Claustro bajo. Carece de
columnas -escribe Manuel G. Sesma en su libro “La Iglesia cisterciense de
Fitero”-, “reduciéndose sus soportes a simples pilares prismáticos, en cuya
parte superior de tres crujían llevan grabada de frente la inscripción
siguiente: “La Fábrica del Sobreclaustro de este Real Monasterio hízose este el
anno 1613”. Su construcción duró 24 años, y fue realizada en tres fases. La
cuarta crujía, tras su derrumbamiento, fue reconstruida en 1966-1967 por el
maestro albañil de Fitero, Alfonso Fernández Ortega.
Ante
su deterioro, el Gobierno de Navarra se impuso la tarea de dejarlo en diez años
tal y como lo conocemos hoy. Un esfuerzo público que da fe de la importancia que
supone para Navarra, España y Europa el conjunto abacial fiterano.
En
el marco de la restauración de la Biblioteca, el Gobierno de Navarra acometió
así mismo la obra de restauración del refectorio medieval, situado justo
debajo. Fue construido en los primeros años del siglo XVII. Se trata, escribe
MGS “de un espacioso local
rectangular de 20 metros de largo, 8 m. de ancho y 5 m. de alto... En el siglo
XVI, tenía cinco puertas: dos al norte, una al sudeste, otra al nordeste y otra
al poniente; casi todas actualmente cegadas. Su iluminación diurna estaba
asegurada por 12 ventanales abocinados... El púlpito del lector debió estar
empotrado en el muro occidental, entre los ventanales centrales del mismo.”
VÍDEOS
Fitero. Monasterio Santa María la Real
La Iglesia Cisterciense de Fitero, Manuel García Sesma (Fitero, 1989)
El relicario del Monasterio de Fitero
Artesanos de Fitero, Ángel Luis Chivite y Jesús Bozal Alfaro
El Monasterio de Fitero, de Jesús Bozal Alfaro
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